El chantaje a ERC: Quim Forn se ofrece como candidato de quita y pon
24 horas después de anunciarse como alcaldable, Quim Forn se suma a una ofensiva coordinada para arrastrar a los republicanos a una lista unitaria
Apenas 24 horas después de certificar lo que era ya un secreto a voces, que encabezaría la lista que el Pdecat negocia, y sigue sin cerrar, con Junts per Catalunya (JpC) y la Crida Nacional per la República, el exconseller Joaquim Forn se ofreció este jueves a renunciar a ser el alcaldable de la candidatura si con ello se puede conseguir pactar una candidatura conjunta en la que también se integre ERC, que hasta ahora ha hecho oídos sordos a todas las peticiones para confluir con el entorno posconvergente, tanto en las municipales como en las europeas.
«Hasta el último momento, hasta el mes de abril, cuando hay que presentar las candidaturas, estaré abierto a apartarme si veo la posibilidad de que haya una lista conjunta» porque «la dispersión de candidaturas [independentistas] no es una buena noticia», dijo Forn en una entrevista por escrito en Catalunya Ràdio.
El exconseller solo puso una condición: que no sea «para hacer una lista de nombres, sino un equipo con confianza absoluta entre nosotros», algo que cree posible por su buen entendimiento con el alcaldable de Esquerra en Barcelona, Ernest Maragall, que el martes lo visitó en la prisión de Lledoners y el miércoles se abrió a buscar formas para evidenciar «la unidad del independentismo».
Maragall eso sí, dejó claro que se refería a pactos postelectorales, no a una lista unitaria, una opción de la que Esquerra, que ya hace meses que en todas las encuestas le come terreno al Pdecat, no quiere oir ni hablar.
En el Pdecat, JpC y la Crida, el nuevo movimiento político de Carles Puigdemont, conocen perfectamente las ampollas que levanta en Esquerra la mera mención de una lista conjunta, pero en política tan importante cargarse de razones como sin dejar sin razones al rival; quedar bien como dejar mal al otro.
Así que eso no ha sido óbice hasta ahora para que se sucedan las ofertas a los republicanos, probablemente más destinadas, en clave de calculo preelectoral, a recopilar negativas de estos y así desgastarles a ojos del electorado independentista que a conseguir una respuesta afirmativa.
Aprovechando el golpe de efecto
El caso es que, tras el golpe de efecto que supuso el anuncio de que Forn liderará esa candidatura aún a medio hacer, se ha reactivado el pressing a ERC en aras de la unidad, verbalizado también el mismo miércoles por la portavoz del govern, Elsa Artadi.
«Poneos de acuerdo», les reclamó en un acto de la Crida a Maragall y Forn, pese a que ella misma sigue sin aclarar si finalmente dejará el govern para asumir ser la número dos de Forn, como quieren Puigdemont y JpC, pero no el Pdecat, que no ve esa opción con buenos ojos. Poco importa. El caso es que Artadi pedía pacto y 12 horas después, como siguiendo un guión perfectamente calculado, Forn ofrecía su paso al lado en aras del pacto.
Y, mientras, perfectamente sincronizados los relojes, el mismo Quim Torra, se sumaba este mismo jueves a la ofensiva. Entrevistado en RAC1, el presidente de la Generalitat reclamaba «a todos los candidatos independentistas» al Ayuntamiento de Barcelona «que se sienten, hablen y se discutan, es igual», pero que consigan pactar una única candidatura. «Necesitamos a un alcalde independentista en la capital de Cataluña», imploró.
Tres meses más de pressing
La nueva ofensiva contra ERC, como apunta el mismo Forn, puede prolongarse hasta finales de abril, que es cuando se agota el plazo para presentar las candidaturas a las elecciones del 26-M.
El pressing preelectoral se hace coincidir además con las nuevas operaciones activadas por Puigdemont y su entorno para desgastar a los republicanos. Por un lado, la activación de la ponencia para impulsar una reforma del reglamento del Parlament que avale una investidura a distancia, lo que permite a JpC volver a amagar con la restitución de Puigdemont al frente de la Generalitat, una maniobra que ERC y el presidente del Parlament, Roger Torrent, uno de los hombres fuertes de los de Junqueras, no ven con buenos ojos por entender que se enmarca más en la línea de la gesticulación estridente que en la de la gestión efectiva.
Y, por otro, el recurso presentado por Puigdemont ante el Tribunal Constitucional contra la decisión de Torrent y la Mesa del Parlament de privarle de seguir delegando su voto, un paso que JpC justifica como necesario en la línea de defensa del expresident pero que los republicanos han encajado como un ataque directo de sus socios de gobierno, aunque han evitado el choque frontal y han optado por la Guerra Fría, remarcando en cada declaración pública la contradicción política que supone que Puigdemont recurra al TC español una decisión tomada en el seno del Parlament de Cataluña.