El hundimiento de Cifuentes amenaza con devastar el poder del PP
El PP sólo conserva el gobierno de cinco autonomías (Madrid, Galicia, Murcia, Castilla León y La Rioja). El final de Cifuentes activa todas las alertas
Alerta roja en el PP. La crisis en la Comunidad de Madrid amenaza con herir de muerte el poder de los populares y su secretaria general, María Dolores de Cospedal, intenta construir a cortafuegos a toda velocidad. Tras la dimisión de Cristina Cifuentes como presidenta madrileña, Cospedal ya ha dado la instrucción de relevarla también como líder del PP regional de Madrid. En menos de una semana, pretende un cambio de caras inminente, pero Cifuentes se resiste a una renuncia total y, de entrada, no piensa entregar su escaño en la Asamblea de Madrid.
La preocupación es máxima entre los populares. El partido se ha visto expuesto a un mes de continuo desgaste desde que trascendió, el pasado 21 de marzo, que Cifuentes obtuvo un máster en más que dudosas condiciones en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC).
Cifuentes fue escogida presidenta del PP de Madrid hace apenas un año
Incapaz de desmentir sus amaños en la URJC y luego abochornada por un vídeo donde sale retratada como una ladronzuela de supermercado, Cifuentes se ha convertido en la pesadilla de un PP a la deriva. A lo largo de 36 días, el goteo del caso Cifuentes ha sido una tortura para los populares.
La caída de la dirigente madrileña produce cierto vértigo. Fue escogida como presidenta del PP madrileño hace apenas un año. Pasaba por ser el baluarte de la regeneración en el PP y una apuesta clara de futuro. No queda absolutamente nada de todo ello. Ahora, en Génova (sede del PP), el mapa político de España está sobre la mesa. ¿Cómo retener los cinco feudos autonómicos que mantienen los populares? El azul del PP sólo alcanza a Galicia, Castilla y León, La Rioja, Madrid y Murcia.
Mariano Rajoy ha dado la instrucción a Cospedal de recomponer, en primer lugar, la estructura del PP de Madrid, una circunscripción clave en todas las victorias de los populares. Rajoy quiere una nueva dirección que supere el legado de Esperanza Aguirre y de Cifuentes y que proyecte «una nueva etapa».
Todo ello debe hacerse en un tiempo récord porque falta poco más de un año para las elecciones municipales y autonómicas (mayo de 2019). Perder Madrid sería tanto como presagiar una derrota en las generales. No hay triunfo electoral a nivel español que los populares no hayan construido sobre la capital de España.
Convertir en escombros su feudo más preciado atormenta a Rajoy, que sigue empeñado en alargar su gobierno cuanto pueda para hacer bueno su principal credo político: que el temporal amaine. El presidente quiere agarrarse a la recuperación económica de España para ofertar a los españoles un nuevo tiempo de prosperidad.
Pero la degradación amenaza con extenderse. El episodio de Cifuentes ha resultado sangrante. Su impacto deja en anécdota la dimisión hace un año de Pedro Antonio Sánchez como presidente de Murcia, acorralado por casos de corrupción.