El Parlament coloca a Quim Torra al borde del KO
El PSC confía en los votos de Ciudadanos, PP, Catalunya en Comú y la abstención de la CUP para instar al president a poner fin a la legislatura
El gobierno de Quim Torra está conjurado para resistir al menos hasta la sentencia del juicio del procés, que, visto, el ritmo al que avanza el proceso en el Supremo, no se espera antes de otoño. Pero está por ver si podrá hacerlo. Y, si lo consigue, será tragando sapos y culebras. Porque la oposición va a redoblar la presión para que dé su brazo a torcer a base de percutir, una y otra vez, sobre la extrema debilidad de un ejecutivo que ni siquiera ha presentado un proyecto de presupuestos en el Parlament y que ya no cuenta con mayoría en la cámara.
El primero de los castigos políticos dirigidos a puntos vitales del gobierno de Junts per Catalunya (JpC) y ERC lo impulsa el PSC y está previsto para mañana, jueves, que es cuando se vota la moción presentada por los socialistas que insta a Torra a someterse a una moción de confianza en el Parlament o, en caso contrario, romper la baraja y convocar elecciones. Y los de Miquel Iceta no solo han hecho cuentas. Además, les salen. O casi.
Catalunya en Comú Podem (CECP) ya explicitó este martes su apoyo a la moción, y el PP también tiene previsto avalar la iniciativa, según fuentes de los populares. Cs se hace más de rogar, y su portavoz, Lorena Roldán, evitó mojarse, pero pocos dudan, en Cs y también en las filas socialistas, que finalmente darán el sí. Lo contrario entraría en franca contradicción con las reiteradas peticiones de la formación de Albert Rivera a Torra para que finiquite la legislatura y convoque elecciones.
En manos de la CUP
Así las cosas, todo depende de los cuatro votos de la CUP. Porque PSC, PP, Cs y CECP suman 65 diputados, y JpC y ERC, 61, ya que no pueden contar ni con el voto del exconseller huido Toni Comín ni con el de Carles Puigdemont y los otros tres procesados de JpC suspendidos por el Supremo, que se negaron a ser sustituidos.
Si los antisistema se alinean con Torra, habría un empate a 65 y la moción no prosperaría. Pero con una abstención bastaría para que sí lo hiciera, y la semana pasada la CUP ya reclamó a Torra que, para seguir como hasta ahora, convoque elecciones.
En el seno del PSC se mostraban optimistas porque de las conversaciones informales mantenidas entendían que los anticapitalistas «no ven con malos ojos la moción», aunque las mismas fuentes admitían que la decisión no estaba tomada y que “con la CUP nunca se sabe”.
Los socialistas, de todos modos, asumen que la moción tendrá el mismo destino que otras aprobadas en el Parlament a contrapié del gobierno catalán, que ha perdido 106 de las 321 mociones o resoluciones sometidas a votación en la cámara catalana en la actual legislatura. ha ignorado varias de ellas que le instaban a tomar medidas que el ejecutivo no compartía, como la que le planteaba activar un fondo extraordinario de ayudas sociales o las que le han pedido, de forma reiterada, recortar un 30% las tasas universitarias.
El Govern descarta tirar la toalla
El Govern no intención de acatar tampoco ésta. El vicepresidente Pere Aragonès ya lo dejó claro este martes, cuando cargó contra la oposición, la acusó de no tener una propuesta constructiva alternativa, sino solo una mayoría “para criticar y atacar” al ejecutivo. Y la instó a que, si lo considera oportuno, a presentar una moción de censura, lo que requeriría la presentación de un candidato alternativo que tendrían que consensuar los proponientes. La moción de confianza, recordó, es potestad del president. Como la convocatoria electoral.
Pero, para la oposición, de lo que se trata es de vehicular un mensaje en modo trampa para osos. Porque, del “mandato democrático” y el “mandato del Parlament” ha hecho mantra el independentismo y, por extensión, el gobierno de Torra. Si, como parece, prospera la moción del PSC, el mandato del Parlament será el de acudir a las urnas.
La alternativa para el govern es seguir penando. Con una actividad reducida a la mínima expresión; sin presupuestos; sin mayoría en la cámara catalana, como ya lleva medio año, y sometido a más castigos para seguir desgastándolo hasta que, tarde o temprano, se exponga a volver a las urnas.