Colau se distancia de sus bases: pierde el apoyo vecinal
Colau consigue cerrar el conflicto de las terrazas tres años después, pero al precio de otro choque con sus aliados de la FAVB, el segundo en dos meses
Ada Colau ha conseguido poner punto y final al largo conflicto que arrastraba desde el inicio del mandato, tres años ya, con el gremio de restauración en torno a la ordenanza de terrazas, cuya modificación se ha aprobado este viernes de manera definitiva y con el apoyo de todos los grupos municipales salvo la CUP. Pero el precio a pagar ha sido alto: la decisión le ha supuesto a la alcaldesa un nuevo ataque del movimiento vecinal, tradicional aliado de Barcelona en Comú, el segundo en dos meses.
La ordenanza de terrazas la aprobó Xavier Trias, pero se aplicó una moratoria, de manera que los aspectos más controvertidos no fueron de aplicación hasta después de que Colau le arrebatara la alcaldía. Fue entonces cuando los restauradores se pusieron en pie de guerra, alegando que la norma era demasiado restrictiva y condenaba a muchos pequeños negocios al cierre.
Una norma «más aplicable»
Colau se avino a renegociar la norma, pero si los restauradores pretendían una flexibilización de la misma, la Federación de Asociaciones e Vecinos de Barceona (FAVB) y otros colectivos afines a BComú presionaban en sentido contrario. La entente se fue retrasando, y la situación no se desbloqueó hasta finales del año pasado, cuando finalmente se llegó a un principio de acuerdo entre el gobierno municipal, los grupos municipales y el sector.
Ya entonces, el tejido asociativo protestó, y cuando la medida se aprobó de forma inicial y se abrió el período de exposición pública, presentó enmiendas. Ahora, se completa el proceso y el movimiento vecinal sigue sin estar conforme. Colau se apuntaba el tanto en el pleno y el gobierno difundía el acuerdo diciendo que la modificación aprobada hacía la norma «más aplicable» y la adaptaba «a las necesidades vecinas del vecindario, los restauradores y el territorio».
Al rato, la FAVB y la plataforma Carrers per a Tothom (Calles para Todos) la desmentían. Las dos entidades emitieron un comunicado conjunto en el que acusaban al gobieno municipal de plegarse a «los intereses del lobby de los restauradores» y avisaban de que estudian impugnar la nueva ordenación.
El Espai Barça, el otro choque
La situación reproduce la que se dió cuando a finales de abril, Colau anunció un acuerdo político casi unánime -de nuevo con la CUP como única fuerza desmarcándose- para activar la reforma urbanística alrededor del Camp Nou promovida por el F.C. Barcelona y conocida como Espai Barça. La FAVB -en aquella ocasión, de la mano de cuatro entidades vecinales de Les Corts y la Zona Universitària- ya amenazó con llevar el proyecto a los tribunales en cuanto se complete su tramitación.
Cada vez que la alcaldesa consigue apuntarse un tanto, se distancia de algunos de sus aliados naturales
«Se repite el mismo patrón que en el proyecto del Espai Barça: los lobbies de la ciudad dictando la agenda del Ayuntamiento», protesta ahora la FAVB. Hay otro patrón, claro: a menos de un año de las elecciones y con Colau tan a menudo aislada en el consistorio y tan necesitada de apuntarse algún tanto, cada vez que la alcaldesa consigue uno, se distancia de algunos de sus aliados naturales.
Para el vicepresidente segundo de la FAVB, Joan Balañach, la respuesta de la entidad al Espai Barça y la modificación de la ordenanza de terrazas «evidencian que, más allá de que haya coincidencias ideológicas» con el Ejecutivo de Colau, «no hay connivencia». «Que haya sintonía no significa que les demos un cheque en blanco», dice Balañach.