El drama del ocio nocturno: «Abro pese a las pérdidas, o nos adaptamos o morimos»
Antonio Extremera forma parte de uno de los sectores más golpeados por la pandemia. De sus seis locales dos todavía permanecen cerrados pero, pese a las restricciones, lo tiene claro: adecuará el negocio y abrirá. "La otra opción es desaparecer", asegura.
Hace justo un año Antonio Extremera disfrutaba de unas vacaciones con su hija en Nueva York cuando la pandemia de coronavirus irrumpió en cada esquina del mundo. El 12 de marzo de 2020, los Estados Unidos anunciaron que interrumpían cualquier vuelo con Europa a partir de las 00.00 horas. Antonio marchó al aeropuerto sin dudarlo a ver si, con suerte, un avión le podía llevar de vuelta a Madrid. Allí le esperaban seis locales de ocio nocturno que gestionar y unas 125 personas que temían por sus empleos en el momento en el que el Gobierno decretó el primer estado de alarma y paralizó por completo la economía.
Un año más tarde, y con dos de sus negocios todavía cerrados, Antonio recuerda cómo vivió aquellos primeros días: “Será por mi forma de ser, pero en ningún momento me vine abajo”, explica a Economía Digital desde uno de sus bares, La Taberna del Chato, situado en el mismo centro de la capital. “Pensé que esto era una cosa gorda, que nos había caído a todos, pero que era un momento para reinventarse”, continúa.
Y esta es la misma idea que mantiene doce meses después tras haber pasado casi cinco sin ingresar un euro; haber sentido el subidón del verano en el que parecía que la crisis sanitaria llegaba a su fin; para, finalmente, volver a sufrir unas restricciones estrictas en las que los toques de queda le obligaron a bajar la persiana de nuevo en sus discotecas: Samsara y La Cartuja. Todo ello sin recibir ninguna ayuda más allá de los ERTE. “Nos hemos encontrado con muchos palos en las ruedas”, lamenta.
Discotecas y bares al borde del abismo
“Estamos al borde del abismo, con muchas deudas, pero con muchas ganas de salir adelante”. Y, aun así, al ser preguntado por si tiene intención de abrir las salas de fiesta en algún momento a pesar de las limitaciones y la ausencia de apoyos institucionales responde: “¡Claro! Estoy a la expectativa, veremos que pasa en Semana Santa, pero cuando pase lo haré. Un local cerrado tiende a diluirse y desaparecer”.
«Un local cerrado tiende a diluirse y desaparecer”
Antonio Extremera, empresario del ocio nocturno
Reabrir un negocio de ocio nocturno en los tiempos que corren supone un alto riesgo, por no decir que es un suicidio. Cada mes que pasa Antonio suma pérdidas que rondan los 30.000 euros y, si abre, los ingresos no cubren los gastos. La actividad que normalmente empezada en torno a las once de la noche ahora se traslada a las cinco de la tarde. Y aún pasará mucho tiempo antes de que las discotecas vuelvan a ser lo que eran.
“Ejercemos la actividad de manera incomoda -explica Antonio- una discoteca es para bailar, tomar copas y relacionarte”. “Si obligas a la gente a estar sentada y, en el momento que se ponen de pie y bailan los tratas como si fueras delincuentes se produce algo que es antinatural”, reconoce. Pero una cosa tiene clara: si apuesta por el cierre su futuro más inmediato es la desaparición.
Antonio Extremera: “O te habitúas al nuevo entorno o te zampan”
“A mí si a mi me dicen que no me preocupe y que el 1 de septiembre estará todo solucionado, yo cierro los locales, pido un crédito y no me voy de vacaciones hasta que pague todo lo que tenga que pagar”, señala Antonio. Pero el problema es que la crisis de la Covid-19 parece no terminar nunca. De momento, el 30% de su plantilla todavía está sujeta a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
“Esto va a ser una evolución muy lenta a la cual tenemos que ir adaptándonos, o te habitúas al nuevo entorno o te zampan y, como no quiero que nadie destruya ninguna de mis empresas, tendré que aceptar las normas del juego e invertir más en los locales”, asevera el también propietario de Cervecería El Diario, Manamá y Marta Cariño.
Mesas en discotecas, más asientos, limitaciones en el suelo, espacios seguros y distancia de seguridad son algunas de las medidas que ha tomado Antonio en sus negocios en su intento de adaptarse a la nueva realidad. “Esto supone aún más dinero, habrá que negociar la financiación y aguantar el temporal”, indica. “Eso sí, si realizamos esta inversión para que luego nos vuelvan a decretar el cierre. Eso ya…”, señala.
Solución para el ocio nocturno: test instantáneos en cada local
Una de las soluciones que propone este empresario es contar con pruebas rápidas de detección precoz del coronavirus en cada local. “Si antes de entrar a la discoteca te haces un test que te dé el resultado al momento se solucionarían muchos problemas”, afirma.
Pese a todo el optimismo que intenta trasladar Antonio a sus compañeros del sector de la hostelería, prevé que no sea hasta dentro de dos o tres años cuando vuelva la normalidad tal y como la conocíamos. “Quizás en las navidades del año que viene empezamos a notar la mejoría”, asevera. Aun así, tiene un temor: que el virus se haga resistente a las vacunas.
“Si antes de entrar a la discoteca te haces un test que te dé el resultado al momento se solucionarían muchos problemas”
«Ese es mi mayor miedo y lo peor que nos podría pasar”, insiste. Sin embargo, de momento pide a las personas que estén en su misma situación que traten de ver este periodo como un aprendizaje. “No conseguimos nada agobiándonos”, apunta.
Extremera, sobre las ayudas: “Es imposible recibir un euro”
El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó el pasado viernes un paquete de ayudas para empresas y autónomos de 11.000 millones de euros. Los empresarios del ocio nocturno han exigido al Ejecutivo que diseñe un plan de rescate exclusivo para paliar las pérdidas de su sector. Según la plataforma España de Noche, el 29,8% de las discotecas y bares de copas han echado el cierre. Y es que, según critica Antonio, “para ser un sector estratégico para la economía no nos han tratado con dignidad”.
“España y Madrid dependen mucho del turismo -reflexiona el empresario- los turistas vienen a ver el museo del Prado, por supuesto, pero también vienen porque nuestra oferta de ocio y gastronomía es la mejor de Europa”. En comparación con otros países como Alemania o Italia considera que las subvenciones han sido insuficientes y, en su caso, no ha visto ni un euro.
“Para ser un sector estratégico para la economía no nos han tratado con dignidad
“Y eso que yo he echado a todas las ayudas que iban saliendo, por pequeñas que fueran”, argumenta. “A mí que no me digan que no las he pedido -asevera- he llamado a cada puerta, si salía una de mil euros del Ayuntamiento para alquileres yo la pedía a pesar de que pago 15.000 euros en total”. “Pero, te ponen tantas trabas burocráticas que así es imposible”, aclara.
Respecto al plan de rescate del Gobierno, Antonio se divide entre el optimismo y el escepticismo. “Esperemos que nos toque algo, para Bankia hubo rescate”, compara. Y concluye: “No me gusta pedir ayudas, me gusta buscarme la vida, pero en estas situaciones o te echan una mano o mueres. La solidaridad empieza por apoyar a la gente, a los que nos hemos llevado el golpe más duro. Los primeros en cerrar los últimos en abrir”.