La CUP se aleja del Govern como socio para aprobar los presupuestos de 2022
La Generalitat complica sus alianzas para aprobar las cuentas del año próximo, las primeras tras la pandemia de coronavirus
La CUP está muy lejos de aprobar los presupuestos de la Generalitat de 2022. El socio preferente del Govern hizo posible la investidura de Pere Aragonès gracias a un acuerdo de «mínimos» que los anticapitalistas consideran que está muy lejos de cumplirse. Ni emergencia social, ni desafíos con el Estado.
«No acabamos de ver pasos decididos en el ámbito de la salud, en el ámbito de la vivienda, y no hay una actitud de confrontación ante el Estado». Así se ha expresado Laia Estrada, portavoz de la CUP en el Parlament, ante la situación que afronta el Govern de la Generalitat de Catalunya.
Los anticapitalistas se alejan de un Govern del que han sido un ariete 100 días después de su constitución, y al que prácticamente no han dado tregua alguna. Lamentan situaciones como la imagen de Aragonès saludando a Felipe V, una mesa de diálogo que pierde fuelle con la presencia de Sánchez en el aire y falta de decisión con medidas económicas transformadoras.
Además, entre los anticapitalistas existe cierto malestar por las «filtraciones interesadas y chapuceras» que señalan a David Fernàndez, histórico de la CUP y reconocido líder entre los anticapitalistas, como la persona que presidirá el Acuerdo Nacional por la Amnistía y la Autodeterminación que impulsa el Govern como órgano para abordar esta cuestión.
El Prat, un gran escollo para la CUP
La emergencia climática es otro de los puntos que la CUP quiere imponer al Gobierno. Si los anticapitalistas exigieron al Govern una moratoria de los proyectos de renovables, también están en pie de guerra contra la Generalitat y su decisión de enmendar «parcialmente» el proyecto de ampliación del Aeropuerto de El Prat.
«La reunión en la que el señor Puigneró pactó a escondidas con el Gobierno la ampliación de El Prat no parece que sea una voluntad de confrontación». Los anticapitalistas no cuestionan el apoyo de la Generalitat a la infraestructura, pero sí que se oponen a la ampliación por La Ricarda.
La CUP se ha vuelto un socio imprescindible para el Govern. ERC y Junts necesitan de sus votos para tirar adelante las cuentas de la Generalitat de Catalunya. El pacto rubricado entre los republicanos y los anticapitalistas se aseguraba el apoyo de los segundos a las cuentas, siempre que se cumpliera con lo que se había pactado.
Algo que de momento los anticapitalistas no aprecian en las actuaciones de un Govern dividido, a una semana vista de la mesa de diálogo con el Ejecutivo español. La CUP insiste en una posición maximalista de exigir un referéndum, y una vez se haya «liquidado» este órgano, abordar una nueva confrontación con el estado mayor a la del 1-O.
Las alternativas: PSC y los Comuns
La Generalitat de momento no explora otras vías. El PSC abrió la puerta al Govern para pactar las cuentas tras la pandemia, pero Aragonès ha cerrado la puerta a una negociación con los socialistas catalanes. El presidente alegó que no veía al partido de Salvador Illa aprobando las medidas que su partido pactó con la CUP.
El PSC había sido muy crítico con el Govern, puesto que consideraban que era urgente aprobar unos presupuestos de 2021 ante la emergencia social y económica derivada de la pandemia. Pese a eso, la portavoz socialista en el Parlament, Alicia Romero, tendió en agosto la mano al Govern por si las negociaciones con la CUP descarrilaban en una entrevista a la ACN.
Los Comuns son la otra posibilidad que el Govern de ERC y Junts podrían usar para aprobar las cuentas catalanas. El partido liderado en el Parlament por Jéssica Albiach ya le aprobó al anterior Ejecutivo, entonces liderado por Quim Torra, unos números irreales ante la pandemia de coronavirus.
El partido casi se ha autodescartado. El portavoz de la formación, David Cid, veía «muy difícil» que pudieran volver a dar apoyo a unas cuentas de la Generalitat. Igual que la CUP, el partido se opone a los dos grandes proyectos que impulsa el Govern: la ampliación de El Prat y los Juegos Olímpicos de Invierno Barcelona-Pirineus.