El Congreso da la espalda a la manifestación de la plantilla de Nissan
Alrededor de 1.200 trabajadores se manifiestan en Madrid pidiendo un futuro para la fábrica de la multinacional en Barcelona
Las protestas por el cierre de la fábrica de Nissan en Barcelona llegaron a Madrid. Más de 1.200 trabajadores de la fábrica de Zona Franca (Barcelona) y sus satélites en Montcada y Sant Andreu exigieron «futuro real» a la compañía ante el Congreso de los Diputados, que apenas reaccionaron ante las demandas de la plantilla.
Unos 1.200 manifestantes, según la policia, recorrieron el Paseo del Prado bajo consignas como «Nissan se independiza» o «Madrid, escucha, es Nissan en la lucha» hasta llegar al Congreso. Allí apenas les recibieron el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, y Oskar Matute, de Bildu.
Ataviados con camisetas con el lema «#FuturoParaNissanYa», los trabajadores se trasladaron a la capital apenas horas después de que la dirección de Nissan Motor Ibérica insistiera en justificar el cierre de las plantas industriales de Cataluña, en el transcurso de la segunda reunión de mediación convocada por la Generalitat.
Sin embargo, los sindicatos insisten en retirar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que supondría 2.525 despidos.
Entre cohetes y petardos, los participantes en la manifestación, que la organización eleva a 1.500, también han lamentado la falta de respaldo que han recibido por parte de los líderes políticos. «¿Dónde están Pablo Iglesias, Pablo Casado y Santiago Abascal? ¡Nos hemos comido 600 kilómetros y aquí no sale nadie!», lamentaba a voces un trabajador.
Cuando los gritos de «Pedro Sánchez, mentiroso» comenzaban a resonar en el ambiente, Rufián irrumpía al otro lado del cordón de seguridad, situado a pocos pasos del Congreso, agitando el puño en señal de apoyo a los manifestantes.
Manteniendo siempre la distancia interpersonal, el portavoz de ERC se ha interesado por la situación de Nissan, y ha dialogado con varios integrantes de las protestas, que le han hecho entrega de una de sus camisetas, mientras a lo lejos parecía acercarse su compañero, Joan Capdevila.
Minutos después, una pequeña comitiva enfilaba hacia el interior de la Cámara Baja, donde estaba previsto que hiciera entrega de un manifiesto a los distintos grupos parlamentarios.