Celestino Corbacho, el Ășltimo arrinconado del PSC
Corbacho deja el PSC tras perder la influencia en su partido. Zapatero lo hizo ministro tras organizarle un baño de masas en Hospitalet en plena crisis del AVE
Hubo un tiempo en que el teléfono de Celestino Corbacho (Valverde de Leganés, Badajoz, 1949) echaba humo. Ese tiempo ha pasado y Corbacho, desplazado en el PSC, ha decidido romper el carnet del partido este lunes. El que fuera todopoderoso dirigente del PSC se había convertido desde hace un par de años en un hombre sin apenas influencia, en una pálida sombra del «capitán» que fue. A Corbacho se le proponían antiguamente casi todos los cargos y prácticamente llegó a coleccionarlos. Fue alcalde de L’Hospitalet de Llobregat durante 14 años, presidente de la Federación de Municipios de Cataluña (FMC), presidente de la Diputación de Barcelona e incluso ministro de Trabajo e Inmigración, un puesto que le ofreció José Luis Rodríguez Zapatero después de organizarle un baño de masas en el barrio de Bellvitge en plena crisis del AVE.
Era octubre de 2007 y las obras de la alta velocidad no hacían más que provocar enormes socavones. Hasta siete enormes agujeros en apenas diez días, según las informaciones de entonces. Zapatero optó por desplazarse a L’Hospitalet para dar la cara y, para su sorpresa, se vio aclamado por los vecinos. «Eres más atractivo al natural que en la tele», le decían a voz en grito. Zapatero no olvidó aquellos vítores y, poco tiempo después, propuso a Corbacho ser ministro de Trabajo e Inmigración. Entonces nadie sospechaba que España se asomaba a una crisis económica que se llevaría por delante millones de trabajos. La implacable recesión, claro, acabó por engullir al propio titular de Trabajo.
Concluida la experiencia como ministro, Corbacho regresó a Cataluña para integrarse en las listas del PSC al Parlament. El «capitán» había dejado la alcaldía de L’Hospitalet en manos de Núria Marín y no podía ni debía recuperar el cargo porque su delfín ya se había consolidado. A Corbacho le quedaba, eso sí, el consuelo de recibir periódicas llamadas del PSOE para poner orden en las relaciones con el PSC. Eran los tiempos en que los socialistas catalanas abrazaban el «derecho a decidir» y el entonces secretario de Organización del PSOE, Pepe Blanco, le llegó a sondear para resucitar la federación catalana del partido. Blanco, en realidad, también sondeó a Manuela de Madre y a Manuel Bustos. Fuentes conocedoras de aquellas maniobras aseguran que sólo Corbacho meditó el ofrecimiento.
Telefoneado por Economía Digital, Corbacho evitó dar grandes explicaciones y, sobre todo, grandes titulares. El ex ministro tiró de oficio: «Mi decisión es producto de una larga reflexión, no es de anteayer, y he querido trasladarla ahora porque ya han pasado las elecciones». ¿Pero por qué deja el PSC? «Tiene que ver un poco con todo, con las personas, con el proyecto. Con todo». ¿Se va a otro partido, a Ciudadanos quizá? «No, no. No me voy a ningún lado, no quiero perjudicar al PSC», aseguró.
Corbacho salió derrotado de las primarias del PSC y del PSOE
Conocedores de las interioridades del PSC apuntan dos elementos. El primero, que la mujer de Corbacho, que también rompió con el PSC, ha insistido a su marido en que debía seguir sus pasos. Y el segundo, que Corbacho se irritó definitivamente con la dirección del partido tras las primarias entre Miquel Iceta y Núria Parlon. El ex ministro había ofrecido apoyo a Iceta para ganar la batalla, pero luego no se vio recompensado y, para mayor agravio, Iceta ofreció un puesto en la dirección a Núria Marín, su heredera en L’Hospitalet.
El reciente ciclo de primarias, de hecho, acabó con las posibilidades de influir de Corbacho. No sólo salió trasquilado de las del PSC, sino también de las del PSOE, puesto que fue de los pocos dirigentes catalanes que apoyó a Susana Díaz y no a Pedro Sánchez.
Corbacho, en todo caso, no ha querido proyectar una ruptura traumática. Asegura que en la carta de renuncia que le ha dirigido a Miquel Iceta le brinda su amistad. Dice Corbacho que confía en que dentro de unos días puedan estar juntos tomando café. Hoy, la duda es saber si el café se va a quedar frío.