El PP se hunde y obtiene los peores resultados de su historia en Cataluña
La dureza de Vox y el efecto Illa dejan sin espacio a un PPC desdibujado que pretendía pescar votos a río revuelto tras el descalabro de Ciudadanos
Ni consolidación electoral, ni grupo propio. El PPC se mantiene en la irrelevancia al cosechar el peor resultado de la formación desde su refundación en 1989. La candidatura liderada por Alejandro Fernández se queda lejos de los objetivos marcados por la formación: coger parte del pastel de votantes por el descalabro de Ciudadanos y evitar el sorpasso de Vox.
Los populares no levantan cabeza desde 2017, cuando el PPC se quedó con tan solo 4 diputados (3 por Barcelona y uno por Tarragona). El giro moderado de la formación conservadora y el desembarco de los líderes políticos del el resto de España, con una apuesta por la gestión y sacando a relucir el eje ideológico, no han dado los resultados esperados.
Vox ha terminado por devorar al PP. La formación liderada por Santiago Abascal, que entra por primera vez en el Parlament de la mano de Ignacio Garriga, ha capitalizado la parte del voto más conservador que absorbió Ciudadanos en 2017, cuando ganó las elecciones en Cataluña con 36 diputados.
La radicalidad de Vox se impone al ‘tecnócrata’ Fernández
La dureza del discurso de Vox contra el soberanismo y la izquierda, y la campaña accidentada con boicots violentos a la formación de Santiago Abascal en plazas difíciles para el no-independentismo, han dejado fuera de juego a un Alejandro Fernández de tono más conciliador y de perfil más tecnócrata y autonomista.
De nada ha servido el pretendido efecto Ayuso, que el PP había potenciado como alternativa de gestión en una pandemia donde la Comunidad de Madrid aplica con cuentagotas restricciones y mantiene contentos a los hosteleros. Tampoco el apoyo del presidente gallego, Alberto Núñez Feijoo, ni del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.
Pero el efecto Illa también ha podido jugar un efecto devastador a un PP desdibujado. La línea de distensión con el independentismo de Salvador Illa y su perfil técnico, al ser conocido por su gestión de la pandemia, han podido favorecer que parte del voto moderado del PPC, al que también apelaba Fernández, se haya desplazado al socialismo catalán.
Un PPC desdibujado entre Illa y Garriga
Las elecciones también han supuesto un cambio de tono en ambos bloques, con una apuesta clara por el diálogo y la distensión política. La vía realista de ERC se ha impuesto al unilateralismo JxCat, mientras que el PSC ha conseguido tomar el mando de un constitucionalismo ‘de concordia’, contra el frentismo de Cs en 2017.
El PP, que lideró la aplicación del 155 y se abanderó como responsable del inicio del proceso penal contra los líderes independentistas condenados por sedición, arrastra una línea dura que hacía poco creíble su giro a la moderación, pese a que Pablo Casado dijera en campaña que las cargas del 1-O de habían sido un error.
El resultado: ¿un toque de aviso a Pablo Casado?
La postura de Alejandro Fernández reflejaba de la apuesta del PP por desmarcarse de Vox tras la moción de censura de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. Pablo Casado apostó por un giro al centro ante el crecimiento vertiginoso de la formación de Santiago Abascal, al intentar ocupar el espacio electoral que había dejado huérfano Ciudadanos.
Casado apostó por su moderación para intentar frenar el auge de Vox, sobre todo tras las elecciones en Euskadi y Galicia, donde la línea dura de Iturgaiz en el País Vasco y su suma con Cs les llevó a sacar el peor resultado electoral de la historia. Alberto Núñez Feijóo revalidó su mayoría con un gran resultado.
El nuevo escenario electoral envía al PP catalán a un tiempo de reflexión donde deberá decidir si quiere fortalecerse como alternativa moderada del constitucionalismo, o si quiere plantarle la batalla Vox. También a la formación a nivel español, donde se deberá ver si esta sonora derrota se convierte en un voto constitucionalista