De menores de 30 a menores de 65 años: los diferentes límites de Astrazeneca en Europa
Sin que los reguladores lo recomienden, la mayoría de países europeos hace consideraciones más allá del riesgo de la vacuna de Astrazeneca para establecer límites de edad dispares
Los límites de edad a la vacuna de Astrazeneca anunciados esta semana en la mayoría de países europeos crean más confusión alrededor de un fármaco que ha sido determinante hasta ahora en la lucha contra la pandemia del coronavirus, y que en principio debería seguir siéndolo, especialmente en las partes más pobres del mundo.
En el viejo continente hay tanto países que no están usando del todo sus dosis disponibles de Vaxzevria (el nuevo nombre de la vacuna de Astrazeneca), al menos hasta que se aclaren sus riesgos, como países que no la acotan a ningún grupo de edad, mientras que los que sí establecen límites de edad lo hacen de forma especialmente dispar.
Ni la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ni la Agencia Reguladora de Medicamentos del Reino Unido (MHRA) han recomendado poner límites de edad a la vacuna, y, a pesar de apuntar ambos reguladores a «vínculos» con los casos de trombosis notificados en vacunados con Astrazeneca, han subrayado que son más sus beneficios que sus riesgos.
Pero la insistencia de los reguladores no ha evitado que la mayoría de países del continente estableciera grupos de edad específicos para Astrazeneca. En Reino Unido, por ejemplo, solo se administrará a los mayores de 30 años, mientras que otros como Finlandia, Grecia o Suecia han optado por limitarla a los mayores de 65 años.
En Francia y Bélgica se ha limitado a los mayores de 55, mientras que países como España, Italia, Alemania, Holanda, Portugal, Croacia o Eslovenia la administran solo a mayores de 60. Por lo contrario, países como Austria, Bulgaria, Chipre, Irlanda, Letonia, Lituania, Rumanía o Hungría no han establecido restricciones etarias de momento.
Consideraciones específicas
«Si otros países están trabajando en base a la misma información que se está presentando en Reino Unido, tenemos que asumir sus conclusiones han sido determinadas por otras consideraciones además de las cifras de riesgo», ha explicado al Financial Times Simon Kroll, investigador de infecciones y miembro del comité británico de vacunación (JCVI).
El veto británico de la administración de Astrazeneca a menores de 30 años no fue recomendado por la MHRA, sino por el JCVI, que toma en cuenta otras circunstancias relativas a la realidad nacional más allá de los riesgos farmacológicos expuestos y los efectos secundarios «muy raros» expuestos por los reguladores.
Así como la Agencia Española del Medicamento no ha fijado el límite de los 60 años, sino que ha sido la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que tras informarse del estudio de la EMA —que no puso restricciones de edad pero sí señaló que las trombosis eran más habituales en mujeres menores de 60 años— propuso el límite a las comunidades autónomas.
Es por el contexto específico que expertos apoyan la estrategia del Reino Unido de limitarla a mayores de 30 años, pese a que contrasta con la mayoría de países europeos, entre ellos España, que han establecido límites mucho más altos. Y es que suspenderla a mayores de 60 en un país como Reino Unido sería desastroso para su avanzada campaña de vacunación.
Los británicos de más de 55 años en su mayoría ya han sido vacunados, y los menores de 30 años en principio no se empezarán a vacunar hasta junio, por lo que el Gobierno se ha asegurado de poder seguir usando Astrazeneca en el grupo de 30 a 55 años en las próximas semanas mientras los reguladores siguen investigando sus efectos secundarios.
La estrategia del Reino Unido también está respaldada por un estudio de la Universidad de Cambridge que concluyó que las personas de 30 años tienen diez veces más probabilidades de ingresar en UCI por Covid-19 que por trombosis u otros daños graves por la vacuna de Astrazeneca, mientras que el riesgo en personas de 60 años era 200 veces mayor.
¿Enfoque europeo coordinado?
Durante la reunión con los ministros sanitarios de la Unión Europea para trasladar los resultados del estudio de la EMA, la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, transmitió la necesidad de que «sigamos un enfoque europeo coordinado, un enfoque que no confunda a los ciudadanos y que no alimente la duda sobre las vacunas».
Desde luego, ese enfoque europeo coordinado no ha tenido lugar, en el tanto después de esa reunión la mayoría de ministros sanitarios europeos trasladó diferentes límites de edad de Astrazeneca a los ciudadanos, que no explican tantos cambios al respecto en las últimas semanas ni mucho menos que todos los países tomen medidas diferentes.
La confusión que esto podría generar en la población —no solo la europea sino a nivel mundial, dado que los países de menos ingresos toman decisiones influenciadas en los reguladores occidentales— puede terminar de minar la confianza en una de las vacunas Covid más asequibles y fáciles de almacenar y distribuir hasta el momento.
En varios países europeos, e incluso en algunas partes de España, ya se ha empezado a informar de supuestas cancelaciones masivas por parte de personas que tenían cita para vacunarse en estos días, pese a no saber si les tocaba una dosis de Astrazeneca, de Pfizer o de Moderna. Los británicos también temen que su decisión genere desconfianza en la vacuna.
La preocupación es que sigan dándose bandazos hasta el punto que una parte importante de la población simplemente ya no quiera ponerse la vacuna de Astrazeneca. Las contradicciones y los choques de criterio siguen dándose ahora con el debate sobre qué hacer con las personas que ya han recibido la primera dosis y tienen edades ahora restringidas.
Así, la confusión previsiblemente seguirá campando a sus anchas con respecto a Astrazeneca en los próximos días, pues, mientras países como Alemania o Francia se muestran convencidos de que la solución es que la segunda dosis sea de otra vacuna, la Organización Mundial de la Salud advierte de que no hay aún estudios sobre los riesgos de esas mezclas.