El dilema de Llarena: su última carta con Puigdemont eternizaría el pulso
El juez Llarena estudia elevar al Tribunal de Justicia de la UE la decisión alemana sobre Puigdemont, pero eso conllevaría posponer la causa contra él
El juez instructor del Tribunal Supremo Pablo Llarena se resiste a aceptar la entrega del expresidente Carles Puigdemont tan solo por el delito de malversación, porque eso implicaría no poder juzgarlo por rebelión y generaría en consecuencia un agravio comparativo con los otros 14 acusados por ese mismo delito en la causa del procés.
Llarena tiene la opción de rechazarla directamente, lo que dejaría a Puigdemont en libertad y sin cuentas pendientes con la justicia española siempre y cuando no ponga un pie fuera de Alemania. Pero en el Supremo se entiende que, tras el pitido del árbitro alemán, aún hay partido, y baraja otras opciones antes de renunciar definitivamente a poder procesarlo por rebelión.
La prórroga que se plantea consiste elevar un recurso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), para que el organismo, intérprete último de la legislación europea, resuelva si el Tribunal Regional Superior de Schleswig-Holstein se ha extralimitado en sus funciones al rechazar la extradición por rebelión. Claro que entonces la cosa iría para largo.
Dos vías para llegar al TJUE
La carta del TJUE tiene dos vías, según explica la catedrática de derecho constitucional de la Universitat Autònoma de Barcelona Teresa Freixes. Una, la más directa, es que sea el propio Supremo el que eleve la cuestión al alto tribunal europeo.
La segunda, explica Freixes, es más alambicada, y podría activarse si Puigdemont recurre su extradición ante el Tribunal Constitucional Federal alemán, como sus abogados ya han anunciado que harán. En ese caso, la fiscalía alemana podría personarse en el caso y solicitar una cuestión prejudicial al TJUE para dilucidar la cuestión.
Sea cual fuere la vía escogida, la decisión de este organismo sería de obligado cumplimiento, de manera que el tribunal de Schleswig-Holstein tendría que ejecutar la euroorden en los términos que fijara el alto tribunal europeo.
El recurso al TJUE podría retrasar de manera sustancial el inicio del juicio, previsto para el próximo otoño
El dilema, uno más, al que se enfrenta Llarena, que está ultimando la instrucción, es que ese recurso al TJUE podría retrasar de manera sustancial la resolución del embrollo.
La previsión es que el juicio de la causa del procés arranque el próximo otoño, y esa dilación forzaría a abrir una pieza separada para juzgar más adelante a Puigdemont, porque, si fuera el Supremo quien planteara directamente la cuestión, advierte Freixes, estaría obligado a paralizar la causa contra él y esperar a la sentencia del tribunal de Luxemburgo, que puede tardar meses o incluso más de un año en resolverla.
Y si es la fiscalía alemana, pese a no existir esa obligación, Freixes considera que esperar seguiría siendo “lo más razonable”. El caso es que la prórroga por la entrega del expresident puede durar más de lo que hasta ahora ya ha durado el partido.