Cómo el nacionalismo convirtió Barcelona en un bonsái
La supresión de la Corporación Metropolitana de Barcelona en 1987 por parte de Jordi Pujol dio al traste con las aspiraciones de crear la ‘Gran Barcelona’
Las ciudades han ido poco a poco ganando peso dentro de la geopolítica mundial. Londres, París o Madrid ya son metrópolis que representan el poder del siglo XXI, cuya influencia está por encima de, incluso, algunos países. Pero, ¿dónde ha quedado Barcelona en este sistema?
En ese contexto, el periodista catalán Josep Maria Martí Font presenta su nuevo libro para el sello editorial de Economía Digital, ED Libros. En Barcelona-Madrid, Decadencia y Auge, el autor desgrana la lucha de poder entre las dos ciudades y cómo Barcelona, por culpa de sus contradicciones, ha visto reducido su papel como cetro de influencia en España.
En la presentación del libro, Martí Font estuvo acompañado por el ex presidente del Cercle d’Economia Antón Costas, que detalló el gran problema que arrastra la Ciudad Condal: “A Barcelona le sienta fatal el poder político”.
El autor de Barcelona -Madrid suscribe la teoría de que las ciudades molestan en el poder político, especialmente en el caso catalán: “Jordi Pujol destruye el proyecto de Gran Barcelona al suprimir la Corporación Metropolitana de Barcelona en 1987”.
Con este movimiento orquestado por la Generalitat de Catalunya, Barcelona pasó a tener cada vez menos peso dentro de lo que hoy conocemos como el Área Metropolitana de Barcelona: “La disolución de ese ente provocó que hoy en día haya una falta de cooperación entre Barcelona y otras grandes ciudades de su entorno como Hospitalet o Cornellá”. De hecho, el autor sentencia: “Barcelona es a la Gran Barcelona lo que el Ensanche a la Ciudad Condal”
El árbol japonés de Barcelona
Martí Font describe Barcelona como «un bonsái». La metáfora es la siguiente: al árbol japonés, al igual que a la Ciudad Condal, le recortan las ramas para que no pueda seguir creciendo.
Pero, ¿quién está detrás de la poda? Tanto Costas como Martí Font revelaron las intenciones del nacionalismo catalán: “Aunque desde Cataluña se venda que Madrid recorta las alas de Barcelona, ha sido el propio nacionalismo catalán quien ha impuesto un corsé al crecimiento de la ciudad”.
De hecho, Costas no dudó, durante la presentación, en citar un párrafo de Barcelona – Madrid: “El nacionalismo conservador nunca ha entendido que Barcelona debe ser la capital industrial y tecnológica de un país de 50 millones de habitantes más que la capital política de una región de siete”.