El lobby de Josep Oliu ataca las vergüenzas de Rajoy y Rivera
Fedea revela que la política tributaria del PP apenas mejora las desigualdades. Pero el líder de Ciudadanos pierde la ocasión de aprovechar esa debilidad
La desigualdad en España no es un arma ideológica de la izquierda. Es el principal flanco de la enmienda económica a la totalidad que le hace Albert Rivera a Mariano Rajoy; y, sin embargo, el candidato de Ciudadanos no está sabiendo aprovechar esta debilidad del contrincante. El líder inicialmente atractivo para el mundo económico, el Kennedy español, se deshincha antes de la finalísima.
La última muestra de esta falta de reflejos de Rivera ha sido su débil reacción ante el conocido informe de Fedea, la fundación presidida por Josep Oliu, el presidente del Banc Sabadell. Este estudio demuestra que el conjunto de impuestos (IRPF, IVA, especiales, patrimonio, actos jurídicos documentados, cotizaciones sociales y otros) reduce la desigualdad de las rentas de los españoles solo en un 2,8%. «Algo que deja en un papel muy modesto su capacidad redistributiva», declaran los autores. Es un bofetón sonoro a un sistema, levantado por el PP, que nominalmente puede seguir llamándose redistributivo, pero que ha modificado sus bases hasta hacerse injusto y regresivo.
La conclusión de Fedea no es una versión matizable de los foros de opinión, ni es fruto del análisis, siempre subjetivo, de empresarios destacados. Es una variable macro; un dato por el que habla sin palabras el mundo de la economía. Y que no ha encontrado respuesta en la cúpula de Ciudadanos, la oposición moderada a la que iba dirigida.
Rivera se duerme
Rivera ha decepcionado al mundo empresarial por su incapacidad para capitalizar en beneficio propio los desequilibrios de cuatro años de austeridad y fiscalidad dura, mantenidos por Rajoy y Cristóbal Montoro. Tampoco sabe hacerlo el PSOE, cuyo candidato, Pedro Sánchez, atraviesa la catatonía de los sondeos, aunque éste sea otro cantar.
Cuando la ocasión la pintan calva, Albert Rivera se despista. Ciudadanos no es precisamente un partido de intelectuales con chambergo y geranio en ojal. Para hablar de economía tiene al prestigioso Luis Garicano, altavoz de la London School of Economics. Pero es tanto como decir que Bill Clinton tuvo a Larry Summers, que Tony Blair tuvo a Anthony Giddens o que Felipe González tuvo a Miguel Boyer.
Siempre hay una cabeza pensante, pero a pocos días de los comicios, la misión del candidato es infundir miedo al contrincante aprovechando los vacíos en primera persona. Con menos atención a la semiótica del poder y al color de las camisas, Rivera y Fernando de Páramo (su jefe de campaña) habrían construido respuestas más ágiles.
Quiénes están detrás de Fedea
Fedea es una fundación que fue promovida por el Banco de España en 1985 y desde entonces su objetivo es «el de influir positivamente en la sociedad, investigando sobre las cuestiones económicas y sociales más importantes de nuestro tiempo».
En su patronato aparecen los números uno de Abertis, BBVA, Banco Sabadell, Banco de España, La Caixa, Banco Popular, Iberdrola, Bolsa de Madrid, Fundación Ramón Areces, Banco Santander, Repsol, Corporación Financiera Alba, S.A., Telefónica y Fundación ACS. La flor y nata del empresariado español.
La lupa en los impuestos regresivos
El estudio muestra cómo «el IRPF es el único impuesto que no solo redistribuye, sino que absorbe las regresividad del resto de figuras tributarias». Pero aun así resulta claramente insuficiente. Los autores del informe remarcan que las prestaciones económicas (pensiones, desempleos y otros gastos públicos) son las que realmente rebajan la desigualdad de la renta de los hogares en un 30%.
Fedea suspende a la fiscalidad y se limita a reconocer que el mundo de los subsidios es el único soporte de la cohesión social. Algo grave en un modelo como el español implementado al compás de la Unión Europea y de sus tratados.
Todo el peso en la clase media
Los agujeros del entramado tributario español llevan al desagüe muchas de las bases de cotización. Los parches y desgravaciones se han ido sumando unas tras otras por diferentes motivos provocando al fin que los muy pobres y los muy ricos soporten en España –en términos comparados- casi la misma presión fiscal.
La idea de que los que más tienen más pagan «sigue siendo cierta», coinciden los investigadores, aunque con matices. La capacidad recaudatoria del sistema fiscal descansa sobre la clase media, pero la mayor presión recae sobre los humildes y los ricos.
El fraude fiscal en el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), la figura que aporta casi la mitad de la recaudación tributaria a las arcas públicas, se eleva hasta el 1,7% del PIB, lo que supone unos 20.000 millones de euros, según un estudio de Julio López Laborada, catedrático de Economía Pública de la Universidad de Zaragoza, en su polémico informe titulado El hueco que deja el diablo: una estimación del fraude en el IRPF, elaborado con datos de 500.000 declaraciones de la renta de 2008.
El texto, que fue presentado hace dos años, concluye que el mayor nicho de fraude está en las rentas del capital (intereses, dividendos y beneficios de operaciones de capital) y en las de actividades empresariales.
Casi la mitad de la renta de los profesionales y autónomos escapa al control del fisco. Rivera y Garinaco lo saben muy bien, pero hasta ahora no han querido despechar a su clientela. Cuando ellos se despierten, Leviatán seguirá estando a los pies de su cama, como el dinosaurio de Augusto Monterroso.