Bronca soberanista contra Mas por querer salvarse en el juicio
Dirigentes del PDECat y Esquerra, e intelectuales independentistas, reprochan a Artur su estrategia de defensa según la cual no quiso desobedecer al Constitucional
¿Y si Artur Mas queda absuelto? ¿Qué pasa en el seno del bloque soberanista? La estrategia del expresidente de la Generalitat, en el juicio por la causa del 9N, ha provocado una bronca interna con acusaciones cruzadas de dirigentes del PDECat, ERC y la CUP. También emergió el reproche de intelectuales afines, que no entienden el doble lenguaje de Mas. Aseguró en la declaración ante su abogado, en el juicio oral que comenzó este lunes, que en ningún momento quiso desobedecer al Tribunal Constitucional (TC).
Lo que ocurrió, según su versión es que el TC no quiso o no supo concretar qué era lo que, exactamente, no podía hacer el Govern. Se trate o no de un subterfugio, lo cierto es que la estrategia de Mas, conjunta también para las exconsejeras Irene Rigau y Joana Ortega, persigue un fin: no acabar inhabilitado y alcanzar, incluso, la absolución en el juicio, algo que no descartan algunos juristas como el catedrático de derecho constitucional Xavier Arbós, o la abogada Magda Oranich.
Pero esa estrategia choca frontalmente con el discurso político del soberanismo, que consideró el 9N como el único acto de desobediencia real frente a las instituciones del Estado, después de que el Tribunal Constitucional, tras el recurso del Gobierno central, lo suspendiera. En las propias filas del PDECat esa actitud ha sorprendido, según distintas fuentes, y también en Esquerra Republicana, donde se vislumbra, claramente, que Mas desea seguir en la carrera política, e, incluso, como candidato a la Generalitat.
Esas mismas fuentes responsabilizan al abogado Rafa Entrena, que ha trazado esa estrategia para Mas, Rigau y Ortega, de quien es su pareja sentimental. La paradoja es mayúscula. Mientras por un lado Mas exhibía la idea de que detrás del 9N estaba él, y que políticamente era el responsable, todos sus argumentos ante el juez se basaron en la falta de concreción del constitucional, al que no quiso desobedecer.
Las pullas de la CUP
Lo que está en juego es cómo encara el soberanismo los próximos meses, y con qué actores. Los reproches entre el PDECat y ERC comienzan a ser numerosos. Oficialmente, Junts pel Sí desea convocar el referéndum de autodeterminación, pero los matices llegan después. Existe la convicción de que será muy complicado convocar la consulta, sin que el Gobierno no la recurra de inmediato. Y ha surgido la idea de hacer coincidir el referéndum con unas elecciones al Parlament, aunque el presidente Carles Puigdemont se opone a ello.
Quien fue claro en la denuncia de esa estrategia de Mas y las ex consejeras Rigau y Ortega fue el diputado de la CUP, Albert Botran. Aseguró que la estrategia de defensa se basó en una «grieta» legal, porque el Tribunal Constitucional no respondió el requerimiento que le pidió el Govern, pero que la realidad es que «es necesario asumir la responsabilidad política de la desobediencia ante las prohibiciones injustas». Y que «cuando llegue el referéndum de este año, no existirá ninguna grieta posible y se deberá asumir que será ilegal a ojos del Constitucional».
La estrategia poco «inteligente» de Mas
Los reproches a Mas, sin embargo, llegaron desde sus propias filas. El periodista Francesc Marc Álvaro, que no ha escondido sus afinidades con el proceso soberanista en todos estos años, recriminó a Mas «una cierta ambigüedad». Y aseguró, en un comentario en RAC1, que esa estrategia podría resultar un error. «La estrategia de la defensa quiere minimizar la más que probable inhabilitación, pero no sé si es políticamente inteligente que Mas no diga claramente dentro del tribunal lo mismo que el independentismo repite en la calle: que el 9N desafió pacíficamente unos poderes que no quieren escuchar».
El toque de atención es claro. Lo que ocurre es que el soberanismo no podrá caminar bajo un mismo paraguas, porque lo que se dirime también es el futuro político de Mas, y la posible victoria de Oriol Junqueras, al frente de ERC, cuando, finalmente, no quede otra opción que convocar elecciones al Parlament de Cataluña.