César A. Molina, exministro del PSOE: “Sánchez es un aventurero”
El exministro de Cultura César Antonio Molina prefería unas terceras elecciones antes que un pacto de Pedro Sánchez con Unidas Podemos
César Antonio Molina, ministro de Cultura en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero, abomina del pacto de gobierno del PSOE con Unidas Podemos así como de los acuerdos de investidura que Pedro Sánchez alcanzó con ERC y Bildu.
Confía en que Unidos Podemos se “tragará” sus promesas en aras de la gobernabilidad, pero está convencido de que “también dañará”. Y duda de las dotes de Sánchez para “torear” a ERC a lo largo de la legislatura. Dice que le gustaría equivocarse y que Sánchez se revelase como un nuevo Winston Churchill.
Esta semana pronunció una conferencia en Barcelona sobre la cultura española por invitación del Club Tocqueville y mantuvo esta entrevista con Economía Digital.
—La plataforma “La España que reúne”, de la que es uno de sus fundadores, es muy crítica con el PSOE por su pacto con Unidas Podemos y el acuerdo con ERC. ¿Qué le molesta más?
—El acuerdo con delincuentes, con asesinos, con populistas de extrema izquierda o neocomunistas que son tan perjudiciales como la extrema derecha. Los dirigentes de Bildu, ¿qué son?, ¿han perdido perdón alguna vez a las víctimas? Simplemente han dejado de colaborar con el terrorismo supuestamente derrotado pero siguen recibiendo a los etarras que salen como si fueran héroes.
—¿Qué salida le quedaba a Pedro Sánchez que no fuera conseguir la abstención de ERC y Bildu?
—Sánchez tiene gran parte de culpa, pero no es el único culpable. [Albert] Rivera tiene una culpa extraordinaria. Para mi es el mayor culpable. Siento decirlo porque pensaba que era un buen político, pero que hizo es tremendo. Y también el Partido Popular, que debería moverse de otra manera. En todo caso, el problema es cuando pactas con gente que no se ha arrepentido.
—Insisto, ¿qué alternativa tenía Sánchez a esos pactos?
—Creo que la dignidad está por encima de todo. El problema es perder la dignidad y hacerla perder a tus antepasados. Hoy, este Partido Socialista va a su aire y se ha olvidado de todos nosotros. Una falta de respeto absoluta. Creo que era mejor ir a unas terceras elecciones.
—¿Qué peligros ve en el nuevo gobierno?
—Los vamos a ver muy pronto. De hecho, ya están ahí: atacar a los jueces, debilitar a la judicatura –es tremendo, es uno de los pilares del Estado–… Ya hemos visto que se va a intentar cambiar las leyes penales de sedición. La democracia no es esto. La democracia es una serie de poderes distintos y cada uno actúa individualmente. Ya estamos escuchando muchas locuras. Temo un desquiciamiento social y que toda la concordia que se había conseguido en la democracia –y esto es lo peor– se desmorone poco a poco.
—¿No confía en Sánchez?, ¿no le ve capaz de controlar la situación?
—A lo mejor, sí. Vamos a ver: si él torea a ERC y estos se tragan todo lo que han dicho, como se lo está tragando Podemos, probablemente resista esta legislatura y más allá y tengamos un político a lo Churchill. Yo no le deseo ningún mal. Todo lo contrario. Fue un colaborador mío. ¡Ojalá! Ahora en muchos artículos míos acabo diciendo “ojalá me equivoque”. Sería mi mayor ilusión que me equivocara.
—¿A qué se refiere con «torear» a ERC?
—Si él torea a ERC, si no hay referéndum, irá sobreviviendo. Cuatro años tampoco son tantos. Pero si se va metiendo en líos…
—¿Estos son los consejos que le da a Sánchez?
—No es tonto. Lo que pasa es que yo siempre he pensado que se cree más de lo que es, pero a lo mejor es que los demás nos hemos equivocado y realmente lo es.
—¿Sánchez se equivoca por cómo está encarando el «conflicto catalán»?
—Todavía no ha tenido tiempo de equivocarse, pero si uno va por la Diagonal de Barcelona en un día de tormenta a 200 kilómetros por hora, lo más normal es que se dé un trastazo. A lo mejor, no le pasa nada, pero la experiencia nos dice lo que puede pasar. Sánchez tiene que demostrar que es un gran político, que a lo mejor lo es. Ya ha hecho cosas bastante complicadas, pero ni yo, ni muchos otros estamos de acuerdo con quién ha pactado.
