El Cercle ‘inviste’ a Feijóo como presidente ante la incomparecencia de Sánchez
La conferencia de Feijóo despierta una gran expectación entre los empresarios catalanes, mientras que Calviño tapa el agujero de Sánchez
Alberto Núñez Feijóo se convirtió en la estrella indudable de la última jornada de la XXXVIII reunión del Cercle d’Economia en cuanto Moncloa informó de que Pedro Sánchez no estaría en el acto de clausura al tener reunión con su grupo parlamentario para explicar el adelanto de las elecciones generales. Y los empresarios catalanes abrazaron al gallego, metafórica y también literalmente, y se respiraba en el aire la sensación de que estaban ante el presidente del Gobierno que saldrá del 23J.
Las tres jornadas de la reunión del Cercle tuvieron cada una protagonismo político distinto. El primero, socialista, con la presencia de varios dirigentes o exdirigentes del PSC y el PSOE, desde los exalcaldes Joan Clos y Jordi Hereu a José Montilla, Antoni Siurana y Jordi Valls. Ada Colau estuvo en el acto inaugural, pero apenas pisó el hall donde protagonistas, socios, invitados y periodistas se relacionan.
El segundo día, los socialistas persistían, con la presencia añadida de Josep Borrell, pero la llegada de Xavier Trias y luego de Artur Mas convirtió a los exconvergentes en sujeto y objeto de muchas conversaciones, por su más que posible toma de Barcelona. Y eso que no tenían ningún acto y quien si lo tenía ere Pere Aragonès, a quien eclipsaron en los pasillos. Mas quiso dejarse ver aconsejando al president de la Generalitat y charlando con el posible nuevo alcalde de la ciudad.
Y el tercero, fue el turno para el PP. Alejandro Fernández, Daniel Sirera, Santi Rodríguez y Àngels Esteller llegaron antes que Feijóo para recibirle a las puertas del hotel W y hacerse la foto de rigor. Pletóricos por el resultado del 28M y las expectativas de cara al 23J, todos los empresarios que pasaban les saludaban y felicitaban. Al llegar el gallego, el éxtasis. Jaume Guardiola, por protocolo, al ser el presidente del Cercle, Javier Faus, Antoni Cañete, Amancio López y Enrique Lacalle fueron los primeros en estrechar la mano y algunos también abrazar al presidente del PP e intercambiar opiniones. Luego lo hicieron todos los que pudieron.
También levantó mucha expectación periodística, claro está, pero de forma diferencial respecto a otros políticos que pasaron por las jornadas, en lo que se refiere a las altas esferas de la profesión. Los directores de tres periódicos de Barcelona, que no se habían dejado ver por allí -o muy poco- en los tres días, se lo montaron para coincidir con Feijóo. También el dueño del gran periódico de las élites barcelonesas se dejó ver por el hotel.
En esos momentos al gallego le costaba avanzar. Llevaba de escudero a Sirera. El candidato a las municipales por Barcelona, que duplicó el resultado del PP, fue al que más cercano se mostró Feijóo: fue al primero que saludó y quien le acompañó en todo momento en el Cercle, hasta el punto que fue el único miembro del PPC que participó con él en las reuniones privadas con Guardiola, Faus y la cúpula de la institución.
Luego Feijóo levitó hasta la sala de conferencias, casi le llevaron en volandas. Siempre rodeado por un mar de socios del Cercle, autoridades y personal de la institución, el séquito político del gallego y su equipo de seguridad, el líder popular fue conducido del photocall a una sala para charlar en privado con algunos empresarios –el más destacado, Àngel Simon, presidente de Agbar–, luego al salón de actos y al terminar, hasta la salida. Casi lo mismo que Pablo Casado en su última edición, en la que echó el día en el hall sin que le molestaran demasiado.
Cuando se metieron en harina, el trato casi de presidenciable siguió, también por el hecho de que Feijóo se supo ganar al público. Sabía a quien se enfrentaba –enfrentar es un decir, jugaba en casa, no geográficamente pero sí en otros muchos aspectos–. Empezó Guardiola, que aunque le repitió las reivindicaciones clásicas del Cercle, sobre todo la financiación de Cataluña, dijo al líder del PP: “Es posible que la próxima vez que nos visites sea como presidente del Gobierno de España”. La afirmación, si bien era cierta, despertó rumores en la sala por lo que insinuaba con unas elecciones ya convocadas.
Feijóo empezó su intervención con el traje de líder de la oposición –criticando a Sánchez sin piedad– y la terminó con el de presidente. A la hora de lanzar propuestas, regaló los oídos al auditorio criticando los impuestos, aunque no prometió explícitamente bajadas y eso tampoco pasó desapercibido en un público que aunque era relativamente sumiso, tampoco tenía nada de estúpido, y mostrándose comprensivo con las reivindicaciones de las CCAA y concretamente de Cataluña, si bien tampoco aceptó que deba revisarse sólo la financiación catalana.
Pese a esas ambigüedades, gustó al público, sobre todo cuando dijo que “los catalanes son los más espléndidos” porque son los que más impuestos pagan, que remató con: “Sois los más patriotas”. Habló de reducción del déficit y la deuda, creación de empresas, inversiones, buscar consensos y criticó el exceso de impuestos. Música para los oídos de buena parte de los empresarios y socios del Cercle.
El papelón de Calviño y la aparición de Collboni
El halo de presidente de Feijóo fue quizá mayor por el hecho de no tener contrapunto. Dos horas después tenía que clausurar la jornada Pedro Sánchez, pero delegó en Nadia Calviño y no es lo mismo. La ministra de Economía despierta una opinión favorable entre el empresariado catalán, pero las elecciones y la sensación de que puede ser de las que salte del barco quitaron expectación a su llegada.
También le restó expectación, en este caso mediática, la repentina aparición de Jaume Collboni. Tras unos días recluido tratando de sumar apoyos, y 24 horas después de que Trias fuera el rey del mambo del hall del W, el socialista quiso su cuota de protagonismo en este evento anual e hizo acto de presencia justo detrás de la vicepresidenta, por lo que todas las cámaras fueron hacia él para saber si insistía en ser alcalde pese a la derrota o se rendía. Fue lo primero.
El socialista lo tiene muy difícil. Lograr el apoyo de ERC, que negocia una lista unitaria para las generales con Junts, parece descartado, mientras que acercarse al PP va en contra de lo que vendió la noche electoral: un gobierno municipal progresista. Además, en los populares genera urticaria un alcalde aupado por Ada Colau y, lo más importante, ¿para qué iban a regalarle una victoria a Sánchez en campaña electoral?
En el PSC tienen bastante asumido que hoy por hoy es casi imposible y que Trias será alcalde, pero Collboni es muy ambicioso y quiere seguir intentándolo. Al fin y al cabo, el de Junts no tendrá apoyos para aprobar leyes y presupuestos, por lo que tarde o temprano necesitará a los socialistas, aunque la sociovergencia tampoco se contempla como una opción realista.