La vicepresidenta del Pdecat plantea la disolución del partido
Dirigentes del Pdecat muestran su estupefacción ante la iniciativa de Míriam Nogueras, del círculo de Puigdemont, para liquidar la formación
El número dos de cualquier organización —sea política, económica o cultural— suele encargarse de dibujar los planes de crecimiento y viabilidad de la entidad. Suele estar en el puente de mando para proyectar los planes de prosperidad y las ambiciones de futuro. No es el caso de la vicepresidenta del Pdecat, Míriam Nogueras, una de las fieles a Carles Puigdemont, cuya misión en el partido es liquidarlo.
El pasado viernes, durante la última reunión de la dirección ejecutiva del Pdecat, Nogueras volvió a dejar estupefactos a sus compañeros de dirección al plantear, nada más y nada menos, que la disolución del partido.
Nogueras, que trabaja al dictado de Puigdemont desde que accedió a la vicrepresidencia del Pdecat en el último congreso —el que defenestró a la coordinadora nacional, Marta Pascal—, llevó ante la dirección ejecutiva la idea de liquidar la formación heredera de CDC. Y lo hizo mientras el presidente de la formación, David Bonvehí, intenta reordenar el espacio postconvergente sin desfigurar el proyecto ni la influencia del Pdecat dentro de Junts per Catalunya (JxCat).
La iniciativa de Nogueras provocó una enorme tensión en la cúpula del Pdecat. Dirigentes forjados en Convergència durante años como Ferran Bel y Montserrat Candini no salían de su asombro al escuchar la propuesta de la vicepresidente, quien nunca ha tenido manías a la hora de tratar de colocar el partido al servicio de los planes de Puigdemont.
El círculo de Puigdemont
Todo ello se produce a falta de pocos días para que el Pdecat tome decisiones estratégicas respecto a su futuro: este sábado está convocado un consejo nacional que debe determinar el devenir de la formación.Y frente a Nogueras, que siempre obtiene el apoyo de figuras de poca ascendencia como Lourdes Ciuró y Montse Morante (con carnet de la Crida Nacional per la República, el artefecto político de Puigdemont), otros dirigentes intentan preservar el perfil propio del partido sin entregar las armas al líder instalado en Bélgica.
Puigdemont espera que los suyos tomen el control efectivo del Pdecat, con todo lo que eso implica, sobre todo el control de la caja que proporcionan los derechos electorales.
El expresidente de la Generalitat muestra un enorme desinterés por la vida interna de partido, pero no quiere contrapoderes ni obstáculos para sus planes, consistan estos en buscar la confrontación en el Congreso de los Diputados en plenas conversaciones de PSOE y ERC o en manejar listas electorales. Esa era la idea a la hora de situar a Nogueras en la vicepresidencia: despejarse el camino.
Con unas elecciones catalanas que pueden caer más pronto que tarde, el entorno de Puigdemont intenta acabar con todo tipo de resistencias internas y lo hace jugando con una ventaja: los dirigentes de mayor influencia en el Pdecat son partidarios de un entendimiento con el expresident porque reconocen que es uno de sus mejores activos, si no el único, a estas alturas. Pero muchos de los más destacados dirigentes del Pdecat están dispuestos a rebautizar el proyecto y a hacer concesiones, pero no a borrarse.
Quienes, en cambio, defenden que la formación rompa lazos con Puigdemont e inicie una vida propia son minoría. En este contexto debe celebrarse un consejo nacional que llega más cargado de tensión que nunca y con su vicepresidenta defendiendo el fin del partido pese al largo proceso participativo interno desplegado a nivel territorial para definir el rumbo del Pdecat y cuyas conclusiones deben debatirse de forma inminente.