El exjefe de los Mossos abandona a Puigdemont
El mayor Trapero revela que el 27-O tenía un plan por si había que detener al expresident y el resto del gobierno de la Generalitat
El mayor José Luis Trapero vivió los meses previos al 1-O con la misma «incomodidad» que ese verano llevó a dimitir al conseller de Interior Jordi Jané y a director general de Policía de la Generalitat Albert Batlle. Él, en cambio, se quedó en su puesto, pese a la «deriva política» en Cataluña precipitada por la espiral unilateral en la que entró el gobierno de Carles Puigdemont, y por eso sigue pasándolo mal ahora, procesado por la Audiencia Nacional. Claro que, este jueves, pasó cuentas.
Trapero no solo accedió a declarar en el Tribunal Supremo pese a que podía ahorrárselo por su condición de acusado en otra causa, sino que, además de defender sin fisuras la actuación de los Mossos d’Esquadra en torno al 1-O, no titubeó a la hora de señalar las responsabilidades de Puigdemont y su gobierno. Los Mossos, contó Trapero sin ambages, advirtieron al president en dos ocasiones de los graves riesgos de seguridad ciudadana que comportaba seguir adelante con el referéndum, que había sido declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.
Eso sí, Trapero dio una de agua caliente entre tanto jarro de agua fría y afirmó igualmente que nunca recibió consignas de Puigdemont, el conseller de Interior Joaquim Forn o cualquier otro miembro del ejecutivo catalán sobre cómo debían actuar los Mossos el 1-O. En el cuerpo, explicó, el hecho de que el mismo Govern fuera el que estuviera impulsando un acto ilegal que la policía catalana debía impedir generaba «inquietud», pero Forn dejó claro que los Mossos debían cumplir las órdenes que recibieran.
Al fin y al cabo, el mayor, que no eludió ninguna de las preguntas que le hicieron a lo largo de su declaración, una de las más largas en lo que va de juicio, basculó entre el reproche a los responsables políticos y una defensa cerrada del comportamiento de los Mossos, tanto durante el registro del 20-S al departamento de Economía de la Generalitat como el mismo 1-O, y de su independencia respecto de la voluntad política del gobierno catalán.
Plan para detener a Puigdemont
Para subrayar esa independencia, de hecho, reveló que el 27-O, el día de la simulada declaración de independencia del Parlament, se ofreció por si había que detener a Puigdemont y el resto del gobierno catalán, una eventualidad para la que los Mossos tenían preparado un dispositivo específico. En uno de los clímax de su declaración, concretó que descolgó el teléfono para comunicar a la fiscalía y el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) que los Mossos estaban a disposición «por si había que hacer un operativo». «¿Para qué?», preguntó el abogado de Forn. «Para la detención del president y los consellers».
El testigo no escatimó pullas al govern Puigdemont por su «irresponsabilidad», término que usó hasta en dos ocasiones para referirse a Forn, y, como ya hizo el lunes el comisario Emili Quevedo, ratificó lo que ya habia contado el también comisario Manuel Castellví: que, en dos reuniones el 26 y el 28 de septiembre, el mayor pidió a Puigdemont, Forn y el vicepresident Oriol Junqueras que se diera marcha atrás con el referéndum porque existía el riesgo de que la jornada derivara en “una escalada de violencia”. Y que no hubo manera.
Marchena pregunta a Trapero
Trapero, al que el propio Marchena preguntó por la cuestión al final del interrogatorio tras haber vetado horas antes una pregunta en el mismo sentido del fiscal Javier Zaragoza, evitó utilizar esos términos, que en todo caso, constan en el informe del que Castellví dio cuenta en la segunda de esas reuniones. Pero fue rotundo.
La primera cita, la del 26, la pidió el mayor tras haber recibido ya instrucciones de la fiscalía para parar el referéndum y viendo que la Generalitat seguía en sus trece. Y, acompañado por sus segundos Ferran López y Juan Carlos Molinero, instó a Puigdemont y Forn «al cumplimiento de la legalidad». Pero, como Castellví, admitió que salió de ahí con las manos vacías.
La segunda fue tras haber recibido también el auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que fijaba los parámetros para impedir el 1-O. Trapero pidió a Forn que, además de Puigdemont, Junqueras (ausente del primer encuentro) y él mismo, también asistiera la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, pero esta no hizo acto de presencia.
Los riesgos del 1-O
Llegados a ese punto, el mayor se explayó. Contó que allí advirtió del riesgo que suponía “seguir adelante” porque el 1 de octubre habría “alrededor de 2 millones de personas con intención de hacer algo y 15.000 policías que en cumplimiento de una orden judicial iban en sentido contrario”, lo que “iba a provocar necesariamente problemas graves de orden público y de seguridad ciudadana”, con 40 puntos además identificados como especialmente problemáticos a priori y en los que los Mossos esperaban encontrar a elementos conflictivos que ya habían incendiado otras protestas no necesariamente de cariz independentista.
Según Trapero, los mandos policiales, con él a la cabeza, insistieron en pedir al president, el vicepresident y el conseller que acataran la legalidad y subrayaron que los Mossos cumplirían la Constitución y que no se alineaban con el proyecto independentista.
También recordaron que políticos y mandos policiales estaban notificados personalmente por el Constitucional, por lo que asumían riesgos personales, y dijeron sentirse molestos por algunas declaraciones efectuadas por Forn y algún otro miembro del govern —que Trapero identificó primero con el conseller de Presidencia y ahora también procesado Jordi Turull pero después admitió no poder asegurar que fuera él— y que «confundían a la gente respecto de cual era el papel de los mossos el 1-O». Que no podía ser otro, aclaró, que el de cumplir las órdenes judiciales de tratar de impedir el referéndum.
Todo fue en vano. Aunque, eso sí, al menos no hubo consignas políticas. «Hagan el trabajo que tengan que hacer», fue la respuesta del president. Eso es lo que le concedió Puigdemont a Trapero entonces, y eso es lo que le concede ahora Trapero a Puigdemont.