División y bronca en el Parlament por el derecho a decidir

Los grupos se enzarzan porque De Gispert, presidenta del Parlament, dirigirá la comisión soberanista

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El proyecto soberanista del President Artur Mas ha provocado un efecto de ‘adhesión’, de apoyo entusiasta de una parte importante de la sociedad catalana, pero también, y ese es el fenómeno nuevo en este momento, el enaltecimiento, sin complejos, de las tesis contrarias.

Un hecho es determinante. Desde la primera legislatura, cuando en 1980 se presentó el Partido Socialista Andaluz (PSA), que logró dos diputados, –y con contadas excepciones por parte de algunos diputados del PP posteriormente– nunca como ahora se ha escuchado tanto el castellano en el Parlament.

Más castellano

Lo utilizan, –es lengua cooficial junto con el catalán– indistintamente diputados del PP y de Ciutadans. Y, aunque hace tiempo que se debería haber desterrado esa correlación entre lengua y posición ideológica, lo cierto es que se ha intensificado en esta legislatura.

Y es que la división ya es notoria. El Parlament ha aprobado este jueves la constitución de la comisión por el derecho a decidir, que deberá establecer las vías para poder convocar una consulta de carácter soberanista. Se conocían las posiciones de cada fuerza política, pero lo que ha provocado los ánimos encontrados fue que la presidenta del Parlament, Núria de Gispet, era la candidata para presidir también esa comisión.

Ciutadans ha forzado una votación sobre ello, con el argumento de que no se respetaba el reglamento de la cámara catalana. Ello ha obligado a un posicionamiento de todos los grupos y los reproches cruzados, en todos los campos ideológicos.

«Derecho a dividir»

El diputado de Ciutadans, Albert Rivera, ha adoptado en estos meses una posición decidida marcada por un cierto desafío constante, dando por sentado que el resto de la cámara trata de ignorarlo. Rivera se siente bien en ese papel, y lo aprovecha, asegurando que lo que se votaba era “la comisión por el derecho a dividir”.

El diputado de ICV, Jaume Bosch, uno de los más activos en la elaboración del Estatut de 2006, reprochó al PSC –su socio durante siete años al frente de la Generalitat– de hacer el juego al PP. Mientras CiU agradecía el apoyo de la CUP, que había defendido al diputado convergente Josep Rull.

Esos reproches se explican por la votación sobre el papel que debía jugar Núria de Gispert –que como presidenta del Parlament se ha identificado mucho más en el debate político e ideológico que los que le han precedido en su cargo, pese a ser de Unió Democràtica–. PP y Ciutadans rechazaron que De Gispert pudiera presidir esa comisión, mientras que el PSC decidía abstenerse.

Presión al PSC

Ello ha llevado a Albert Rivera a criticar con contundencia al PSC por mantener “la equidistancia, en un momento en el que no se puede ser equidistante”. “Abandonen esa comisión”, ha pedido a los socialistas, que sí defiende, sobre el papel, el derecho a decidir.

El socialista Maurici Lucena, en cambio, había aprovechado para criticar el papel de CiU la interpretación de una entrevista en un diario alemán a Josep Rull, en el que le calificaba de “patético”. Posteriormente, el diputado de la CUP, Quim Arrufat, traducía mejor el titular alemán, y aseguraba que se había referido a Rull como un dirigente pasional a favor del derecho a decidir, y que Lucena había hecho el ridículo.

El rostro de Mas

Un debate, por tanto, marcado por las pullas, por las descalificaciones, que, más allá de las palabras, ya ha evidenciado un cierto desdén entre los diferentes diputados.

Al final, el President Artur Mas buscó a De Gispert para intercambiar algunas palabras, con un rostro que evidenciaba una seria preocupación, quizá consciente de que el Parlament inicia ahora un camino que puede acabar contra un muro muy alto.

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