A la caza de Cs: El PSC aparca su alianza catalanista con Units
El PSC, decidido a absorber el voto de Ciudadanos en las elecciones, sincroniza su estrategia con Units para ir por separado a las elecciones
El PSC ha trazado una estrategia de cara a las próximas elecciones catalanas que pasa por dejar en segundo plano su apuesta catalanista y lanzarse a por el voto de Ciudadanos. Para ello, los socialistas catalanes piensan aparcar su actual alianza con los nacionalistas de Units per Avançar —los herederos de Unió Democràtica actualmente integrados en el grupo parlamentario del PSC—, eso sí, sin renunciar a un futuro entendimiento con los democristianos.
Dicho de otra forma, el PSC no quiere tener ataduras durante la campaña para ir a la caza de los votantes de Ciudadanos (tiene 36 escaños en el Parlament de Cataluña, más que nadie) y piensa dejar en manos de Units per Avançar la búsqueda de la bolsa de votantes del nacionalismo moderado, probablemente clave para romper la mayoría soberanista, tal y como apunta el autor Carles Castro en su libro Cómo derrotar al independentismo en las urnas (ED Libros).
Tal y como describen fuentes socialistas, la operación política diseñada por la dirección del PSC consiste en “externalizar el catalanismo” dejando la misión de atraer a nacionalistas moderados a Units, cuyos dirigentes, a su vez, están inmersos en trabajos preelectorales para lograr una candidatura que integre a pequeñas fuerzas de su mismo espectro ideológico.
Iceta y la operación Batlle
Units intenta que uno de sus pesos pesados, Albert Batlle, el hoy teniente de alcalde de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, lidere esta candidatura de catalanistas moderados.
Batlle, antiguo miembro del PSC, mantiene una relación excelente con Iceta y tiene una de las carreras políticas más longevas del panorama político catalán. Ocupó infinidad de responsabilidades políticas en el Ayuntamiento de Barcelona durante dos décadas (1983-2003) hasta que en ese último año dio el salto a la Generalitat de la mano del tripartito de Pasqual Maragall como responsable de los servicios penitenciarios.
Posteriormente, se involucró en los gobiernos de Artur Mas y de Carles Puigdemont como director de los Mossos hasta que saltó del barco dos meses antes de la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Luego, se resituó en Units per Avançar e integró la lista del PSC al Ayuntamiento de Barcelona en las elecciones de 2019 como número tres de la candidatura.
Las fuentes consultadas atribuyen a Iceta la idea de que Batlle pueda convertirse en candidato a la Generalitat, puesto que el líder del PSC —que podría abandonar la carrera electoral y ceder el paso a Salvador Illa—, está convencido de que tanto Units como los socialistas pueden beneficiarse de esta doble candidatura.
Las relaciones entre PSC y Units apenas han sufrido desgaste desde que acudieron conjuntamente a las últimas autonómicas de 2017 y a las municipales de Barcelona de 2019. Nadie puede esperar ningún tipo de batalla entre ambos porque su intención es complementarse y maximizar su resultado electoral.
Un espacio pequeño pero muy competido
Pero la operación política no está exenta de dificultades debido a la atomización que sufre el pequeño espacio del nacionalismo moderado.
Hasta cinco modestas formaciones compiten por él: Units per Avançar, Partit Nacionalista Català (una escisión de CDC cuyo rostro más reconocible es la excoordinadora general del Pdecat, Marta Pascal), Lliga Democràtica (con Astrid Barrio y Josep Ramon Bosch, entre otros), Lliures y Convergents (otra escisión de CDC).
De las inagotables conversaciones cruzadas que existen entre estas formaciones hay varias conclusiones. La primera es que Units quiere, sobre todas las cosas, sellar un pacto con el Partit Nacionalista Català por varios motivos, entre otros, porque Pascal es una dirigente bien vista por el poder financiero catalán y esto puede propulsar su campaña.
La segunda es que todo está abierto porque la Lliga, Lliures y Convergents tienen conversaciones en busca de la integración y las apelaciones en este sentido son continuas.
Ninguna de las partes involucradas en estas conversaciones se atreve a lanzar un pronóstico sobre qué ocurrirá finalmente porque las incertidumbres son enormes. Existe el convencimiento, refrendado por alguna encuesta, de que este espacio puede aspirar a 5 diputados obtenidos de un electorado desengañado con el procés. Pero también existe el temor de que dividir esta oferta electoral puede ser letal y, hoy por hoy, no existen garantías de evitar esta fractura.