La campaña de Feijóo para el 28-M: su prueba de fuego 180 encuestas y 13 meses después
El examen a la propuesta del PP será global pese a tratarse de municipales y autonómicas. Los sondeos se han enfriado, pero Feijóo está confiado
Han pasado 397 días, trece meses, desde aquel 2 de abril de 2022 en el que Alberto Núñez Feijóo fue nombrado presidente del Partido Popular. Aquel movimiento, además de traumático tras la salida forzada de su antecesor, tenía un porqué muy claro: construir una alternativa al Gobierno de Pedro Sánchez que fuese atractiva, que ilusionase a la formación y que devolviera al centro derecha ese ánimo ganador que había perdido. Ahora, 180 encuestas publicadas después -un recuento hecho por la dirección del partido-, llega la verdadera prueba de fuego: las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo.
A pesar de que podría pensarse que sólo es cuestión de Feijóo el ganar en las generales previstas para final de este año, y esta contienda no tener nada que ver al haber designado libertad en la formación de listas en los territorios -con alguna honrosa excepción- y haber consensuado el puesto de salida en las capitales del país, habiendo celebrado los correspondientes congresos en los territorios, no es así. El presidente del PP y los suyos, aunque a disgusto, admiten que mayo puede propulsar el «cambio» o diluirlo.
En su discurso en la Intermunicipal de Valencia hace unas semanas, Feijóo ya avisó: “Hoy estoy seguro de que España va a tener un mejor Gobierno. Y ya sabéis que no me gusta hablar por hablar». “Si no consigo ganar, no merezco ser presidente de partido. Por tanto, ayudad un poco. ¡Echad una mano!”. Y las expectativas han ido variando, como se ha ido viendo en esas encuestas publicadas desde que es presidente, porque no sólo Sánchez ha recompuesto su mensaje y activado toda la maquinaria electoral, sino que el PSOE aguantará bien el tirón en mayo al tener buenos candidatos y el PP, aunque no quieran, tendrá que enfrentarse a la encrucijada de pactar -o no, o cómo- con Vox. Y puede ser un lastre.
Objetivo: mantener Málaga, Zaragoza y Madrid
La meta y los deberes para los suyos están fijados desde hace semanas: el PP tiene que conseguir más ayuntamientos y, sobre todo, gobernar en más de las 3 comunidades autónomas actuales, que son las que tienen cita electoral en esta ocasión. ¿Cómo? Con «mayorías contundentes, incontestables» que les liberen de tener que compartir gobiernos con Vox. Es por ello que ya ha prometido ser «corresponsable» de los resultados que los suyos cosechen este 28-M.
Porque la imagen de vencedores y vencidos que se tomará la noche de las elecciones es complicada de diluir en tan sólo unos meses, máxime si se conseguían conquistar algunas plazas importantes para el rival. Pero, a estas alturas, las esperanzas apuntaban más alto. Ahora, sus sondeos internos han vuelto a dibujar un mapa con el que Alberto Núñez Feijóo sale más que bien parado. Así, según aseguran fuentes de la dirección, están en disposición de ganar la Comunidad Valenciana, Aragón y Baleares.
«Podemos ganar en muchos sitios y no gobernar», advierten ahora desde la dirección. Y con eso en mente se ha diseñado la campaña. Aunque trasmitan que llegan «con el PP al alza y con el PSOE pidiendo la hora», saben que necesitan echar el resto porque no está nada asegurado. Por eso, Feijóo repite actos durante esos quince días en Aragón, Cataluña, Extremadura o Castilla-La Mancha. «Sevilla está ahí ahí. A ver qué pasa en Valencia. El objetivo es mantener Zaragoza, Málaga y Madrid», apuntan.
A la refriega, es decir, a la campaña, acudirá todo el comité de dirección. «En 2019 perdimos por 1,5 millones de votos en las municipales. Ahora, vamos a ganar bien. La comparación de las elecciones debe ser con las municipales», inciden, señalando que el discurso a extender no es otro que «derogar las malas prácticas del sanchismo«. Sobre Vox, aluden que irán a lo suyo. «Nosotros, a nuestro libro, a las propuestas de nuestros candidatos», evitando los choques con la formación de derecha radical.
Los tres caladeros de voto
Porque, de cara al 28-M, el equipo de estrategia popular ha detectado lo que consideran «tres grandes caladeros de votos» imprescindibles para hacerse con la victoria en las elecciones. Son los electores que son votantes asiduos del PP y continúan optando por las siglas; también, los ciudadanos que en alguna ocasión eligieron esa papeleta pero dejaron de hacerlo, y, finalmente, la centralidad decepcionada que nunca ha votado al PP.
Ese fraccionamiento es clave para que salgan las cuentas y se cumplan con los objetivos. Lo que sería una victoria total, y hacia donde se dirigen los esfuerzos desde la sala de máquinas de Génova, es volver a reunir «11 millones de votos», en referencia al resultado granjeado por Mariano Rajoy en 2011, en la última mayoría absoluta que se consiguió en unas elecciones generales. Entonces, 10,8 millones ciudadanos optaron por el PP.
Pero incluso sin hacer pleno, y pensando más bien en la última cita electoral nacional que ganaron los populares -diciembre de 2015, con Rajoy de nuevo y para cuya investidura el PSOE se rompió en dos al decidir abstenerse-, las mismas fuentes de la dirección creen que, «si conseguimos blindar dos de ellos, nos garantizamos el éxito en las elecciones». En aquella ocasión fueron 7,2 millones de votos. Creen que «el mapa de España la noche del 28-M va a estar completamente teñido de azul por los resultados en las urnas«. La meta es que en julio, ya con los gobiernos decididos y en base a los acuerdos postelectorales alcanzados, ese mapa no varíe demasiado.