En el Congreso de los Diputados no salió en defensa de las instituciones democráticas de este país. Los de Bildu y ERC dijeron atrocidades. Insultar a la democracia es insultarnos a cada uno de nosotros. Entonces no hizo ningún gesto y no se levantó.
Nosotros no estamos de acuerdo con esos acuerdos. Advertimos de que no es el camino. Si lo consigue apaciguar, pues fantástico: nos encontramos ante el mejor torero del mundo.
—A menudo se ha referido a los errores cometidos con Cataluña, ¿qué presidente ha cometido más?
—Se han cometido errores por las dos partes. De una [Generalitat], se procuró separar todos los vínculos simbólicos y culturales; y de otra [gobiernos de España], se les permitió eso para que les siguieran votando y no les dieran la lata. Unos decían ‘no me toques esto, transfiéreme lo otro’ y, poco a poco, desde el Estado se les dejó que siguieran.
—¿Con que transferencias a las comunidades autónomas está en desacuerdo?
—Se transfirió la educación, cuando para mí no se debía transferir. Tenemos una historia común y luego la de cada lugar. Mientras no se explique la historia de Europa no habrá una unidad ni conciencia de ella. Y en España pasa exactamente lo mismo. En cambio, en Francia o Italia se imparte una línea común de la historia del país que une a todos.
Se han producido transferencias de todo lo simbólico y cultural. Por ejemplo, el Museo Arqueológico de Tarragona, para que los independentistas dijeran que los romanos estuvieron en Cataluña. El Archivo de la Corona de Aragón está en Barcelona, pero no es un archivo solo de catalanes, sino de valencianos, aragoneses y castellanos. A los políticos les da igual estas cosas, cuando el tema simbólico, educativo y cultural es fundamental.
En cierta ocasión el presidente me dijo “no vayas a la feria [del libro] de Frankfurt, no vaya a ser que se molesten [el gobierno catalán]”, pero, cómo, “¿no soy yo el ministro de cultura y Cataluña no es España?”.
—Usted autorizó el traslado de la última fase del archivo de Salamanca… ¿se arrepiente ahora de ello?
—Todo eso ya estaba decidido. Durante el tiempo en que estuve de ministro no se movió nada. En primer lugar, porque se había hecho a lo loco y no voy a citar por parte de quién…
—Cite, por favor
—Todavía está por ahí danzando. El archivo había que estudiarlo, microfilmarlo y, además, yo tampoco estuve más de dos años y pico de ministro. Lo aprobó el Parlamento, pero me pareció bastante injusto porque allí [en el Archivo de Salamanca] estaba la memoria de todos los españoles. ¿Es que los catalanes son mejores españoles que los gallegos o los andaluces que también murieron en la Guerra Civil? Me encontré el traslado aprobado por mi antecesora [Carmen Calvo] y hoy muy ilustre vicepresidenta del Gobierno. Los archivos no se pueden destruir. Imaginemos que Valencia o Zaragoza pide su parte del Archivo de la Corona de Aragón, ¿Qué pasaría entonces?. En Barcelona está el archivo, ¿por qué se tiene que mover de ahí?
—¿A quién ve más preocupante para España: Carles Puigdemont o Santiago Abascal?
— A los dos, exactamente por igual. Uno se quiere cargar el país y el otro, aunque ahora hable de la Constitución, si abrimos su trastienda y empezamos a sacar lo que hay es tremebundo. Para mí son dos fascistas. No me extrañaría que Puigdemont se pudiese incorporar en la sección catalana de Vox.
—Se declara a menudo “socialista clásico”. ¿Qué es y quiénes más lo son?
—Soy una persona agnóstica, laico, defiendo la enseñanza y la sanidad pública, el aborto como está, la eutanasia controlada, todas las cosas del socialismo. En unas se puede estar más de acuerdo y en otras, menos.
—¿Sánchez no está entre los “clásicos” del socialismo?
—Sánchez es un aventurero del socialismo. Yo estoy con Felipe González, Alfonso Guerra y tantos socialistas y socialdemócratas. Hay que defender por encima de todo las libertades y el progreso del país conseguidos en estos 40 años de democracia. Y hay gente que se lo quiere cargar.