Artur Mas y el Pdecat naufragan con 0 diputados
El fracaso electoral pone punto y final a 40 años de Convergència y empuja al independentismo a la izquierda y el unilateralismo
Convergència se queda fuera del Parlament con la derrota del Pdecat, y entierra consigo al nacionalismo conservador fundado por Jordi Pujol y que gobernó Cataluña durante la mayor parte de su autonomía. El partido de Artur Mas, que se desmarcaba de la vía independentista que ocasionó la grave crisis política de 2017, no ha encontrado espacio en el electorado independentista que ha preferido apuntalar a ERC.
El Pdecat se planteaba como una alternativa sensata e ideológica, que hacía una enmienda a la totalidad a las tesis unilateralistas en una agenda marcada por la CUP. Una política sosegada de otros tiempos, que tuvo mucho rédito electoral y que permitió a Jordi Pujol primero y a Artur Mas dirigir el autogobierno catalán con comodidad gracias a pactos a izquierda y derecha.
Àngels Chacón pretendía recuperar ese espacio nacionalista de centro-derecha, basado en la buena gestión reivindicada de los antiguos gobiernos de CiU. Una vía que sin embargo no ha convencido suficientemente a su electorado, que ha decidido apuntalar a ERC como el perfil más moderado dentro del bloque independentista.
Un independentismo a la izquierda con tintes populistas
La desaparición del único partido político que se vendía a sí mismo como liberal dibuja una nueva correlación de fuerzas virada hacia la izquierda. El independentismo se ha dibujado en una horquilla que va desde las posiciones populistas de Puigdemont hasta la extrema izquierda de la CUP.
También supone el fin de la figura política de Artur Mas. El expresidente catalán, fulminado por la CUP en el pacto de investidura de 2016 que hizo a Puigdemont president, se erigió como una voz crítica de la deriva del independentismo tras el fracaso de la DUI en 2017 y pidió volver a posiciones pragmáticas.
La nueva situación abre una gran incógnita sobre cuál será el futuro del capital político de los posconvergentes. Muchos de sus cuadros, que decidieron separarse de la vía de Puigdemont, podrían volver al redil del expresidente fugado si la formación turquesa se abre la puerta a reincorporarlos.
La trituradora del procés devora al partido que lo inició en 2012
El Pdecat, pese a que ha quedado fuera del Parlament, mantiene un gran capital político: 4 diputados en el Congreso y un gran número de alcaldes que apuntalan una base territorial sólida. La formación de Àngels Chacón se suma a la lista de nacionalistas moderados que fracasaron en el intento de articular una una nueva CiU.
El Pdecat se ha quedado por debajo del 3% de los votos necesarios para entrar en el Parlament. Los herederos de Convergència han sufrido una situación similar a la que se enfrentó Unió Democràtica, cuando tras la ruptura con CDC y la disolución de CiU se quedó a las puertas de conseguir representación parlamentaria.
La muerte del Partit Demòcrata supone el fin de Convergència. El procés que inició Artur Mas bajo el paraguas de CiU en 2012 devoró primero al socio pequeño de la coalición, para finalmente terminar por comerse al que un día fue el gran partido de Cataluña y dejar vía libre a sus herederos no-reconocidos: los populistas de Junts per Catalunya.