Andalucía fulmina la legislatura española
La mayoría absoluta del PP en Andalucía certifica que el Gobierno de coalición está en vía muerta. Ni favorece al PSOE, cuyos barones empiezan a ponerse nerviosos, ni a la díscola Yolanda Díaz
Andalucía, el mayor de todos los bastiones socialistas, ha decidido en elecciones autonómicas dar al PP su primera mayoría absoluta en la región. La contundente victoria de Juanma Moreno no solo certifica un cambio de ciclo en la comunidad autónoma, que coloca a los populares como partido hegemónico, sino también un cambio de ciclo nacional: las sucesivas derrotas del PSOE allí donde se presenta y la escasa movilización de sus socios inducen a pensar que la legislatura, planteada como una coalición de las fuerzas de izquierda contra la derecha, ha entrado en vía muerta.
Los 57 escaños obtenidos por el PP en Andalucía, más que duplicando los resultados de hace cuatro años, superan los que llegaron a lograr Susana Díaz o José Antonio Griñán y hunden al PSOE a su peor resultado histórico, 30 escaños. Solo el doble que Vox (14). El socialista Juan Espadas, elegido directamente por Pedro Sánchez, se suma a la larga lista de ‘candidatos’ del presidente del Gobierno que se estallan en todas las citas electorales del último año, empezando por Ángel Gabilondo en Madrid y pasando por Luis Tudanca en Castilla y León.
Andalucía y el miedo a Vox
A pesar de los intentos de la izquierda de movilizar al electorado con el miedo a la «ultraderecha de Vox», la verdad de los resultados es que España ha superado esa dicotomía y está dispuesta a apoyar bloques de derecha sea cual sea la conformación final de las alianzas de gobierno.
Porque el Partido Popular, que ha entrado en una nueva etapa ascendente con la llegada de Alberto Núñez Feijóo, ha logrado en las últimas tres elecciones imponerse al partido de Pedro Sánchez y gobernar con las tres fórmulas posibles: en solitario y con apoyos externos, como ha hecho Isabel Díaz Ayuso en Madrid con Vox, en un gobierno de coalición de PP y Vox en Castilla y León, y finalmente con una mayoría absoluta monocolor en Andalucía.
La portavoz del PSOE, Adriana Lastra, compareció para afirmar que de las elecciones de Andalucía no puede extrapolarse una lectura nacional, declaración que corrobora que va a tener una lectura nacional colosal. Porque tanto en Ferraz como en otros cuarteles socialistas queda claro que el tirón de Sánchez para motivar a su electorado ya no existe, mientras que su partido queda demostrado que carece de relevos carismáticos regionales.
Otro de los jarros de agua fría es que la vicepresidenta Yolanda Díaz tampoco ha logrado apenas tirón electoral con su presencia en la campaña andaluza, lo que siembra las primeras dudas sobre su capacidad de crear una plataforma electoral que aglutine a la izquierda más allá del PSOE. Tampoco le servirán sus apoyos tradicionales como Mónica Oltra (Compromís), imputada por presunto encubrimiento de abusos a menores.
Sánchez y los últimos revulsivos
Hace ahora prácticamente un año que el presidente del Gobierno, tras el ‘ayusazo’ de las elecciones a la Comunidad de Madrid, decidió realizar una crisis de Gobierno, eliminando a su jefe de gabinete, Iván Redondo, y a ministros comprometidos como Carmen Calvo o José Luis Ábalos. El resultado fue irrelevante en términos de impulso electoral tras la llegada de varios ministros desconocidos. Ahora, es probable que Sánchez se vea obligado a mover ficha para contener la debacle demoscópica de la que parece incapaz de escapar. Pero es posible que aprenda de los errores y decida esperar a después del verano para acometer cambios importantes.
Otra de las opciones, más remotas, es la convocatoria de elecciones generales en España. Las encuestas castigan ahora al PSOE, pero es posible que el próximo año el golpe sea fulminante, tras el previsible empeoramiento económico en España que se espera para el cuarto trimestre del año.
Lo que parece evidente es que Sánchez va a tener que tomar decisiones drásticas, que pueden incluso pasar por romper el Gobierno de coalición. Porque, después del resultado de ayer, los barones autonómicos del PSOE van a empezar a ponerse muy nerviosos, teniendo en cuenta de que en menos de un año se celebran elecciones locales y regionales en España. Aunque desde Ferraz no quieran extraer lecturas nacionales, los propios cuadros territoriales, que ven cómo el partido se ha erigido para dar soporte a la carrera presidencial, puede ser insuficiente para contener a la derecha, que parece dispuesta ganar elecciones en el formato que se le presente.