Daños colaterales en el PSOE de la guerra civil en Podemos
La disputa en Podemos es seguida de cerca por el socialismo: una victoria de Pablo Iglesias daría alas al sector más cercano a Pedro Sánchez
La política española está con síndrome congresual. El fin de semana que viene celebran sus congresos el PP y Podemos. El PSOE, ya en precampaña de primarias, culminará en junio. Cada uno de los congresos de cada partido tendrá repercusiones en los otros dos.
No es fácil seguir las cuitas que están sucediendo dentro de Podemos. Ocurre como con los culebrones o con programas como Sálvame. Cuando haces zapping y te detienes en el programa de televisión, siempre están los mismos y discuten, a veces a gritos, sobre lo mismo. La hipnosis se produce por incredulidad. ¿Cómo es posible que estén tantas horas hablando los mismos sobre lo mismo?
En Podemos llevan meses discutiendo acaloradamente, a veces duramente, sin que se pueda llegar a entender qué es lo que discuten. Cada cierto tiempo, lamentan su comportamiento, afirmando que el camino emprendido no es el correcto para, a continuación, seguir actuando de la misma manera. Son como niños pequeños que dicen «no lo haré más» para repetir el comportamiento del que hacen una supuesta autocrítica.
Incluso, recientemente, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tuvieron una acalorada discusión en sus escaños del Congreso.
Disputa de poder e ideológica
Iglesias defiende un Podemos radical, centrando su acción en las calles, en protesta frente a todo lo establecido. En su estrategia el Parlamento y las instituciones ocupan un segundo plano. Ya no habla tanto de transversalidad y defiende una línea de alianzas en donde el PSOE no ocupa un papel relevante.
Errejón sigue hablando de que el objetivo es gobernar. Se lamenta de no haber llegado a un acuerdo con Pedro Sánchez y recalca el papel de las instituciones para empezar a gobernar desde la oposición desde ahora mismo.
Lo que se observa fundamentalmente es una lucha de poder.
Iglesias quiere un poder caudillista, de entroncamiento directo entre el líder o caudillo y la gente. Quiere reservarse un control interno en el Consejo de Garantías y en los órganos de dirección sin que puedan intervenir para fiscalizar sus actuaciones.
Por su parte, Errejón no le discute a Iglesias el liderazgo desde la secretaría general. Pero quiere contrapoderes para que el caudillismo de Iglesias, que es inevitable, no se ejerza sin controles.
Iglesias presenta –por las dudas– una candidatura doble
Iglesias sigue con su vieja guardia de la que se ha descolgado Carolina Bescansa, que sin embargo ha afirmado que votará por el actual secretario general.
Paradójicamente, Errejón no presenta candidatura a la secretaría general. Quiere controlar el consejo ciudadano, que es la máxima organización de Podemos. Desde él, marcar las políticas del partido. El absurdo llega al caso de que Pablo Iglesias presenta doble candidatura. A secretario general, pero también encabeza la lista del Consejo Ciudadano, lo que se interpreta como una puerta de escape para seguir en la dirección si es derrotado en sus aspiraciones a la secretaría general.
La lucha interna desgasta al partido
Hay muchas manifestaciones de hartazgo en la disputa pública entre Iglesias y Errejón. No hay datos ni encuestas todavía que aclaren los efectos de este desgaste evidente entre los potenciales votantes de Podemos.
Hay un hecho cierto. Desde la investidura de Mariano Rajoy, la repercusión pública de Podemos en el Congreso de los Diputados está bajo mínimos. Le ha ganado la iniciativa tanto en número de propuestas como en logros el PSOE. Esto indicaría que se ha aplicado la táctica que preconiza Pablo Iglesias. Pero tampoco ha llevado a cabo importantes iniciativas de agitación social. Podemos se ha desdibujado cediendo los derechos de su imagen a la trifulca interna.
El sábado han empezado a votar informáticamente los inscritos en Podemos. Por lo declarado por la organización, tienen derecho a ejercer el voto alrededor de 400.000 personas. El primer dato importante será el número de participantes, que en anteriores consultas no ha sido muy generoso.
La onda expansiva llegará al PSOE
Pero la victoria de Iglesias o Errejón tendrá importantes consecuencias fuera del partido. En primer lugar, para el PSOE.
En plena campaña de primarias, una victoria de Sánchez y una de Iglesias generaría algunas sinergias, a pesar de que por la cabeza del líder de Podemos no pasa darle un gobierno a Sánchez. Pero está claro que el ex secretario general tiene un modelo de partido que se acerca al de Iglesias. Técnicas populistas, caudillismos muy personalistas y puntos de conexión en las recetas para Cataluña, donde Iglesias ha anunciado que agitará las calles en contra de la intervención del Estado en la aplicación de la ley.
Una victoria de Iglesias y la secretaría general de Susana Díaz alejaría cualquier acercamiento entre los dos partidos y dibujaría espacios diferenciados para cada uno de ellos.
Para el PSOE sería un alivio porque desde la radicalidad, el Podemos de Iglesias no tiene espacio para crecer. Al contrario, un Podemos dirigido por Errejón colocaría a los dos partidos disputando espacios electorales comunes.
Es pronto para establecer diagnósticos. Pero todo parece indicar que el desenlace será una victoria de Pablo Iglesias por un margen estrecho.
Hay heridas que no se cicatrizarán fácilmente. Y si sucediera que Iglesias es derrotado, sus reacciones no van a facilitar la unidad dentro de Podemos.
El desenlace, el fin de semana que viene.