¿Aguantará Rajoy?
Empresarios y expertos piden una mayor reacción al Ejecutivo español, que ha logrado un temporal apoyo del BCE, y que asuma un gobierno de “concentración”
“Calma y prudencia”. Es lo que pide el Gobierno español, en boca de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que no quiere precipitarse ante las exigencias del Banco Central Europeo, que ha garantizado la compra de deuda soberana siempre que se pida el rescate y se cumpla un programa de reformas exhaustivo. Es cierto que existe un calendario y unos pasos que se deben seguir con rigor, pero la actitud del Gobierno sigue provocando grandes dudas, tanto en el ámbito empresarial, como en el social.
Los expertos consultados por Economía Digital alertan del peligro de que se repita lo que ocurrió en el primer trimestre de este año. Entonces, las inyecciones masivas de dinero del BCE en el sistema financiero permitieron que las entidades compraran deuda soberana.
Se ganó tiempo, pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, esperó hasta las elecciones andaluzas para presentar el presupuesto del 2012. Comenzó a perder credibilidad ante Bruselas, cuando sólo llevaba prácticamente tres meses en la Moncloa. Ahora, el temor es que espere, de nuevo, hasta las elecciones gallegas y vascas del 21 de octubre.
Suspensión de pagos
Los empresarios tienen claro que los dirigentes políticos deben hacer un esfuerzo para plantear una reedición de lo que fueron en la Transición los Pactos de la Moncloa. No hay más salida, entienden, como ha reflejado Fomento del Trabajo, que presidente Joaquim Gay de Montellà, en su último documento.
El vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, ha recomendado a Rajoy que tome una decisión sobre el rescate “lo más pronto posible”, porque “el tiempo corre” y España está prácticamente “en suspensión de pagos”.
La alerta es total
En beneficio del Gobierno, los empresarios no pueden olvidar, sin embargo, el calendario previsto. El catedrático de Economía de la UAB, Josep Oliver, recuerda que todavía no se ha constituido el fondo de rescate europeo. Su puesta en marcha está pendiente de que el Tribunal Constitucional alemán lo avale el próximo miércoles, el 12 de septiembre. El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) debe aprobarse, también, en el Congreso español.
Y debe ir acompañado de la Autoridad Bancaria, que controlará, principalmente, los grandes bancos europeos, y que será una responsabilidad del BCE que preside Mario Draghi. Esa decisión se tomó en el Consejo Europeo del 29 de junio, pero todavía no se ha puesto en marcha.
En juego las generaciones futuras
Oliver, en cualquier caso, pese a ser cauto y pedir que se cumpla ese calendario, alerta de que la situación exige, en la línea de los empresarios, un gran acuerdo entre los dos grandes partidos, un gobierno “de concentración”. Más allá del rescate, de la ayuda del fondo europeo, de la compra de deuda soberana por parte del BCE, Oliver pide seguir las reformas iniciadas y buscar un amplio consenso. “Las generaciones futuras están en juego, y los dirigentes políticos deben ser conscientes de la gravedad del momento”, señala.
Entre esas reformas, el vicerrector económico de la UB, Gonzalo Bernardos, sitúa una posible desaparición de las diputaciones, o, incluso, la desaparición de alguna comunidad autónoma. Oliver va en la misma dirección y reclama que “se visualice” de verdad una reestructuración de la administración pública.
No habrá más oportunidades, avisa Oliver, porque “Alemania ha superado todos sus límites, y el norte de Europa considera que ya ha hecho todo lo que podía hacer”.
Pero todo puede quedar en nada. Porque lo que exige el BCE, la Comisión Europea y la propia cancillera alemana Angela Merkel, es reducir el déficit público con la idea de que la inversión privada cogerá el testigo y se producirá a medio plazo el ansiado crecimiento económico.
Circulo vicioso
Para Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Universitat Ramon Llull, un agorero de la crisis, según otros economistas, las medidas que se están adoptando no tendrán efecto. “Es un círculo vicioso en el que han entrado tanto España, como Grecia o Portugal, porque se piden recortes, para dar confianza a los acreedores, pero no se les podrá pagar si no hay crecimiento”.
Niño Becerra cuenta con una posible quita de la deuda pública “y también privada” de España.
Bernardos suscribe también la falta de efectividad de las políticas que ha dictado la Comisión Europea. “Todo parece dispuesto para favorecer a los acreedores, a los inversores, que no desean una mayor inflación y que insisten en la reducción del déficit”. La mayor inflación, que tanto teme Alemania, sin embargo, podría ayudar a España, ya que su deuda pública se podría reducir con mayor rápidez.
Rechazo político y social
El gran temor es que las reformas de calado que pueda plantear Rajoy, aunque espere hasta después de las elecciones gallegas y vascas, provoquen un rechazo político y social que le impida gobernar. Bernardos no descarta esta posibilidad, y augura que el presidente del Gobierno podría no aguantar el mayúsculo reto. “Sólo queda un gobierno de concentración”, insiste Oliver.
Y es que todo es susceptible de empeorar. La decisión de Mario Draghi de comprar de forma “ilimitada” deuda soberana, a 1 y 3 años, ha relajado los mercados. La prima de riesgo ha bajado en una semana en 140 puntos básicos respecto a la deuda alemana, y cerró el viernes en 412 puntos. El bono español a diez años bajó hasta el 6%, por primera vez desde mayo. Y el Ibex está al borde de los 8.000 puntos.
Pero si el Gobierno no aprovecha el momento, el escenario se puede complicar. El mismo 12 de septiembre hay elecciones en Holanda, en las que el socialista y euroescéptico Emile Roemer puede convertirse en primer ministro.
Ese día el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, pronunciará su discurso sobre el Estado de la Unión en el que tiene previsto presentar su propuesta de unión bancaria. Y el 14 de septiembre se reúne el Eurogrupo, los ministros de finanzas de la UE, en Chipre, donde se debatirá el procedimiento de ayuda a España.
Todo invita a que Rajoy comience a tomar decisiones de calado y a que, también el PSOE, asuma sus responsabilidades.