El IBEX fuerza el duelo económico entre Sánchez y Casado el 10-N
El sector empresarial cuestiona las estimaciones económicas del gobierno socialista, mientras crece la presión para que Sánchez no emule a Zapatero en 2008
El IBEX 35 no parece dispuesto a que Pedro Sánchez pase de puntillas sobre el parón económico al que se enfrenta España en su carrera hacia el 10-N. En apenas dos días, la CEOE, patronal de las grandes empresas españolas, y Funcas, fundación de la CECA en la que se integran bancos como Caixabank o Bankia, han dejado entrever que el Ejecutivo socialista está siendo demasiado optimista con sus previsiones económicas. Ninguno confía en que la economía española vaya a crecer más de un 2% este año y Funcas incluso anticipa que, en 2020, el crecimiento se ralentizará hasta el 1,5%.
El gobierno socialista, sin embargo, se resiste a mover su estimación de crecimiento del 2,2% para este ejercicio si no es por motivos técnicos. El Instituto Nacional de Estadística (INE) le ha puesto contra la espada y la pared porque al modificar el sistema de cálculo le fuerza a revisar su previsión. El Banco de España calcula que el ajuste equivale a dejar la previsión en el 2%, pero, para otros debería ser mayor. Funcas, por ejemplo, calcula que el deterioro de la situación económica debería robar otra décima a la estimación, para dejarla en el 1,9%.
Un movimiento en falso del PSOE en este ajuste, que recuerde a la continuada negación de la evidencia que supuso la campaña de José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Solbes en 2008, puede ser el detonante que espera Pablo Casado para encaminar de una manera más agresiva el debate electoral hacia el terreno económico.
Por ahora, el Partido Popular está empezando a trabajar esta idea con sutilidad: rodeándose de marianistas -que gobernaron en tiempos de crisis- y con una lluvia fina mediática para poner en valor su experiencia en gestión económica en vacas flacas, como defendía hace pocos días Pablo Casado, y que continúa.
Este jueves, el número 3 de la lista del PP al Congreso por Madrid, Adolfo Suárez Illana, afirmaba que «estamos ante una crisis que viene galopando» y que «pilla» a España «con muchísimas menos herramientas para capearla», por lo que ha pedido ser «muy cuidadosos» en asuntos como las pensiones. El Ejecutivo tiene por delante valorar, por ejemplo, cómo revisa el sueldo de los funcionarios y cualquier promesa, en un entorno de desaceleración, complica los compromisos de déficit.
El complicado papel de Nadia Calviño
Está previsto que el ministerio de Economía envíe a Bruselas su plan presupuestario para 2019 antes del 15 de octubre y ese documento, que podría desvelar gran parte del programa económico socialista, puede ser uno de los detonantes del giro en el debate si el escenario planteado es demasiado optimista. Nadia Calviño así lo confirmó el pasado viernes tras el consejo de ministros, reconociendo que se tendría que revisar la estimación del PIB para ajustarse al INE, pero insistiendo en el diferencial de crecimiento de España respecto a la Unión Europea.
Sánchez, por su parte, está tratando de focalizar la atención en rentabilizar la exhumación de Franco -que se podría producir a pocas semanas de las elecciones-, y que fue una de sus primeras promesas cuando fue nombrado presidente del gobierno. El otro vértice de su discurso es Cataluña y la reacción del gobierno de Quim Torra a la sentencia del Tribunal Supremo contra el procés. En las últimas semanas, ha endurecido su posición contra el soberanismo catalán, abriendo la puerta incluso a recuperar el artículo 155. Probablemente su estrategia sea mantener el foco de atención todo el tiempo que sea posible sobre estos dos elementos; esquivando los tambores de crisis económica, y estirando el efecto post-sentencia.
El presidente del gobierno en los últimos meses ha hilado fino al relacionar la ralentización a la que se enfrenta España con el contexto internacional –brexit y guerra comercial-; un discurso que Nadia Calviño comparte. La ministra ha reconocido el riesgo económico de dichos factores externos, sin entrar en alarmismos respecto al empleo o la creación de empresas, que lanzan mensajes preocupantes desde hace meses.
Calviño se parapeta en la reciente mejora del rating de España aprobada por S&P. La agencia de calificación crediticia explica que la mejoría se justifica en el control del déficit, que espera finalice el año cerca del nivel del 2%, y en el diferencial de crecimiento económico español sobre el europeo, aunque reconoce que espera una ralentización entre 2020-2022.