El PSOE se beneficia del último error de cálculo de Sánchez
El bloqueo al salto al Senado de Iceta supone un fracaso de los socialistas, pero neutraliza las acusaciones Cs y PP de connivencia con el independentismo
Cuando, a principios de la semana pasada, Pedro Sánchez propuso a Miquel Iceta dar el salto, ahora sabemos que sin red, del Parlament a la presidencia del Senado, no preveía que la maniobra fuera a comportar problemas.
Sí los vio venir, en cambio, el primer secretario del PSC, que fue quien advirtió al presidente del Gobierno del riesgo de que el independentismo se subiera a la parra y pusiera pegas a su designación, según explican fuentes socialistas conocedoras de las conversaciones. Pero no hubo caso y se siguió adelante. Lo que indica que tampoco Iceta esperaba que, más allá de la gesticulación, la sangre llegara al río.
Diez días de incendio después, Junts per Catalunya (JpC), ERC y la CUP votarán este jueves en contra de la designación de Iceta como senador autonómico y con ello bloquearán lo que hasta ahora siempre se había considerado un mero trámite.
Salvo vuelco de última hora, solo los 25 diputados que suman el propio PSC y Catalunya En Comú Podem (CECP) avalarán el por ahora frustrado nombramiento, mientras que Cs y PP se abstendrán, generando una situación insólita: el pleno de constitución del nuevo Senado se celebrará el próximo día 21, y lo hará con un escaño vacío, el del senador que en representación de la Generalitat le corresponde designar al PSC.
Quien lo había ocupado hasta ahora, el expresident José Montilla, ya formalizó su renuncia la semana pasada para dejar paso a Iceta, que en consecuencia, no podrá ser nombrado presidente de la cámara alta. La única forma sería nombrar ahora a alguien que asumiera el cargo de manera interina y sustituirlo más adelante, cuando finalmente Iceta consiguiera dar el salto ahora frustrado. Pero los socialistas, con el propio interesado a la cabeza, ya han remarcado que no optarán por esa fórmula para no degradar la institución.
Tormenta de críticas a Sánchez
El error de cálculo de Sánchez es mayúsculo, y el fracaso, estrepitoso. El presidente del Gobierno trataba de vender la presidencia del Senado para Iceta como un nuevo gesto para con Cataluña, y no previó que, en plena campaña y con el independentismo soliviantado con cada decisión de la junta electoral contraria a sus intereses, generaría sobre todo anticuerpos, ni que se llevaría semejante portazo y semejante tormenta de críticas, no solo provenientes del soberanismo.
Hasta Cs y PP han coincidido con JpC y ERC en criticar las formas de Sánchez, que, a las primeras de cambio y sin encomendarse a nadie, no se limitó a anunciar el salto de Iceta al Senado, sino que anticipó que lo daría para convertirse en su presidente, algo que requiere de una votación posterior ya en la cámara de representación territorial, en la que el PSOE tiene ahora mayoría absoluta.
Primero los de Oriol Junqueras y después, y a su estela, los puigdemontistas se aferraron ya de entrada a esa cuestión formal, en la que ven tacticismo, “márqueting electoral” y una falta de respeto a las instituciones catalanas, para hacer casus belli allí donde Sánchez no lo esperaba. Ahora, el envenenamiento de la situación ha conducido a un escenario insólito y en el que nadie sabe, por tanto, cual es el siguiente paso.
Vacuna contra los ataques de Cs y PP
La paradoja es que, pese a que fue Iceta quien intuyó los problemas la peor parte se la llevan el PSC y su líder, a los que Sánchez quería promocionar y que acaban quedando en falso y asumiendo una dolorosa e incomodísima derrota en el Parlament. El presidente y el PSOE, en cambio, no salen tan malparados, pese a su palmaria falta de previsión y a la lluvia de reproches que ya les han caído señalando la torpeza y/o la prepotencia de sus formas.
Porque, como ilustrando aquel discutible refrán que dice que no hay mal que por bien no venga, el portazo, además de aflorar una brecha legal respecto de las designaciones que estaría bien que alguien se ocupara de suturar para evitar futuras gangrenas, desactiva de manera hiriente esa tesis que habla de la connivencia del PSOE con los independentistas en general y con ERC en particular que Cs y el PP han situado en el eje de sus respectivos argumentarios de campaña.
No se puede seguir defendiendo que los socialistas están flirteando con los de Junqueras, y seguir dando poco menos que por hechos posibles pactos entre ellos, como han estado haciendo los de Albert Rivera y los de Pablo Casado, después de que Esquerra, en los últimos meses situada como el poli bueno del independentismo por comparación con la actitud más beligerante de Carles Puigdemont y los suyos, haya soltado semejante bofetón a Sánchez a costa de dinamitar el procedimiento habitual de designación de senadores.
Y esa vacuna contra una de las ideas fuerza utilizadas por la derecha, a falta de apenas semana y media para la triple cita electoral del 26-M, no es de ninguna manera una mala noticia para los intereses de los socialistas.
La investidura de Sánchez
Los barones del PSOE respiran aliviados por el portazo de ERC a Iceta. El problema, en todo caso, es para Sánchez, que tendrá que echar mano de la calculadora para comprobar cuántos votos reúne su investidura.
Confía el presidente en funciones en Junqueras cumpla su palabra y no bloquee su investidura, tal y como prometió en campaña. Pero con ERC nunca se sabe, tal y como ha podido comprobar Sánchez en las últimas horas.