Cameron se echa en brazos de los laboristas para frenar el brexit
El debate de Economía Digital Ideas y Banc Sabadell sobre la ruptura de la Unión Europea deja en evidencia los errores del primer ministro británico
El brexit nunca fue una oportunidad como tratan de vender Bruselas y Londres. El referéndum del próximo 23 de junio fue una promesa de David Cameron a los votantes conservadores. Cuando el premier propuso en 2013 el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido a la Unión Europea (UE), suponía que los euroescépticos no lo ganarían.
En el caso de Escocia también pensó que los independentistas no conseguirían su propósito secesionista hasta que las encuestas empezaron a lanzar alarmas. Cuando se vio que el riesgo de secesión podía materializarse, los laboristas, especialmente Gordon Brown, acudieron a formar un frente común con los conservadores para salvar la unidad del Reino Unido.
Ahora la historia se repite. Las ventajas ya arrancadas a Bruselas prevalecerán sobre el temor creciente de los británicos ante los inmigrantes, o el riesgo de nuevos ataques terroristas. Los conservadores argumentan que las mejoras obtenidas por Cameron se pueden multiplicar, si una vez dicho «no» a la UE, se reanuda la negociación.
Boris Johnson, el explosivo ex alcalde de Londres y aspirante a primer ministro, afirma «que la historia de la UE demuestra que Bruselas es mucho más tolerante cuando un país dice un gran ‘no». Dinamarca e Irlanda votaron contra los tratados de Maastricht y Lisboa y obtuvieron mayores concesiones. El impacto de la salida inglesa plantea la reversibilidad de un proyecto que parecía haber nacido para perpetuarse.
Accede a los momentos imprescindibles del debate sobre el brexit
«Pero quizá el debate de fondo, no resuelto, sea precisamente el contenido y destino de dicho proyecto», constata, en el debate organizado por Economía Digital Ideas, Pol Morillas, investigador principal del CIDOB. Europa se encuentra ante el fin de las unanimidades.
A partir de ahora, se visibilizará mucho más la situación real de los países que son sometidos a acuerdos en contra sus intereses más elementales, como se ha visto en Grecia; se comprobará con crudeza la falta de bases para la hegemonía alemana. En un momento de crisis europea, tanto económica como identitaria, en el que la pertenencia a un mercado común no otorga beneficios económicos tan explícitos ni inmediatos, la rebelión de los Estados miembro no puede tardar.
Morillas recuerda que el próximo año, hay elecciones en Francia y en Alemania. «La tensión creciente de los nacionalismos, que en Francia tienen una plataforma muy clara con el Frente Nacional de Le Pen, nos señalan ya una etapa nueva en la que las decisiones serán particulares y deberán respetarse».
¿Quién se contenta con Europa habiendo tenido Hong Kong?
El nuevo espacio europeo ya se conforma sobre bases totalmente nuevas. El mundo británico aprovechará lo que salga del brexit para distanciarse más si cabe de la sensibilidad continental. Casi perdida su esperanza de mantenerse en el poder, Cameron habla de la UE como el antídoto contra la xenofobia y el nacionalismo, de la estabilidad que tanto aprecia el comercio.
A su ciudadanía ya nada parece detenerla a la hora de votar por la salida. Es como si una voz interior les dijera a la gente en el oído: ‘no os dejéis llevar por las promeses de internacionalidad que llegan de Bruselas’. El imperio sobrevive a su propia disolución. «La Commonwealth es la familia extendida», revela, en el mismo foro, Xavier Mas de Xaxàs, atento como corresponsal de La Vanguardia, a las voces interiores de las islas.
¿Quién se contentaría con Bruselas habiendo tenido Hong Kong? ¿Y Europa? Europa es solo un socio.