CDC solucionará su crisis de liderazgo en septiembre con un parche
Los consellers no se quieren implicar en la secretaría general de Convergència y Rull, Turull y Corominas podrían asumir un reto que les puede calcinar
El President Artur Mas lleva meses empujando el balón hacia adelante. Sabe, porque, además, hay dirigentes que se lo han comunicado de forma insistente, como Felip Puig, que Convergència Democràtica necesita un golpe de mano.
Llegan meses muy complicados para CiU, y citas electorales como las municipales de 2015, en las que Convergència sabe que perderá poder en beneficio de Esquerra Republicana si no reacciona rápido. Y la renuncia de Oriol Pujol Ferrusola a la secretaría general –ya estaba apartado, de hecho– ha acelerado un proceso que ahora se ha convertido en “urgente”.
Optar a la secretaría general de Convergència en estos momentos es abrir un proceso sucesorio, pero siempre en función del perfil del candidato.
Sustituto urgente
Consellers como Francesc Homs, o Santi Vila, se han autodescartado. Vila nunca ha pensado en ello, pero su perfil propio, importante a medio plazo, hizo que algunas voces del partido lo consideraran como un candidato propicio. Y Felip Puig, aunque es el dirigente de CDC que más sufre por su partido, entiende que, una vez relevado de ese cargo en su día, precisamente por Oriol Pujol, ya es una etapa pasada.
Pero Mas quiere a un secretario general de forma urgente. Y no desea cambiar a ningun conseller, con una crisis de Govern. El consejo nacional de CDC, del 6 de septiembre, está ya a la vuelta de la esquina. Y el objetivo es esclarecer esa incógnita cuanto antes mejor. Por ello, aparecen tres nombres bien posicionados, que, además, están dispuestos a asumir el reto.
Rull, Turull, y Corominas
Se trata de Josep Rull, secretario de organización, y de Lluís Corominas, vicesecretario general de coordinación institucional. Los dos han ejercido, en la práctica, de secretarios generales sustituyendo a Oriol Pujol, apagando fuegos como han podido, inmersos en el proceso soberanista que ha causado mucha inquietud en el mundo municipal de Convergència.
Y no porque crean con mayor o menor fervor en la soberanía de Catalunya, sino porque ven que el gran beneficiario del proceso es Esquerra Republicana.
Convergència, más allá del President Mas, no tiene un discurso como partido, y en el llamado territorio las costuras están abiertas. El partido goza de una característica, y es su disciplina interna. Pero, en otro contexto, y con otros dirigentes, hubiera sido impensable situaciones tan rocambolescas como las que se viven ahora en Torredembarra, con concejales imputados, con un vacío de poder, y con un nuevo alcalde elegido porque es el sustituto en la lista más votada, según admite un dirigente de CDC.
Aguantar, hasta el final si es posible
El otro candidato en liza es Jordi Turull, el portavoz de CiU en el Parlament, y que sustituyó, también, a Oriol Pujol en ese cometido. Turull es un diputado de verbo afilado, ortodoxo, y con dotes de mando, que trasladará al partido, sin inmutarse, las indicaciones del President.
El problema en los últimos años en Convergència es que Artur Mas nunca ha sido un hombre de partido, un dirigente que viva con intensidad las inquietudes del día a día de la militancia.
En estas circunstancias, Convergència, junto con Unió, trataría de aguantar todo el proceso soberanista que tendrá dos momentos álgidos, con la Diada del 11 de septiembre, y con el 9 de noviembre, la fecha de la consulta.
Asumir la erosión
Los tres candidatos, hombres de partido, son conscientes de que podrían salir calcinados de todo el proceso, porque CiU asume que “todo puede quedar en nada”, si el Gobierno central recurre la ley de consultas y la convocatoria del referéndum. Si eso ocurre, la presión del mundo nacionalista será enorme.
Pero el President Artur Mas está dispuesto a aguantar y seguir gobernando, “hasta el final, hasta dónde pueda”, aseguran fuentes de CDC. Y en ese “hasta dónde pueda”, se incluyen los comicios municipales de mayo, verdadera prueba de fuego para CiU.
Por tanto, lo que ocurra el 6 de septiembre tendrá un carácter provisional, será un parche a la espera de ver en qué dirección camina el proyecto de CiU, que podría romperse definitivamente si, en unas elecciones anticipadas, se opta por una candidatura única de perfil netamente independentista, que forzara a Unió a caminar en solitario.