La inmersión en la escuela de Canet: «Es un tema que mejor evitar con los amigos»
La localidad barcelonesa se convierte en un símbolo que desmiente el relato oficial de que "no hay un problema con la lengua". Es un municipio dividido y que prefiere guardar silencio
Un pequeño colegio en las afueras de Canet de Mar –el Turó del Drac–, pueblo costero del Maresme (Barcelona), se ha convertido en el centro de un debate que trasciende sus muros: la defensa del bilingüismo. Una polémica que afecta al municipio, que sigue con su vida pese a convertirse en foco de atención mediática, aunque con una silenciosa división latente.
Los padres de un alumno de P5 han denunciado amenazas por pedir en el aula lo que es normal en la calle: la convivencia entre las dos lenguas oficiales de Cataluña. Una petición que ha llegado en paralelo a la histórica sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que obliga a todos los colegios a impartir al menos un 25% de asignaturas en castellano.
Padres y abuelos de los niños viven con resignación e incomodidad la polémica. Lunes después de clase, los familiares esperan para recoger a sus criaturas. Fuera, alguna cámara de televisión que informa de la última hora de la polémica. Los más previsores aguardan en la puerta una hora antes de que salgan las criaturas, alejados de la entrada e incluso dentro de sus coches.
Muchos de ellos no quieren hablar con la prensa, aunque la tensión se palpa en el ambiente. «No entro en politiqueos. Lo que estáis haciendo con un niño de seis años es vergonzoso», expresa un padre que se niega a hablar con Economía Digital. Otros directamente eluden el debate, dicen que es una situación demasiado violenta y prefieren guardar silencio.
Hay quienes sí que abordan el tema. Es el caso de Josep, un abuelo que espera para recoger a sus dos nietos, ambos alumnos del centro. «¿Qué polémica?», pregunta irónicamente a las puertas del Turó de Drac. «No hay ningún problema, el problema lo hacéis vosotros, la prensa española que viene aquí a manipular, a decir que somos los peores padres y abuelos del mundo».
El hombre insiste en que es «la polémica de un padre» y niega cualquier «acoso»: «Esta gente está haciendo un trabajo increíble, uno de los mejores colegios de toda Cataluña. Y luego viene un señor a liarla, se trae aquí a medio partido y a todas las teles». «Las nuestras no», puntualiza ante la ausencia de TV3 frente a la presencia de periodistas de cadenas nacionales.
Preguntado por la carta de los padres pidiendo respeto y defendiendo el bilingüismo, el señor insiste en defender que no existe ningún problema con el alumno de P5. Ninguno de sus críos está afectado por la medida, insiste en que sus nietos son castellanohablantes, y niega que haya un conflicto en el centro: «Ya se hace. No pasa nada porque hablen castellano».
«Lo peor es que no se salga de este bucle»
«No entiendo la polémica», critica otra abuela ante la exclusión del español. La mujer vino de Andalucía con un año y aprendió a hablar catalán «porque le gustaba». «Si voy a algún sitio, si me hablan en castellano hablo en castellano y si me hablan en catalán hablo en catalán (…). Lo peor es que no se salga de este bucle, por narices en catalán o por narices en castellano».
La mujer se enteró del conflicto la semana pasada al llegar al colegio tras semanas fuera y encontrarse con una elevada presencia policial en la puerta. «No le veo… Vamos, es que no tengo ni idea», explica la mujer sobre el 25% en la escuela. «A mí me da todo igual ya, esto sois los jóvenes que veis las cosas de otra manera», remarca.
Otra madre aguarda sentada en un banco de la puerta de acceso al centro. No quiere que se la identifique, aunque rechaza que se aplique un 25% de castellano «si lo pide un solo alumno». «Si tú llevas a tus hijos a un colegio, tienes que informarte primero de lo que hay, y si es todo en catalán pues es todo en catalán. Si quieres castellano, pues buscas otro centro».
La mujer condena las amenazas al niño que han trascendido a través de los medios de comunicación, aunque desconoce si vienen del colegio: «Yo no lo entiendo». «No me gustan estas movidas. Estaba comiendo y salía por la tele el colegio», explica la madre angustiada. «Somos una escuela muy tranquila, y de golpe llevamos unos días…».
«A mí me parecen mal las amenazas al niño, pero también que se tenga que cambiar al castellano», puntualiza otra mujer: «Hay castellanohablantes que saben catalán y otros que no lo saben, pero ningún catalanohablante no sabe castellano». La señora, que va camino del colegio a buscar a su nieta, explica que la niña a los 4 años «ya contestaba en los dos idiomas».
