A los barones del PSOE solo les alivian los excesos de Casado
En el balance que realizan los barones socialistas sobre el viaje de Sánchez a Cataluña sobran los reproches y hay escasez de consuelos
Bueno, en realidad, «Lluìs Companys no fue el único fusilado por el dictador Franco«. Así ironizaba un presidente autonómico socialista sobre la visita de Pedro Sánchez a Cataluña.
Ahora hay un pacto tácito de esperar a ver como discurre el mes de enero sin protestar. Javier Lambán no lo rompió, porque cuando discrepó públicamente de Sánchez estaba respondiendo a la oposición en un debate en las Cortes de Aragón. Tampoco cargó las tintas más de lo imprescindible.
A pesar de los esfuerzos de las últimas semanas de Sánchez para tranquilizar a los dirigentes autonómicos del PSOE, el escenario del pesimismo electoral sigue avanzando con los últimos acontecimientos. Las fotos de la reunión o cumbre de Barcelona son un mal boceto para el cartel electoral socialista en las elecciones que se avecinan.
Y los que se juegan personalmente su futuro, como concejales, alcaldes o presidentes autonómicos, temen la reproducción andaluza de un debate de política nacional que eclipse la gestión de los asuntos locales y autonómicos.
¿Qué balance realizan los barones socialistas consultados del viaje a Cataluña de Sánchez?
Los reproches de los barones a Sánchez
Primer reproche: Dibujar un esbozo de solución para Cataluña es un proyecto de concreción imposible. Bastaría con fijar lo que nunca puede suceder. Lo que no se va a consentir. Y piensan que no quedó claro ni con el comunicado conjunto ni con las aclaraciones posteriores.
La seguridad jurídica, dicen, es un concepto aplicado a las transacciones económicas e inversiones. En términos políticos, no puede sustituir al «respeto y cumplimiento de la Constitución».
Segundo: Asentar la imagen de que los separatistas están más cómodos con Sánchez en la Moncloa es un mal negocio electoral en el resto de España. Sobre todo, porque confirma y asienta la creencia de que Sánchez solo piensa en su continuidad en el Gobierno cuando negocia con los secesionistas.
Sánchez proyecta la imagen de que todo lo hace por interés personal y partidista
Tercero: La foto de Barcelona impulsa a Vox y al PP. El único consuelo de este aserto es que la respuesta hiperbólica de Pablo Casado −y, en parte, también la de Albert Rivera− solo es represiva, sin proyectos posteriores.
Si lo único que proponen es el 155, dejan en el aire lo que quieren hacer después. PP y Ciudadanos no acompañan ninguna respuesta política a su obsesión con el 155. Dicen los barones socialistas que el 155 es un instrumento, no un objetivo.
Cuarto: El flanco más débil de la estrategia de Sánchez es que proyecta la imagen de que todo lo hace por interés personal y partidista.
Esta proyección amplifica todas las cesiones que está o parece que está concediendo a los secesionistas. Si fuera evidente que Sánchez no obtiene contrapartidas o beneficios personales, sería mucho más fácil defender una posición de desinflamación sin contraprestaciones.
El electorado del PSOE, con excepción de Cataluña y Euskadi, nunca ha sentido la tentación nacionalista
Los socialistas consultados temen que todo se interprete únicamente con las ventajas que obtiene Sánchez del secesionismo, en un universo donde los símbolos son fundamentales por los factores irracionales y emocionales en que se sustenta el separatismo.
Quinto: La preocupación extraordinaria por las dificultades que se avecinan para la movilización del electorado socialista. Los barones creen que la movilización de unas elecciones locales marcadas por la cuestión catalana es muy compleja.
El electorado del PSOE, con excepción de Cataluña y Euskadi, nunca ha sentido la tentación nacionalista. Su defensa de la unidad de España está anclada en el concepto de solidaridad e igualdad para todos los españoles vivan donde vivan.
Temen que lo que está ocurriendo en Cataluña prime la recuperación de un patriotismo que es complicado matizar con el carácter constitucional. Es un debate reduccionista en que los matices son complicados y se imponen emociones simplistas.
¿Tiene margen Sánchez para que sus electores asimilen todo el rato una propuesta y la contraria?
Ahí radica el crecimiento de Vox: la distorsión en los resultados electorales y el efecto de contagio y de complejo del PP.
Evidentemente se van a esforzar en denunciar la hiperventilación de Casado y su falta de proyecto político para Cataluña. Pero no se trata de quitarle votos al PP, de donde no sacan casi ninguno, sino de evitar la polarización entre quienes defienden a España y quienes no.
Sexto: No queda demasiado tiempo para pedagogías políticas complejas hasta las próximas municipales y autonómicas.
Su esperanza es que Sánchez fracase en la negociación de presupuestos y quede tiempo para rectificar con el contencioso catalán. ¿Tiene margen y credibilidad Pedro Sánchez para que sus electores asimilen todo el rato una propuesta y la contraria?
No es probable una rebelión activa y pública de los dirigentes socialistas discrepantes y descontentos con la estrategia del presidente del Gobierno.
La guerra civil que puede estallar en el PSOE
Como ya indicamos, el PSOE siempre ha sido un partido de debate y discrepancia, pero con pánico a la división. Todos los sucesos que rodearon la dimisión y reelección de Sánchez de la secretaría general son un antídoto para las confrontaciones futuras.
Hay mucho interés en la familia socialista en conocer el próximo libro de Alfonso Guerra, que se publicará dentro de unos días.
Se centra en la idea de España en la historia del PSOE. Y promete ser muy impactante. Difícil que Guerra sorprenda en este terreno porque siempre ha sido meridianamente claro. Pero puede ser un detonante de toda la discrepancia discretamente acumulada con Sánchez.
La situación del PSOE es una bomba de relojería con un temporizador difícil de precisar
Preguntados por su percepción de la división estratégica del independentismo entre los que apuestan por la vía institucional y los que preconizan la insurreccional, consideran que solo puede dar fruto en el medio y largo plazo. Imposible contar con ese factor en la convocatoria electoral de primavera.
El parón político navideño es un pequeño bálsamo para estas preocupaciones. Pero el comienzo del juicio en el Supremo augura un invierno caliente, en donde un nacionalismo desafiante contrastará con el buenísimo de Sánchez que ofrece la otra mejilla cada vez que recibe un nuevo desplante de los dirigentes secesionistas.
La situación del PSOE es una bomba de relojería con un temporizador difícil de precisar. Lo que es seguro es que, si se produce una hecatombe en las autonómicas y municipales, estallará una guerra civil en el PSOE para liquidar a Sánchez y el sanchismo.