Convergència envía un ejército pactista a Madrid
Francesc Homs encabeza una candidatura que desea "negociar" lo que se pueda tras las generales, con el objetivo de que el espacio de CDC se resitúe luego en Cataluña
El cinismo es importante. Pero sólo afectará a aquellos que hubieran creído realmente que la independencia podía ser inminente. No es el caso de Artur Mas, ni de la guardia pretoriana del presidente, que desde hace tres años siempre buscó un objetivo: forzar la negociación con el gobierno central, fuera del PP o del PSOE, para lograr un mejor encaje de Cataluña tras el fiasco del Estatut de 2006.
Ahora, pese a la intentona de seguir adelante como sea con los votos de la CUP, para lograr la investidura, Convergència busca lo mismo, aunque sea ya con otro nombre, la coalición Democràcia i Llibertat.
La prueba de ello, como han acabado destacando dirigentes de Unió Democràtica, es que la lista de Convergència al Congreso es un auténtico ejército pactista, sin ninguna figura que encarne el soberanismo.
El ADN convergente siempre aflora
Se podría negar esa afirmación, si se piensa en Francesc Homs, un independentista desde su tierna infancia. Pero Homs tiene el ADN convergente. Y mide cada una de sus palabras, con el objeto de retomar la negociación.
Homs es un pragmático, como todos los dirigentes de Convergència lo han sido desde la fundación del partido por parte de Jordi Pujol. Y, consciente de la erosión de las siglas por los casos de corrupción, y por el daño que les ha hecho, precisamente, la familia Pujol, Homs insiste en que buscará todas las grietas posibles, a partir de los resultados que arrojen las elecciones generales.
En una reciente entrevista en el programa Via Lliure, de Rac1, Homs aseguró que iba a «negociar en Madrid la independencia», pero con la boca pequeña admitía que iba a negociar lo que pudiera.
El problema es que para el PP y el PSOE, y también para Ciudadanos, llamado a tener un papel principal tras el 20D, esa apuesta podría ser ignorada por completo. Pero, como siempre, todo depende de la fuerza electoral de cada uno.
Campuzano y la socialdemocracia
Sea como sea, las intenciones de Convergència son claras, hasta el punto que dirigentes democristianos, y el propio Duran Lleida, afirman que no entienden nada. La lista elaborada para las generales la podría encabezar, de nuevo, Josep Antoni Duran Lleida, por el marcado perfil pactista de sus miembros. Es una broma, claro. Pero no tanto.
Como número dos, Homs ha situado a Carles Campuzano, un histórico diputado en el Congreso, roquista, siempre relacionado con cuestiones sociales, directamente implicado en temas como la ley de dependencia y con las entidades del tercer sector. Campuzano es uno de los dirigentes mejor valorados en Convergència, pero ninguneado por el sector más liberal del partido, por sus posiciones claramente socialdemócratas.
Campuzano, pese a apostar por el proyecto soberanista, al entender que las alternativas se habían bloqueado, tiene claro que «la negociación se brindó desde el primer momento, y se deberá alcanzar algún acuerdo».
La importancia de la política exterior española
Otros dos nombres ilustran esa apuesta. Jordi Xuclà lleva también varias legislaturas en el Congreso, siempre como cabeza de lista por Girona. Es un hombre pactista, que se ha encargado en los últimos años de la comisión de exteriores del Congreso, directamente relacionado con Duran Lleida, con quien ha mantenido algunos desencuentros, pero no por la cuestión soberanista, sino por malentendidos sobre los viajes al exterior.
Xuclà, liberal moderado, aunque no rechaza ese sector socialdemócrata, tiene en su código genético el pujolismo, el pacto y lo que se ha denominado como «peix al cove», mejoras en el autogobierno. Su experiencia en la comisión de exteriores le ha hecho ver, también, la importancia de España como estado en el conjunto de las relaciones internacionales, y ha actuado prácticamente de embajador buscando soluciones a problemas concretos en el terreno social y económico.
Los yuppies de Pujol
La otra gran pieza en esa lista es Miquel Puig, economista, uno de los más respetados en estos momentos en Cataluña por su lucidez en el análisis, entre otras cuestiones, sobre el modelo productivo de España, y el mercado laboral. Acaba de publicar Un bon país, no és un país low cost, con un gran éxito de la crítica. Puig fue director general de Industria y director general de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisó de Catalunya, los medios públicos de la Generalitat, con los gobiernos de Jordi Pujol.
Formó parte de los llamados yuppies de Pujol, junto con Josep Piqué y Anna Birulés, que derivaron hacia el PP. Salió de la Corporació, por su intento de mantener al periodista Carles Francino en TV3, –ahora en la Cadena Ser– acusado por la guardia pujolista de ser excesivamente complaciente con los socialistas.
¿Son todos estos nombres unos aguerridos independentistas? Más bien todo lo contrario.
También la UGT
A ellos hay que sumar otros nombres en la lista de Homs, como Ferran Bel, alcalde de Tortosa, que encabezará la candidatura por Tarragona. Se trata de uno de los alcaldes mejor valorados, pragmático, y partidario del pacto. A todo ello hay que contar con Miquel Àngel Escobar, de la UGT, que encabezará la lista al Senado por Barcelona.
¿Qué pretende Mas y Homs con todo ésto? Volver al redil. Mas necesita ser investido y ver, en función de los resultados del 20D, el margen que le queda para buscar una negociación. En caso de que no lo sea antes de las generales –y la CUP no parece que tenga prisa– esos resultados en el Congreso serán decisivos para buscar algún acuerdo que sirva, después, para la investidura en Cataluña. ¿Con los socialistas? Esa sería la esperanza, el sueño de muchos convergentes.
En función de los resultados del 20D
Ahora bien, ¿es eso posible, después de que Mas accediera a aprobar una resolución de ruptura con las instituciones españolas en el Parlament? Eso corresponde contestarlo a los partidos de ámbito del conjunto de España. Y será después de las generales.
La lista de Homs, en todo caso, está preparada para el pacto. Sólo le faltaría que la liderara Duran Lleida, pese a las malas relaciones personales entre los dos. Esa es la paradoja de CDC, y eso es lo que mantiene con los ojos tremendamente abiertos a muchos de los independentistas que creyeron que, ahora sí, la cosa había cambiado.