Carteles a favor de la inmersión en el corazón del pueblo: «Desobedezcamos al Estado»
Lejos del colegio, en el centro del pueblo, la vida transcurre con normalidad. Quedan todavía restos de la manifestación contra la sentencia del 25% de castellano convocada por el Sindicat d’Estudiants del Països Catalans (SEPC) –el brazo estudiantil de la CUP– y secundada por los anticapitalistas, ERC y Junts per Catalunya.
«La escuela, ¡en catalán! Desobedezcamos al Estado, blindemos la lengua», recoge un cartel colgado por Arran en la céntrica Riera Buscarons de Canet de Mar. La manifestación comenzó a las puertas del polémico colegio, donde se puede leer todavía alguna pintada a favor de la inmersión, pese a que el TSJC pidió a la Generalitat que desviara el recorrido para proteger al menor.
Y aunque la vida transcurra sin más en la villa, la aplicación del bilingüismo en el Turó de Drac es «la comidilla». «Lo he hablado con amigos y cada uno tiene su opinión, pero sin más», explica una mujer en perfecto catalán mientras se dirige en español a sus hijas, que estudian en otro colegio de Canet de Mar. «Mi tía piensa una cosa y yo otra, y no pasa nada», defiende.
Una opinión que contrasta con la de otra madre, que aguarda con su hija –no alumna del centro– en la calle. Aunque defiende la inmersión, critica las amenazas, pero insiste en que la culpa es de unos padres a los que califica de «egoístas»: «Yo pienso mucho en los niños y sus padres lo han señalado. Cuando tome conciencia verá que es diferente, que está excluido. Le han hecho daño».
Preguntada por si el niño está recibiendo algún trato discriminatorio, duda de la versión de los defensores del centro sobre que no hay polémica con él. «¿Tú te lo crees? Porque yo no. Aunque los padres no lo quieran, es algo que le acabarán transmitiendo a sus hijos», lamenta la madre, que reconoce que se trata de un tema «que mejor evitar con los amigos».
A la mujer le parece mal el 25% de castellano, y cree que la «persecución» actual al catalán es un retroceso ante las conquistas durante la dictadura franquista para que se enseñara la lengua propia en la escuela: «Si yo creyera que lo necesita, lo pediría, pero no es así, aunque no quitaría nunca la asignatura de lengua castellana. Hay que saber castellano, igual que el inglés».
«Todo es en catalán, cuando tenemos la suerte de ser bilingües»
Hay quienes en el pueblo critican frontalmente la polémica. «Si sales de Cataluña tienes que saber hablar castellano. Yo, por trabajo, voy mucho a Italia y allí aman su bandera y el italiano, y luego en cada región hablan como quieren», defiende. «Hay mucha secta de los padres en los colegios. Todo en catalán y solo en catalán, cuando tenemos esa suerte de ser bilingües».
La vecina de Canet, que se define como «independentista y castellanohablante» y que tiene una hija que no está en edad escolar, lamenta la opinión de parte de sus vecinos y critica las amenazas al menor: «Los de mi quinta no pensamos así. Yo conozco a muchos amigos que llevan a sus hijos a ese colegio, y están muy en contra de lo que está pasando con el crío».
Canet de Mar se ha convertido en la cabeza de turco de un problema que afecta a toda Cataluña, que estudiar en español no es posible a día de hoy en casi ningún centro de la región más allá de la asignatura de lengua castellana. Y aunque una sentencia que abre camino, la Generalitat amenaza con desobedecerla y abrir un nuevo laberinto legal que retrase su aplicación.
Una posición intransigente de Govern, ayuntamiento y familias que desembocó en una ola de solidaridad con la familia. Partidos de todo el espectro constitucionalista se han manifestado a favor del niño, e incluso desde Moncloa telefonearon a la Generalitat para que garantizara la seguridad del alumno de P5 afectado por la campaña independentista de acoso.
La pequeña villa maresmenca –un feudo del independentismo de 14.000 habitantes gobernado por ERC donde PP, Cs y Vox son inexistentes– se ha convertido en un símbolo para ambas partes. Un ejemplo que desmiente lo argumentado por el conseller de Educación, Josep González-Cambray, que en Cataluña no hay «ningún problema con la lengua».