Convergència acepta su muerte lenta y silencia el debate interno sobre la CUP
El partido renuncia a someter a votación la resolución acordada con la formación que lidera Antonio Baños y defiende la pluralidad en sus órganos de dirección
¿Votaciones? Convergència Democràtica no es un partido asambleario, pero tampoco un partido unitario. Sus dirigentes, históricamente, habían expresado puntos de vista distintos, y los debates en las reuniones de las ejecutivas habían sido intensos. Ahora no.
Ahora el partido trata de sobrevivir, tras la figura de Artur Mas. Ello se reflejó este lunes en la ejecutiva, a la que ya no acuden en las últimas semanas significativos dirigentes del ala liberal, distanciados con la forma en la que se ha llevado a cabo el proceso soberanista, como Antoni Fernández Teixidó o Marc Guerrero.
«Echar» a los filtradores
La versión oficial es que hay debate, pero se respeta las decisiones de la cúpula, que cada vez más se reduce a Artur Mas, quien ha tomado decisiones en los últimos meses –ir conjuntamente con ERC, y asumir una lista sin encabezarla– sin consultar a los órganos de dirección.
La portavoz del partido, Marta Pascal, aseguró, tras el cónclave, que sí hubo un cierto debate sobre la resolución soberanista acordada con la CUP y que se votará en el Parlament la próxima semana, pero que se renunció a someterla a votación. Tampoco se hará en el consejo nacional del partido, el máximo órgano entre congresos.
Un congreso de refundación en el aire
La ejecutiva, en la que partipan diversos consellers del Govern, vino precedida por unas claras advertencias de Francesc Homs, quien, en Catalunya Ràdio, había sugerido que Mas debería «echar» a los filtradores de la última reunión del Govern, en la que se manifestaron discrepancias sobre la posición de sometimiento a la CUP, en aras de lograr la investidura de Mas.
El problema, como reflejaron los propios miembros del Ejecutivo de Mas, es que no se ha asegurado nada, únicamente «seguir negociando».
Por ahora, pese a los reproches en privado, silencio público. Convergència se juega la propia existencia como partido. Todo está sujeto a que Mas logre el apoyo de la CUP, y, tras la investidura, el partido buscará una refundación que pasa por un congreso en el mes de enero o febrero. Para la secretaría general las opciones, por ahora, se reducen a tres, Josep Rull, Jordi Turull y Germà Gordó, que anunciará en breve su candidatura. Pero si se convocan nuevas elecciones para marzo, ese proceso se congelará.
Pujol, un asunto «particular»
El tono, por ahora, es de «resignación», de esperar, porque se entiende que no hay otras opciones. Todo pasa por Mas, y el partido irá «hasta el final» con y por el President, aunque se sea consciente que «CDC no puede renunciar a la defensa de un determinado espacio ideológico».
Por ahora está renunciando. Y silencia, también, el asunto de corrupción que afecta a la familia del ex president Jordi Pujol. «Este es un tema particular de la familia Pujol, y estoy aquí para dar cuentas de casos que afecten a CDC», aseguró Marta Pascal.
Silencio, debates internos soterrados, sin traducción práctica en nada, y a la espera. Así está en estos momentos Convergència, el partido que ha gobernado 28 años de los 35 de etapa democrática desde 1980.