Aragonès busca mejorar la relación con Junts y volver a seducir a la CUP para salvar la legislatura
El presidente quiere recuperar a los antisistema pese a su idilio con los Comuns para los presupuestos y con el PSC para aprobar la renovación de cargos públicos pendientes, como el consejo de gobierno del CAC o de la CCMA
Pere Aragonès afronta 2022 con varios retos. El presidente de la Generalitat terminó el año con un agridulce sabor: por un lado, la aprobación de sus presupuestos gracias al apoyo de Catalunya en Comú–los primeros en 10 años que entran en vigor en tiempo y forma–. Un apoyo que ha significado la ruptura de la mayoría independentista de la investidura.
«Mi voluntad es que los compromisos programáticos que adquirí con la CUP en la investidura se apliquen. Establecimos un margen de dos años para la aplicación de todos esos compromisos sectoriales y para avanzar en el proceso de negociación», ha asegurado el president en una entrevista a la Agencia Efe.
La CUP fue el principal objetivo de Pere Aragonès para aprobar las cuentas, un pacto inviable ante las peticiones de los antisistema, que pedían la oposición del Govern a los Juegos Olímpicos (JJOO) de Invierno y también que se abortara el proyecto de Vila-seca (Tarragona) para construir el macrocentro recreativo del Hard Rock.
Una apuesta a la que la CUP añadió también la defensa de un segundo referéndum unilateral de autodeterminación, y una ruptura de las negociaciones abiertas con PSOE y Podemos para dar salida a la crisis catalana. En el pleno de aprobación, la diputada Euàlia Reguant lamentó que se hubiera perpetuado la «sociovergencia», ahora con la pata de ERC.
La CUP se posiciona en la oposición al Govern
“Cada vez tenemos menos espectativas de volver al acuerdo de investidura”, aseguró Reguant sobre el acuerdo de investidura. La diputada bautizó las cuentas como las del «Hard Rock y los JJOO», mientras acusó a Aragonès de pactar con el PSC a espaldas la renovación de cargos caducados –como el CAC o la CCMA–. «La foto no era digerible para el país», sentenció Reguant.
El presidente de la Generalitat aseguró que se sometería a una cuestión de confianza en su pacto de investidura con la CUP, pero ante la votación de los presupuestos parece que ha reculado. «No tiene demasiado sentido mantener una cuestión de confianza si esta confianza ya se ha retirado antes», ha asegurado el president en la entrevista a Efe.
Y pese a su idilio con los Comuns para los presupuestos y con el PSC para la renovación de cargos públicos, Aragonès espera poder volver a recuperar la fotografía que le encumbró como president: «Estoy dispuesto a hablar con la CUP para encontrar la fórmula para poder reconstruir estas confianzas».
La negociación fue dura, con la parte de Junts haciendo el doble juego: por un lado, condenando cualquier pacto que no pasara por los partidos independentistas, mientras que por el otro el equipo de Giró limaba asperezas con los Comuns para conseguir los apoyos necesarios y sacar las cuentas adelante.
La ruptura de la «mayoría del 52%»
La ruptura con la CUP fue, al mismo tiempo, un episodio más en las desconfianzas entre ERC y Junts, socios condenados a entenderse para afianzar su poder y la ruptura al relato de la «mayoría del 52%». Aunque el partido de Puigdemont ha terminado por apoyar las cuentas de su Govern, amenazaron con retirarle el apoyo si seguía la senda de los Comuns.
Elsa Artadi llegó a pedir incluso una reunión al más alto nivel para tejer la crisis de confianza en el seno de los dos partidos que sustentan al Govern, un encuentro del que no han vuelto a pronunciarse y que parece no haberse producido, al menos de forma formal. Junts sigue con su doble juego: hacer oposición desde el Govern, y construir una alternativa jugando a ser oposición.
El histórico de desconfianzas entre ambos socios es alargada. Las negociaciones para la investidura de Pere Aragonès fueron turbulentas, obligándole a someterse a dos sesiones de investidura fallidas antes de terminar pactando con ellos. Un desencuentro que se saldó en tiempo de descuento en una masía, reunidos Jordi Sànchez y Pere Aragonès en la intimidad.
No ha sido el único episodio truculento que han tenido ERC y Junts. La delegación de representantes a la mesa de diálogo con Pedro Sánchez también sacudió los cimientos de la frágil coalición. Aunque Aragonès aseguró que únicamente podían ir al encuentro miembros del Govern, el partido de Carles Puigdemont optó por presentar a perfiles de su partido sin cargo.
Entre los convocados por Junts estaban el mandatario efectivo del partido, Jordi Sànchez, y el exconseller Jordi Turull, ambos indultados parcialmente por Pedro Sánchez, aunque siga existiendo sobre ellos la pena de inhabilitación que les impide ejercer cualquier cargo público. También, se puso sobre la mesa el nombre de la diputada en el Congreso Míriam Nogueras.
La crisis se saldó con sillas vacías. Junts declinó su invitación al encuentro con Pedro Sánchez, y Aragonès fue únicamente flanqueado por dos consellers de su partido: Laura Vilagrà (Presidencia) y Roger Torrent (Empresa i Treball). El partido de Puigdemont amenazó con no reconocer el resultado de la mesa de diálogo si la situación persistía.
Un largo historial de desencuentros entre ERC y Junts
Una falta de confianzas que Junts y ERC llevan tejiendo desde legislaturas anteriores. Quim Torra llegó a amenazar con convocatoria de elecciones tras asegurar que se habían raoto las confianzas, algo que quedó paralizado como consecuencia de la llegada de la pandemia de coronavirus. El detonante fue la pérdida del escaño del expresidente por mandato de la Junta Electoral.
Aragonès tiene el reto para este año de fortalecer su mayoría independentista, pese a los jaleos de sus socios para que active la desobediencia al Estado, algo que choca frontalmente con la estrategia de ERC: apostar por la distensión con Pedro Sánchez y rebajar la tensión y jugar a ser CDC: beneficios para Cataluña a cambio de ser la muleta del Gobierno de España.