Dirigentes de CDC reclaman a Mas que rectifique sobre la ruta soberanista

Creen que el acuerdo con ERC, antes de las municipales, estrecha la capacidad de maniobra del President

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Convergència no es un partido sin vida, aunque lo parece. El President Artur Mas es quien tiene la última palabra, pero escucha y está pendiente de la reacción de todos sus dirigentes. En algunas ocasiones valida las decisiones de la cúpula, que encabezan Josep Rull y Lluís Corominas, pero también sabe cuándo las debe poner en cuarentena.

Y, aunque ha tomado una decisión, también valora el mensaje que le ha llegado por parte de dirigentes del partido, que le reprochan que se haya atado en corto con Esquerra Republicana, al dar luz verde al acuerdo sobre la hoja de ruta soberanista de cara a las elecciones del 27 de septiembre.

Le reclaman que valore bien, tras las municipales, los pasos que podría seguir, y que no lo fíe todo a una posible mayoría soberanista en el Parlament.

Declaración y proclamación de la independencia

El pacto con Esquerra, abierto a otras fuerzas políticas –la CUP ve puntos coincidentes, y Reagrupament ya se ha manifestado a favor—constata que las elecciones al Parlamento catalán serán, de hecho, unos comicios que se plantearán como un referéndum de autodeterminación.

Legalmente no será así, pero los partidos soberanistas fijarán en sus programas que el apoyo que reciban lo entenderán como un «sí» a la independencia. A partir de ese momento, si tienen mayoría, se establecerá un periodo de 10 meses para redactar una constitución catalana, que se someterá a referéndum.

Una pequeña vía abierta al diálogo

Y si el resultado es positivo se proclamará la independencia del estado catalán. Previamente, con los resultados en el Parlament, si son favorables, se realizará una declaración de independencia. Se entiende, por tanto, que la consulta al pueblo catalán sobre su futuro ya se hará el propio 27 de septiembre.

Mas no estuvo presente en el momento de presentar esa declaración. Esta vez se hizo sin demasiadas alharacas. En ese pacto, firmado el 30 de marzo, se añade también que se mantendrá «una actitud expectante» si el Gobierno central ofrece celebrar, en el último instante, un referéndum de independencia vinculante.

Pero esa posible salida no representa una garantía suficiente para una parte de la dirección de Convergència, que considera que Mas debería dejarlo todo mucho más abierto, y que, en calidad de President de la Generalitat debe tener la última palabra.

Valorar la situación tras las municipales

Una de las ideas de esos dirigentes, que, en su momento defendieron en la ejecutiva del partido que era mejor convocar elecciones en el mes de marzo, que, como se fijó después, en septiembre, como Germà Gordó o Antoni Fernández Teixidó, es que el panorama de la política española se ha complicado sobremanera.

Y que Mas tendría una carta extraordinaria, que sería no convocar en septiembre, y ver lo que ocurre en el Congreso. Para tomar una decisión correcta, el partido debería tener pruebas de sus apoyos electorales, tras las elecciones municipales –viendo su nuevo poder territorial, con un valor especial en el caso del Ayuntamiento de Barcelona—, intentar contar con Unió Democràtica, y actuar en consecuencia.

Rectificar cuando toca

Mas conoce las inquietudes de una parte de la dirección de Convergència, pero, por ahora, se muestra determinado a seguir la hoja de ruta soberanista, acordada con Esquerra Republicana.

Sin embargo, el President sigue escuchando. Prueba de ello es que la ejecutiva aprobó realizar el congreso de refundación del partido entre enero y febrero de 2016, y lo hizo tras un debate interno en el mes de febrero.

No era esa la idea inicial de Rull y Corominas, que habían pensado convocarlo en octubre, entre las elecciones catalanas y las elecciones al Congreso, previstas para noviembre. Algunos dirigentes objetaron esa fecha, y Mas les acabó dando la razón, haciendo ver a Rull y Corominas que no se podía convocar un congreso tan importante para CDC en el transcurso de una batalla electoral, y tras unos comicios al Parlament que ahora mismo se presentan cargados de incertidumbre.

No todo, por tanto, está cerrado todavía.

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