El Govern exageró sus previsiones para el 14-F: ni 1.000 pacientes covid en UCI ni 200.000 confinados
El peor escenario posible del que advertía hace un mes el Govern no llegó. La pandemia pierde fuerza en Cataluña, aunque la presión hospitalaria cae lentamente
El 15 de enero, la Generalitat de Cataluña estimaba que hasta 200.000 personas no podrían ir a votar el 14-F por estar aisladas por ser positivos de Covid-19, contactos de un contagiado o sospechosos de infección. El 27 de enero, en un informe del Departamento de Salud entregado al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), la previsión había bajado a 132.000 personas.
En menos de dos semanas, el dantesco escenario del que advertía el Govern había perdido una tercera parte de una de sus cifras más alarmantes. Salud incluso habló de alcanzar el millar de pacientes covid en las unidades de cuidados intensivos (UCI), situando el pico de la presión hospitalaria provocada por la pandemia en la antesala de la cita electoral.
Cuando Pere Aragonès anunció el retraso electoral, el pasado 15 de enero, todos los mensajes de los gobernantes catalanes daban a entender que el coronavirus estaría aún más desatado en Cataluña un mes después; es decir, el día que estaban convocadas las elecciones. «Vienen semanas donde tenemos que evitar el colapso del sistema sanitario«, dijo aquella noche.
No es que pueda hablarse siquiera de ‘nueva normalidad’ actualmente en la comunidad, pero aquellas previsiones sí que resultaron cuando menos hiperbólicas. El pico de ingresados por Covid-19 en UCI sí llegó, pero entre finales de enero y principios de febrero. La estabilización desde entonces ha sido lenta, pero constante. Y, dichosamente, los 1.000 pacientes en UCI no llegaron.
La Covid en Cataluña, antes y ahora
Es cierto que muchas cosas daban miedo el 15 de enero, cuando el Govern finalmente firmó el decreto de aplazamiento electoral, que después fue anulado por la justicia. Tras las Navidades todos los datos epidemiológicos incrementaron a niveles preocupantes y nada más empezar el año la Generalitat impuso nuevas restricciones ante el caos sanitario.
Ese día había más de 2.500 pacientes covid ingresados, de los cuales había 500 en UCI. Estas cifras, como ya se ha mencionado, siguieron subiendo hasta finales de enero y principios de febrero, hasta alcanzar casi 3.200 ingresados y más de 700 graves en UCI. Ese fue el pico, y desde entonces ha descendido lentamente. Este viernes, Salud computó 666 en UCI y menos de 2.400 hospitalizados en total.
El 15 de enero se notificaron 4.324 positivos en la comunidad. Este 12 de febrero, dos días antes de las elecciones, fueron menos de 2.000. La incidencia acumulada el 15 de enero en Cataluña era de 561 casos de coronavirus por cada 561.000 habitantes en 14 días; este viernes fue de 344,84.
El año empezó con la Covid-19 desplazándose de forma exageradamente veloz por la región. La velocidad de reproducción del virus (Rt) era de 1,50 el 1 de enero; es decir, una persona infectada a 1,5 personas más. El 15 de enero había bajado a 1,18. Este viernes estaba por debajo de 1, como lo ha estado desde el 19 de enero. La última Rt es de 0,81.
Y es gracias a la notable mejora en los indicadores sobre la velocidad de propagación del virus y la incidencia acumulada que el cálculo del riesgo de rebrote ha caído estrepitosamente. El riesgo de rebrote llegó a su pico de 847 puntos el 13 de enero, estaba en 755 el día 15 de ese mes, y este viernes era de 366.
El toque del TSJC al Govern
El Ejecutivo catalán no falló al prever que aumentarían los hospitalizados y casos graves en UCI, pero su vaticinio no adivinó exitosamente cuándo iba a pasar eso y hasta qué punto iba a llegar la presión sobre el sistema sanitario. Y también puede verse ahora cómo el revés judicial obligó al Govern a tomar más medidas para celebrar elecciones con garantías.
Así, mientras la defensa de la Generalitat alegaba ante el TSJC que la decisión a tomar sobre el aplazamiento electoral debía considerar que «se corre el riesgo de vulnerar el mismo derecho de miles de personas» que no podrían votar por estar confinadas, los responsables del dispositivo electoral anunciaban que los positivos de Covid sí que podían votar, en una franja recomendada de 19.00 a 20.00 horas.
El alto tribunal catalán, en el fallo final que anuló el retraso electoral, respondió a estos argumentos del Govern señalando que es de esperar que en cada elección haya personas que no puedan votar por motivos de enfermedad, y apuntó que las peores previsiones del Govern representaban en torno al 2,5% del censo electoral.
Asimismo, la sentencia subraya que las alarmantes previsiones del Govern «se basan en estimaciones». El auto del TSJC, con un voto discrepante, recoge en sus conclusiones que la «incerteza» que genera la pandemia es ineludible, pero entiende que hasta ese momento se mantenían «las garantías de seguridad sanitaria» mínimas para poder celebrar las elecciones.
En la campaña electoral, la práctica totalidad de los candidatos de los partidos han mostrado confianza en el dispositivo electoral de la Generalitat. Pero justo antes de que iniciara la campaña, el propio TSJC mostró su confianza. Las medidas adoptadas, dijo, indican que «no hay causa de fuerza mayor que impida la celebración de los comicios«.