Castigo a Sánchez: el estado de alarma pierde el 45% del apoyo inicial
El Gobierno pierde la confianza de la amplia mayoría que aprobó la primera prórroga del estado de alarma
El Congreso de los Diputados ha aprobado este miércoles la cuarta prórroga del estado de alarma, que amplía las duras restricciones de movilidad para frenar la pandemia del coronavirus hasta el 24 de mayo. Pedro Sánchez logró una mayoría simple por la mínima, con 178 votos a favor, y —además de dos semanas más de oxígeno— se lleva a casa un clarísimo voto de castigo de la Cámara baja, con casi la mitad de los parlamentarios rechazando o absteniéndose de aprobar la extensión, que el Gobierno califica de necesaria.
La abstención de los 89 diputados del PP, que amenazó en algún momento con votar «no», y el rechazo de sus socios de ERC han sido los dos principales catalizadores de la represalia del Congreso. Es la respuesta a la unilateralidad que percibe gran parte de la oposición en la toma de decisiones del Gobierno, que no ha negociado las controvertidas medidas del estado de alarma con las demás fuerzas políticas ni con las comunidades autónomas, y que incluso amenazó con el «caos» si no se aprobaba la nueva prórroga.
La censura al Gobierno ha sido escalonada. La primera prórroga fue apoyada por el 92% del arco parlamentario y no tuvo un solo voto en contra, aunque sí 28 abstenciones de los partidos catalanes y de EH Bildu. De ese amplio apoyo, el Congreso pasó a respaldar la segunda prórroga en un 78%, cuando la CUP se pasó al bloque del «no» que también conformó Vox. Entre la primera y la segunda votación del estado de alarma, Sánchez perdió 51 apoyos, pasando el «sí» de 321 votos a 270 en apenas dos semanas.
La tercera prórroga mantuvo un apoyo similar, del 77%, con leves variaciones en los votos negativos y de abstención, y no fue sino hasta la votación de este miércoles que el Gobierno resintió el castigo de la oposición. Perdió 143 de los apoyos iniciales del estado de alarma en apenas seis semanas, pese a que ha sido este el periodo en el que se ha logrado contener el avance de la infección, algo que Sánchez vincula directamente con el real decreto. Si entonces le apoyaba el 92% del Congreso, ahora lo hace poco más del 50%.
El simple hecho de que la cuarta prórroga sobreviviera al tenso ambiente parlamentario de esta semana es prácticamente un milagro y obedece a las negociaciones in extremis que tuvo que acometer Sánchez en las últimas horas para reducir al mínimo posible el voto de castigo. Ha tenido que cerrar filas con Ciudadanos y el PNV, que también amagaron con tumbar el estado de alarma y que han conseguido que el Gobierno se comprometa a entablar un verdadero diálogo durante la fase de desescalada.
El Ejecutivo pretende acompañar el fin del confinamiento (que prevé que durará, cuando menos, dos meses) con más extensiones del estado de alarma, pero se encuentra ahora en una situación delicada: si pierde unos pocos apoyos más, y si el bloque de la abstención se pasa directamente al del «no», el estado de alarma acabará el próximo 24 de mayo. Esta vez, ha contado con apenas 178 «síes», un 45% menos de los que obtuvo en un inicio: una fotografía a color del avance de la pandemia en la política española.
Evolución del rechazo al estado de alarma
Los populares se unieron en la abstención a sus socios de Navarra Suma, así como a EH Bildu, Foro Asturias y BNG, partido nacionalista gallego que hasta ahora había apoyado el estado de alarma con un «sí» en las tres anteriores votaciones. Por su parte, ERC ha entrado en el bloque del «no» en el que, desde la anterior votación, ya estaban Vox, la CUP y JxCat. Los republicanos se habían abstenido hasta ahora, y su rechazo en esta votación supone un punto de inflexión para la legislatura de Sánchez.
Vox, una de las voces más críticas del Gobierno de Sánchez, solo apoyó la primera prórroga del estado de alarma, votada el 25 de marzo. En las demás votaciones se ha mantenido en el «no» y ha insistido en que el Ejecutivo debe dimitir en bloque para dar paso a una administración de emergencia nacional. La CUP optó —junto a sus pares nacionalistas de ERC, JxCat y Bildu— por la abstención en la primera votación, pero en las demás tres se ha sumado a los de Santiago Abascal en el voto negativo.
Este bloque, el del «no», ha ido creciendo paulatinamente. De no tener ningún integrante en la primera prórroga, pasó a albergar a Vox y la CUP en la segunda, a los que se unió JxCat en la tercera, a los que a su vez en esta cuarta votación se ha unido ahora ERC.