El ascenso de Pedro Sánchez dinamita a la oposición
Sánchez, con la revolución en el equipo de ministros, ha crecido y ha provocado que los demás partidos reconsideren su estrategia
Hasta en las doloridas filas del Partido Popular se reconoce, con la voz muy baja, que Pedro Sánchez está confeccionando «un pedazo de gobierno». El cuentagotas en la comunicación o filtración de los miembros del próximo Ejecutivo ha funcionado de maravilla, como una cadencia asonante que va in crescendo.
De momento, ninguna pega. Y nombramientos sorprendentes y atrevidos como los de Fernando Grande Marlaska en Interior y Màxim Huerta en Cultura.
El primer nombramiento, el de Josep Borrell al frente del Ministerio de Exteriores, fue un bombazo lleno de advertencias y mensajes. El político catalán, con amplia experiencia en gestión -fue ministro con Felipe González– y en asuntos europeos -fue presidente del Parlamento de Estrasburgo- es la bestia negra del independentismo.
Borrell tiene prestigio de ser muy competente en las instituciones europeas
En la memoria, el debate en el que trituró a Oriol Junqueras con muchos más datos que quien entonces era vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía.
Este nombramiento para dirigir la cartera de Exteriores fue muy bien recibido en las instituciones de la Unión Europea, donde Borrell tiene prestigio de ser muy competente.
El independentismo rabia con Borrell
Al contrario, fue un aldabonazo en las filas secesionistas, conscientes de que, si había alguna duda sobre la posición de Sánchez con respecto a la crisis catalana, Borrell es una garantía más de firmeza en defensa de la ley y de rigor para desmontar el relato secesionista dentro y fuera de España.
Da toda la impresión de que la cadencia en la que se han ido conociendo los nuevos ministros es una excelente operación de marketing.
La presencia de mujeres no ha pasado desapercibida. Ha sido elogiada en círculos políticos europeos y por medios de referencia, como Le Monde y la BBC.
Podemos ha mostrado su desacuerdo con la bendición de la banca a la nueva ministra de Economía
Otro nombramiento que ha impactado dentro, pero sobre todo fuera de España, es el de la nueva ministra de Economía.
Ana Botín, presidenta de Banco Santander, no ha podido ser más entusiasta y explícita: «En un momento clave para la Unión Europea, tener a Nadia Calviño como nuestra nueva ministra de Economía es una garantía de que España seguirá aumentando su peso en las instituciones europeas».
Un mensaje de confianza hacia los mercados que no hubiera tenido siquiera The Financial Times. Naturalmente, a Podemos no le ha gustado nada la bendición de la banquera.
Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. EFE
No es usual que el conocimiento de los miembros de un nuevo gobierno suscite tanta unanimidad en su aprobación. Parece difícil de creer que en un tiempo récord Sánchez haya elaborado una lista tan equilibrada entre afines, rivales, independientes, veteranos socialistas y profesionales de prestigio.
No es menos sorprendente que la inesperada llegada de Sánchez a La Moncloa haya implosionado en los demás partidos.
Feijó y Cospedal son los candidatos más probables para volver al PP
En el PP, las consecuencias se suceden rápidamente. Setenta y dos horas después de la aprobación de la moción, Mariano Rajoy ha anunciado su dimisión de la presidencia del PP y el abandono de la política.
Se mantendrá en funciones para organizar una sucesión ordenada que ya tiene en Alberto Núñez Feijó el candidato con más probabilidades en espera de que Dolores de Cospedal decida si quiere competir con el líder gallego.
Más consecuencias: Aznar y Ciudadanos
Pero quizá lo más sorprendente haya sido el ofrecimiento directo de José María Aznar para reconstruir el centro derecha. Todavía nadie le ha recordado entre los suyos lo difícil que resultaría buscar en su cuaderno azul, donde anotaba todos sus nombramientos, alguno que no esté investigado, procesado o condenado por corrupción.
La respuesta de Rajoy ha sido displicente y no ha surgido ninguna voz, dentro o fuera del partido, que siquiera se interese por la oferta de Aznar. Pudiera resultar que Aznar, con su desafío, contribuya a unificar posiciones dentro del PP.
Ciudadanos está completamente desconcertado. Todos sus elaborados planes de espera y desgaste de Rajoy ya no sirven para nada. Su posición en el Parlamento puede resultar incómoda si tiene la tentación de activar una pinza, tácita o explícita con el PP, para una oposición frontal al nuevo gobierno socialista.
Cada partido gira su estrategia
Quien pretenda negar cien días de gracia al nuevo Gobierno, no va a encontrar comprensión ni en España ni en Europa. Hasta ahora, Sánchez ha venido aprobando en sus primeras acciones, sobre todo en la formación de su ejecutivo. Mientras en el PP se instalan en el desempleo varios centenares de funcionarios automáticamente cesados, en el PSOE se está produciendo un movimiento inverso.
Podemos digiere discretamente la negativa del PSOE de darle entrada en el gobierno. Las navajas se afilan sigilosamente, preparando una estrategia de desgaste del gobierno sin que nadie le pueda acusar de poner palos en las ruedas. Un difícil equilibrio que pondrá a juego la habilidad en el manejo de las prioridades del nuevo gobierno.
La tramitación de los PGE en el Senado será la primera prueba para el Gobierno
En menos de quince días, todo el tablero político español ha recibido una sacudida de la que todavía no conocemos su alcance. Lo único cierto es que quienes esperaban un desastre desde el primer momento han demostrado carecer de cualidades de pitonisa.
La tramitación de los Presupuestos Generales de Estado (PGE) en el Senado será la primera prueba para el Gobierno. Pero obligará a retratarse a todos los partidos. Y en todo caso, los cambios que hubiere tendrán que pasar el filtro definitivo del Congreso.
En Bruselas, que no son muy proclives a los halagos, no ocultan su satisfacción de contar con un gobierno en España claramente europeísta, que esperan que juegue un papel muy activo junto a Alemania y Francia ante los inminentes retos europeos. Pedro Sánchez se ha ganado la confianza en Bruselas. Y, además, hasta habla fluidamente inglés.