De Rusia y China a Cataluña: la guerra de la propaganda se recrudece
La crisis sanitaria provoca un aluvión de información dudosa e interesada que inunda la red
El coronavirus ha creado el caldo de cultivo perfecto para que gobiernos de distintos países y regiones den un paso más en su escalada propagandística, con el objetivo de imponer su relato. No es extraño que Twitter empiece a advertir de la generación de cuentas falsas y bots tras el estallido de la crisis sanitaria. Tampoco que Estados Unidos y Europa hayan puesto a trabajar a sus equipos de investigación para monitorizar el tratamiento de la información que llega desde China y Rusia. Y en España, donde el número de infectados llega ya a las seis cifras, una parte del independentismo catalán haya querido aprovechar la ocasión para desestabilizar a un Gobierno que, más que nunca, está en una posición delicada.
El papel de China está siendo uno de los más señalados. El país en el que se originó la actual pandemia que suma ya más de un millón de infectados alrededor del planeta trata de proyectar la imagen de un gobierno que ha sabido frenar muy eficazmente la propagación de la enfermedad y que ahora, en una muestra de solidaridad y de manera casi desinteresada, está dispuesto a aportar sus soluciones a los países de Europa.
Cuando vemos las imágenes de aviones que llegan desde Pekín con material sanitario realmente «no sabemos qué parte son ventas y qué donaciones», explica el experto Nicolás de Pedro a Economía Digital. «El Gobierno chino gana mucha publicidad con este tipo de gestos», remarca.
De Pedro, especialista en Asia Central, añade que la estrategia de China no se apoya únicamente en trasladar la cara amable de un país. Hay otra fórmula que, pese a ejecutarse de manera mucho más discreta, no deja de ser por ello eficaz. Se trata de alentar teorías alternativas sobre el origen del virus, situándolo fuera de Wuhan, donde se aisló a más de 11 millones de personas durante 50 días, e insinuando que podría estar en Estados Unidos.
Pero, en pleno plan por erigirse como un nuevo aliado, el Ejecutivo de Xi Jinping ha visto cómo la administración Trump ha reaccionado. Desde la Casa Blanca, donde al coronavirus se le califica como «virus Chino» o «virus de Wuhan», no han dudado en señalar a China como un país que ofrece cifras poco fiables y transparentes.
En un claro gesto por elevar la tensión, Estados Unidos limitó hace semanas el número de corresponsales que podían trabajar en el país para las agencias gubernamentales de Pekín. La medida afectó a la agencia Xinhua, a la televisión CGTN, a la radio China Radio International y al periódico China Daily. Todos ellos se vieron obligados a reducir personal.
Los movimientos de USA no se quedaron sin respuesta: China expulsó a una decena de periodistas estadounidenses que trabajan en los grandes diarios del país (The New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal), así como en Voice of America y Time.
Rusia saca tajada
Si hay alguien sospechoso de querer aprovechar las situaciones de debilidad de los gobiernos de Europa y Estados Unidos, es Rusia. El Gobierno de Vladmir Putin vuelve a estar en el punto de mira por su gestión de la crisis sanitaria, por un lado, y por el papel que los medios de comunicación alineados al Kremlin están teniendo para tratar la información, por otro.
Sobre el primer aspecto, las medidas que ha llevado a cabo el Kremlin han llamado la atención al comparar la proporcionalidad con los datos que reportaba. En un momento en el que Rusia aseguraba no tener ni siquiera un fallecido por coronavirus, Moscú ponía a toda marcha su sistema de vigilancia masiva e imponía duras sanciones, penas de cárcel incluidas, para aquellos que violaran la cuarentena.
Todo ello con la connivencia de los medios rusos alineados a Putin, que obvian lo que sucede en el país y vuelven a estar en el punto de mira de Bruselas por el enfoque de su información. Los informes diarios de East StratCom, el servicio de la Comisión Europea encargado de vigilar las campañas de intoxicación impulsadas por medios de comunicación, señalan que el afán de medios como Russia Today (RT) o Sputnik por desestabilizar a Europa y Estados Unidos sigue intacto.
La batalla también se libra en las redes. El regulador ruso de medios Roskomnadzor se dirigió a finales de marzo a Twitter y Facebook, a las que ya amenazó a finales de año con multas millonarias, para que eliminaran noticias que consideraba «falsas» sobre la propagación del coronavirus en Rusia.
Por contra, las empresas estadounidenses también se las han tenido con el Kremlin. Facebook llevó a cabo en 2019 una purga de cuentas destinadas a difundir propaganda rusa, si bien esta semana Twitter, aunque no atribuyó responsabilidades, comunicó que había detectado 1,5 millones de cuentas creadas para manipular en plena crisis del coronavirus.
Las mentiras de parte del independentismo
Aunque la guerra de la desinformación parezca lejana, España no escapa a las intenciones de los gobiernos de esparcir dudas con tal de imponer su relato en contra de la verdad. El discurso de una parte del independentismo catalán ha tenido la intención de socavar la legitimidad del Gobierno en plena pandemia, de acuerdo a un informe publicado el pasado jueves por el Instituto de Seguridad y Cultura.
La emergencia sanitaria mundial del coronavirus no ha dado a los líderes independentistas munición para cargar contra el Estado español, sino que simplemente les ha bastado que el momento fuera propicio.
Extracto del informe sobre las fake news del independentismo
El informe repasa las informaciones difundidas desde la órbita del independentismo ligada al expresident Carles Puigdemont y a su sucesor Quim Torra. No duda en advertir de que la deriva desinformativa del nacionalismo catalán no debe, bajo ninguna circunstancia, «desligarse del contexto geopolítico europeo, caracterizado por las tensiones de la UE y la OTAN con Rusia a resultas de su intervención militar encubierta en Ucrania desde 2014″.
Como ejemplo más ilustrativo de las fake news del Govern está la entrevista de Torra en la BBC. Las declaraciones del presidente de la Generalitat dejaron patente que «no es que no se conozca la realidad, es sencillamente que no importa», según el informe. El president pedía a través de la televisión británica el confinamiento en Cataluña, cuando la misma pantalla informaba de que toda España estaba confinada desde varios días antes.