El PP se atraganta con su propuesta para cambiar la ley del ‘sólo sí es sí’
Los populares se enredan de puertas para dentro en cómo enmendar el polémico texto del Ministerio de Igualdad sin tener claro si quieren volver a los anteriores tipos penales o mantener el nuevo de agresión
Las derivadas de la redacción de la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual, más conocida como del ‘sólo sí es sí’, han tenido un impacto puramente político y se han convertido en un arma arrojadiza en el discurso, más allá de la crisis generada por las rebajas de penas a condenados por delitos sexuales tras su aplicación. Pero en el PP, tras anunciar una ofensiva parlamentaria en Congreso y Senado, las cosas se empiezan a ver con otra perspectiva tras semanas analizando de manera detenida el caso. De momento, así continúa: en proceso, según fuentes de cúpula de Génova.
Una de las voces más distinguidas del comité de dirección que preside Alberto Núñez Feijóo lo resume así: «Si fuera corregir cuatro comas, ya estaría hecho». Pero, a pesar de la dificultad, el tic-tac del reloj continúa y el calendario apremia. Porque, mientras se sigue utilizando como parte del argumentario deslegitimador del Gobierno, ya se cumplen cuatro semanas desde el anuncio y los populares continúan sin registrar su reforma.
El motivo no es otro que «la complejidad» del tema. Diversas fuentes consultadas no confirman la postura oficial del partido, porque no la hay: en Génova no está claro si la opción a defender es volver al estado anterior -regresar a dos tipos penales diferenciados, abuso y agresión- o mantener la propuesta actual que recoge la ley, que unifica ambos en uno solo. Todo, claro, sin tener en cuenta si se retoca la figura del consentimiento en su propuesta.
Clave de bóveda de una ofensiva parlamentaria
Poco después de anunciar diversas acciones en las dos cámaras parlamentarias de nuestro país a mediados de noviembre, el PP, a través de sus diversas figuras públicas, como el propio presidente Feijóo, la secretaria general y portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, o el portavoz en el Senado, Javier Maroto, anunciaron y glosaron una proposición de ley que vendría a corregir las deficiencias del articulado de la ley del ‘sólo sí es sí’ y que han permitido las rebajas de algunas condenas.
Es algo que trataron con mimo y mucho cuidado, además de estar envuelto en un halo de secretismo del que un mes después nada se sabe. Al PP se le ha atragantado su propia reforma y sabe qué quiere hacer -enmendar el texto legislativo vigente, que pasó por todo el proceso de tramitación parlamentaria, al que han calificado de «chapuza» y del que se han planteado que pueda generar un «efecto llamada» a violadores, en palabras de su coordinador y número 3, Elías Bendodo-, pero no cómo.
Qué pasa con el consentimiento
Fue la propia Gamarra la dirigente popular que más específicamente se ha referido a la anunciada proposición de su partido en público. En una rueda de prensa en el Congreso un día después de la declaración de intenciones con su reforma, el 17 de noviembre, la portavoz en la Cámara Baja adujo que su partido ya había defendido durante la tramitación de la ley que «era más serio mantener la diferenciación y las penas tal y como estaban establecidas hasta que entró en vigor». «De haberse mantenido, no estaríamos hablando hoy de lo que estamos hablando», consideró.
Sin embargo, el grupo parlamentario popular en el Congreso, del que ella misma es la máxima responsable, votó en contra de una enmienda de Vox a la PNL que exigía al Gobierno de PSOE y Unidas Podemos la derogación de la ley y aprobar una nueva norma que «no fusione los tipos penales de agresión y abuso sexual; no invierta el modelo de consentimiento; imponga penas más graves para los delitos sexuales; y contemple la prisión permanente revisable para los delitos más atroces».
Así, lo máximo que se puede sacar en claro de la postura popular que se muestra en público en estos momentos es que se prefiere «revisarse» tal y como está, porque hay conceptos, se entiende desde Génova, positivos en la ley. Pero tampoco se aclara si el consentimiento expreso es uno de ellos.
La idea primigenia siempre fue atacar en el Congreso por dos vías: una proposición no de ley instando al Gobierno a revisar su propia norma y una proposición de ley que recupera la diferenciación entre abuso y agresión y los castigos que el Código penal preveía para uno y otro caso hasta la entrada en vigor de la ley del sólo sí es sí. Una, la primera, se materializó. Y la segunda, cuando llegue, no tiene por qué ser cómo se anunció.