El CIS debilita a Casado y llena de dudas su futuro como líder
El PP de Casado no logra despegar en las encuestas pese a la crisis económica y social. Voces del partido consideran que no da la talla
Pablo Casado no despega como líder del PP. A pesar de la contundente crisis económica y social que atraviesa España —un contexto inmejorable para que la oposición desbanque al Gobierno—, los populares no logran atrapar al PSOE en las encuestas. En ninguna. Sufren miles de trabajadores, sufren miles de autónomos y de empresarios, pero no se intuye un vuelco de la situación política. Y en el PP comienzan a prodigarse las críticas en voz baja: «Casado no da la talla».
El último sondeo del CIS detecta un fenómeno ya reflejado por otras encuestas: ni Vox ni Ciudadanos gozan de buenas perspectivas, pero el PP apenas se beneficia de ello. «A veces parece que hasta que no se acaben los ERTE y pasemos a los ERE y hasta que no esté media España en la ruina, no vamos a lograr despegar», dicen voces del PP con cierto desespero.
Al líder del PP, según los críticos, no le acompañan ni la falta de cintura en el Congreso, ni dirigentes que le rodean, ni una línea política que juzgan errática (a veces propositiva, a veces beligerante).
Un diputado del Congreso pone un ejemplo reciente sobre la falta de cintura: «Este miércoles (por ayer) Sánchez ha concretado la fecha del 16 de julio para el homenaje civil a las víctimas del coronavirus. Es algo que Casado lleva pidiendo hace más de dos meses. Pero tras el anuncio de Sánchez no se ha movido del guion que llevaba escrito sobre la gestión fracasada del Gobierno».
El círculo de Casado
Del equipo que rodea a Casado, hay una figura que concentra el grueso de las críticas: Cayetana Álvarez de Toledo. La portavoz parlamentaria tiene de uñas a numerosos dirigentes populares, hartos de sus intervenciones por libre, puesto que demasiado a menudo dejan fuera de foco el discurso del PP (el de Casado incluido). Las críticas van más allá de su protagonismo y también se dirigen a la falta de interlocución con otros grupos, una misión básica de la figura de la portavoz parlamentaria que «no está llevando a cabo».
Y, finalmente, sobre la línea política del líder del PP existe desconcierto. Tan pronto aparece Casado para aporrear al Gobierno como para ofrecer su total disposición a firmar pactos. Unas veces parece sobreactuar para que Sánchez se vaya de rositas y otras modera el tono para que su oposición no pueda confundirse con la de Vox.
Casado: «Ninguna confianza»
Los dirigentes del PP se resisten a dar credibilidad a los estudios del CIS de Tezanos, particularmente con todo aquello relacionado con la intención de voto. Pero miran la letra pequeña de los estudios y se fijan en una pregunta que se repite barómetro tras barómetro: «Pablo Casado le inspira, personalmente, mucha confianza, bastante confianza, poca o ninguna confianza?». En abril, un 34,1% de los encuestados respondió ninguna confianza. En mayo, ya era el 39,9%. Y en junio el porcentaje alcanza el 46,6%.
¿Va todo mal en el PP? La respuesta, obvia, es que no. Pero lo que va bien resulta más atribuible al acierto de dirigentes territoriales (en particular los del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y los del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida) que no al rumbo de la dirección nacional.
Atento al vuelo que ambos han logrado alcanzar durante la pandemia, el CIS ya los ha identificado en la lista de preferidos a la presidencia del Gobierno. Feijóo figura desde abril y Almeida desde junio. Lo notorio es que el PP es el único partido en el que aparecen otros favoritos a presidente distintos al líder del partido.
Gana Feijóo en Galicia, pierde Casado en País Vasco
En este contexto arranca esta semana de forma oficiosa este domingo la precampaña de las elecciones vascas y gallegas. Una doble cita algo diabólica para Casado que el líder del PP intenta disimular con un reparto equitativo de su agenda electoral.
El presumible éxito de Feijóo en Galicia —está en condiciones de repetir la mayoría absoluta— difícilmente será atribuible a Casado. El presidente gallego fue el primero en alzar la voz contra la dirección del partido tras la debacle del PP en las generales de abril de 2019, en aquellas en que el PP se hundió al perder 71 diputados (de 137 a 66 escaños). Exigió moderación después de que Casado regalara al centro al PSOE, obsesionado por competir con Vox.
Feijóo ha hecho su propio camino sin plegarse a las exigencias de la dirección del PP. Se negó a formar una lista con Ciudadanos, tal y como quería Génova, y piensa exhibir a Rajoy durante la campaña. Casado, pese a todo, ha conseguido hacerse hueco en la fiesta y participará en cinco o seis actos de campaña para anotarse el éxito (si se confirma).
La situación, en cambio, es muy preocupante en País Vasco, donde la dirección nacional del PP apartó a Alfonso Alonso y rescató de urgencia al aznarista Carlos Iturgáiz para sellar una candidatura junto a Cs. Será la primera experiencia electoral al estilo España Suma y no existe nada parecido a un buen presagio. Más bien todo lo contrario.
Llegado ese fracaso, arreciarán las críticas y, con toda seguridad, dejarán de ser murmullos.