Así llegan los refugiados ucranianos a Polonia: “Están traumatizados, no les dejan traer ni maletas”

Miles de mujeres han pasado la frontera con sus hijos sin nada en la mano, los voluntarios reclaman más ropa, comida y juguetes para niños

Cientos de refugiados ucranianos viajan en un tren que partió de Ucrania dirección a Cracovia y Varsovia (Polonia) huyendo de la guerra. EFE/ Manuel Lorenzo

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Se estima que un millón de ucranianos han salido de su país desde que el pasado jueves 24 de febrero fueran atacados por Rusia. Buena parte de ellos se está dirigiendo a Polonia, aunque este no sea su último destino. “Algunos se quedan y otros siguen su camino, pero el idioma y la cultura son parecidos, lo que los anima a pasar por aquí”. 

Así lo explica Marcjanna Kubala, directora de Hillel Krakow. Tiene 30 años y conoce bien nuestro idioma, estudió periodismo en Madrid. En algún momento de su vida se planteó ejercer, pero en 2017 decidió volver a su país, Polonia, para trabajar en esta organización sin ánimo de lucro, que tiene como misión acercar y mantener conectados a los jóvenes judíos. 

Desde luego, la religión ha pasado a un segundo plano. Ahora todas las personas que forman parte de esta organización se han convertido en voluntarios. Aunque este sentimiento se extiende por todo el país, asegura. “Se necesitan muchas manos, vienen cientos de personas cada día. No traen nada, llegan con lo puesto y necesitan todo tipo de ayuda”.  

Además de alojamiento, necesitan comida, medicamentos, alguno hasta ayuda médica o psicológica “porque están totalmente en shock”. Pero sobre todo, lo que más se necesita, “es ropa, comida y juguetes para niños”. La mayoría de refugiados son mujeres y niños, además de personas mayores, porque los hombres de entre 18 y 60 años se tiene que quedar en Ucrania a luchar, explica. 

“La gente llega totalmente traumatizada, han tenido que dejarlo todo y huir de su país de un día para otro”. Encima, los hombres se han tenido que quedar en Ucrania para combatir y hay muchos relatos de familias que se han separado en las fronteras sin saber si volverán a verse, comenta.  

El pueblo polaco se está volcando de lleno en dar a los refugiados alojamiento en sus casas, su propia comida, dinero, medicamentos o ropa. “Piensa que algunos han venido como mucho con una maleta y la mayoría sin nada, les han obligado a dejar las maletas en la estación de tren para que los trenes fueran lo más lleno posible”. 

Los controles fronterizos ya no piden PCR ni test de vacunación

Los transportes son masivos, la gente está huyendo en coche, autobús, trenes y hasta camiones. “Los controles en fronteras se han aligerado bastante y los papeleos se han reducido a cero”. Hasta antes de que estallara el conflicto estaban pidiendo test covid, o pasaporte de vacunación además de documentos de identidad.  

También se están organizando desde Polonia transportes en el sentido contrario, revela. Los conductores se organizan para llegar a puntos concretos de Ucrania, sin peligro, y hacer llegar todo lo que se va recolectando, sobre todo comida y medicamentos. “Muchos aprovechan la vuelta para traer personas”.  

En algunas ciudades polacas, las más fronterizas, reina el caos estos días. “Los voluntarios solo pensamos en darle un hogar a cada persona, que no pasen frio, que todo el mundo coma”. Incluso, en que tengan acceso a internet para poder comunicarse con su familia en Ucrania.  

Kubala explica que se ha establecido una base de datos en Polonia donde se pueden registrar aquellas personas que están interesadas en acoger a gente a sus casas para que sea más fácil saber si están libres o ya están ocupadas. Además, en las ciudades hay organizados puntos de ayudas para que la gente done y los voluntarios repartan.  

«Las cosas para bebes son las que más se necesitan, desaparecen super rápido. Y también los sacos de dormir», apunta. Con el paso de los días se han empezado a hacer actividades con los niños para que se vayan familiarizando con el idioma y consigan olvidar, por momentos, lo que han dejado atrás. 

«Hay mucha necesidad de organizar actividades con los niños. Las escuelas y guarderías abren sus puertas gratis para ellos, pero algunos vienen tan traumatizados que no quieren separarse de sus madres”. Asimismo, las mujeres y personas más mayores “no quieren quedarse sin hacer nada” y se incorporan como voluntarios, “ayudan como pueden”. Por ejemplo, donde más ayuda se necesita ahora es con la traducción y los que conocen el idioma se dedican a esto. 

La voluntaria recuerda que muchas personas que están ahora refugiadas en Polonia tienen la necesidad de enviar dinero a sus familiares en Ucrania, porque a ellos les resulta imposible trabajar “si las ciudades han sido bombardeadas”, así que tienen que sobrevivir.  

Las banderas ucranianas están por todo Polonia, todos queremos ayudar y hay muchas muestras de solidaridad”, asegura. Al tiempo, explica que también se está viviendo el caso contrario, y es que muchos ucranianos que ya residían en Polonia se están volviendo a su país para luchar. “Quieren proteger su país y defender su historia”. Y aquí aprovechan para llevarse todo tipo de recursos para luchar porque allí escasean.  

«Ucrania no tiene recursos suficientes, desde aquí se recolecta dinero o material para poder enviarles protección militar. Ya sea ropa, cámaras de termovisión o chalecos antibalas”. Lo que sea necesario para poder defenderse. “Para nosotros son unos héroes. Les falta material, pero no ánimo. Están defendiendo su país”. 

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