Diada 2019| La ANC traza un nuevo rumbo: más boicot y más poder civil
La Assemblea vuelca sus energías en el cambio de hábitos de sus simpatizantes para boicotear al IBEX y en conquistar sindicatos, colegios y organizaciones
La Assemblea Nacional Catalana (ANC) convirtió su Diada, la menos multitudinaria, en un toque a los partidos independentistas por su incapacidad para trazar una estrategia conjunta y, de paso, en un gigantesco acto promocional de su última campaña, el boicot a las grandes compañías del IBEX a base de promover la contratación de empresas de servicios afines a la causa independentista, que ahora mismo constituye la principal apuesta estratégica de la entidad que preside Elisenda Paluzie.
La cita de la Assemblea este año era en la plaza España y las tramos más cercanos a la misma de las calles que van a desembocar en ella, salvo en el caso de la Gran Via, ocupada desde la plaza Universidad. Y la concentración volvió a ser masiva, aunque también más esponjada que en otras ocasiones.
Poco importa. El independentismo volvía a buscar la contundente fotografía aérea con la que presume ante el mundo al final de cada verano y volvió a conseguirla. Esta vez, eso sí, sin políticos en la primera fila, castigados por los organizadores por las trifulcas en las que están instalados los partidos soberanistas.
Porque, tal vez por primera vez, la Diada de la ANC, además de una demostración de fuerza dirigida directamente a la Moncloa, es también un mensaje en clave interna. Claro que la colleja a los dirigentes a Junts per Catalunya (JxCat) y ERC y al gobierno que integran con Quim Torra al frente fue de baja intensidad, consecuencia del intento de cierre de filas de las últimas semanas entre los partidos y las entidades para evitar poner en riesgo el éxito de la convocatoria.
Así que ni hubo pancartas criticas con la Generalitat o las fuerzas políticas ni tampoco más pullas de las necesarias desde el escenario instalado en la avenida Maria Cristina. Se trataba de que los reproches no acabaran opacando la voluntad reivindicativa. Y no lo hicieron.
La Diada «más difícil»
Paluzie, eso sí, admitió que esta fue «la Diada más difícil» de las organizadas por la Assemblea porque, dos años después del 1-O «no solo no hemos avanzado sino que se dan pasos atrás», porque los partidos se pelean «en público por las migajas» y porque «la única vía que nos permitió llegar a donde no habíamos llegado nunca se desarma día a día». «A nuestros dirigentes os pedimos que no nos desarméis», subrayó.
Ese, el de la unidad estratégica en pos de la independencia como objetivo, fue el que antes que ella ya habían repetido machaconamente todos los que fueron desfilando sobre el escenario: la productora de cine Isola Passola, la cocinera Ada Parellada, el vicepresidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri, y el cantautor Lluís Llach. «Reivindico la unidad estratégica para hacer frente a una de las situaciones más difíciles», dijo Passola. «Queremos, exigimos una estrategia unitaria. Es incomprensible que hayamos llegado hasta aquí y ahora no sigamos», clamaba el presentador del acto, el actor David Bagés.
Todas esas apelaciones a la unidad perdida que hizo posible el referéndum de hace dos años, asumido ya por el independentismo como su mayor éxito, fueron replicadas con aplausos, nunca con silbidos ni broncas dirigidas a los políticos. La única se la llevó Felipe VI al ser presentado por Llach como el rey del «a por ellos».
El cantautor sintetizó los dos ejes vertebradores del acto con una cita de Joan Fuster: «la política, o la haces o te la hacen». Iba por la unidad, claro, pero también en la línea de la otra llamada a la que la Assemblea consagró la jornada: la de reclamar a la ciudadanía independentista que siga poniendo sus granos de arena por la causa.
Empoderamiento y boicot
Es de lo que va la campaña «Herramientas de país», no por casualidad bautizada con el mismo nombre que la candidatura independentista que ganó las elecciones en la Cambra de Comerç de Barcelona, promovida por la ANC. De «empoderamiento ciudadano».
Es decir, de ocupar espacios y aprovechar decisiones cotidianas como primer paso para «desconectar del Estado» cuando llegue el momento, en palabras del presentador. «Todos nosotros somos herramientas de pais», se repitió en el escenario, como ya había hecho antes de manera implacable la omnipresente megafonía con la que la Assemblea amenizó durante horas la jornada a los asistentes.
La campaña promueve impulsar candidaturas independentistas como la de la Cambra también en los colegios profesionales, y exprimir el «consumo estratégico», el eufemismo tras el cual la ANC ha diseñado el boicot por pasiva a las empresas no alineadas con la causa, mediante la petición expresa a sus seguidores de que prescindan de ellas en beneficio de otras que sí muestran su compromiso independentista.
A eso, de hecho, consagró la Assemblea también la que se vendió como la gran novedad de la jornada, pero que a la postre no pasó de ser una discreta muestra de esas empresas que se instaló por la mañana en Pla de Palau y suscitó bastante menos atención que, por ejemplo, la feria de entidades montada por Òmnium en el paseo Lluís Companys, a apenas unos cientos de metros de allí.
El resultado del plan de Paluzie es más que incierto, claro. Tanto por lo que respecta a ese golpe que se pretende asestar al IBEX como en relación al anhelado consenso estratégico en torno a la respuesta que hay que dar cuando el Supremo dicte sentencia en la causa del procés.
El éxito de las Diadas de la ANC, lo dijo la misma Paluzie, ha radicado hasta ahora en que han sido capaces de marcar la agenda política. La primera, la de 2012, hizo cambiar de rumbo a un Artur Mas que optó a partir de entonces por abrazar abiertamente el independentismo. Y las siguientes sirvieron de palanca para impulsar las consultas del 9-N y el 1-O. Es decir, más allá de la imagen del día, la Diada conseguía que la foto del día siguiente ya no fuera la misma que la del día anterior. El año pasado, a las puertas del juicio y con ERC y JxCat ya a la greña en el Parlament, ya no lo consiguió.