Torra pierde su primer pulso con Rajoy

"Era insostenible, han visto que se estaban desgastando", dicen quienes han contemplado el debut presidencial de Quim Torra

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Dos semanas ha durado la resistencia de Quim Torra. Dos semanas sin que el presidente de la Generalitat haya podido anotarse algún tipo de rédito tras haber sostenido el objetivo de restituir a dos exconsellers encarcelados (Jordi Turull y Josep Rull) y a dos exconsellers huidos (Toni Comín y Lluís Puig). Atrapado en el callejón del 155, Torra decidió este martes asumir su impotencia y abrir paso a un gobierno de dirigentes sin cargas judiciales.

«Era insostenible, han visto que se estaban desgastando», describen voces soberanistas que contemplaban con perplejidad las maniobras teledirigidas desde Berlín por Carles Puigdemont y ejecutadas por Torra. Las presiones del Pdecat y de ERC, así como la firmeza del Gobierno de Mariano Rajoy respecto a las piruetas de una restitución inviable han derrotado al presidente de la Generalitat en su primer pulso.

Torra ha dado perfil bajo a su rectificación para disimular su debilidad

Torra liquidó el trance con un comunicado. Sin alocuciones públicas. Sin preguntas. Sin ruido. El president despachó la rectificación con perfil bajo para disimular su debilidad ante la parroquia soberanista que reclama un desafío permanente.

El gabinete de comunicación del presidente de la Generalitat se limitó a hacer pública la remodelación de un ejecutivo que sólo tenía cabida en la imaginación de Torra y Puigdemont. La corrección deja en evidencia el fracaso político de todos las armas que ha empleado en estas dos semanas, desde que tomó posesión del cargo.

El Gobierno, como quien oye llover 

A Torra no le ha funcionado la vía legal. Ni por sí misma ni como herramienta de presión contra Rajoy. En cuanto firmó el decreto de nombramiento que incluía a los cuatro exconsellers en prisión o en el extranjero, el president puso fecha a la toma de posesión de su gobierno, y el día antes, ante la no publicación del decreto en el Diario Oficial de la Generalitat de Cataluña (DOGC), controlado por el Gobierno, le pidió a Rajoy explicaciones por escrito, que exigió recibir el mismo día.

El ejecutivo central hizo como quien oye llover, y Torra tuvo que renunciar a la toma de posesión, prevista el miércoles de la semana pasada. La baza del bloqueo del PNV a los presupuestos generales del Estado si no se levantaba el 155 se agotó cuando tocó votar y se vio que, a la hora de la verdad, los nacionalistas vascos iban de farol.

El TSJC se lava las manos

Torra también solicitó un dictamen a la Comisión Jurídica Asesora, el alto organismo consultivo de la Generalitat, que concluyó que la publicación en el DOGC es un acto “debido y reglado”, un trámite que el Gobierno, dice la comisión, no puede eludir.

Con ese informe como aval, el president  recurrió el viernes al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), y le pidió medidas cautelares urgentes para desbloquear la toma de posesión, pero ese cartucho también estaba mojado: el lunes, el TSJC se desentendió de la cuestión, declarándose no competente para dilucidarla.

Así las cosas, a Torra le quedaba seguir escrutando la vía judicial, pero los parsimoniosos tempos procesales no son compatibles con las urgencias que arrastra el president. Al final, la espoleta ha sido la respuesta del Gobierno a la carta enviada hace una semana, en la que deja muy claro que, a su entender, la publicación del decreto en el DOGC no es un acto debido, sino que el 155 le habilita para bloquear el nombramiento si lo considera oportuno.

Torra ha firmado el nuevo decreto en el despacho de la Casa dels Canonges, la residencia oficial del presidente, y no en el que tiene en el Palau

El nuevo decreto Torra lo ha vuelto a firmar, como el primero, en la mesa de Lluís Companys instalada en el despacho de la Casa dels Canonges, la residencia oficial del presidente, en lugar de emplear la oficina del mismo Palau de la Generalitat, cuyo uso aparentemente ha vetado Puigdemont. 

El anuncio del nuevo ejecutivo ha sido un automatismo perfectamente previsto que ha saltado nada más conocerse el portazo de Rajoy, como lo fue la elección de Torra en cuanto el gobierno bloqueó la ley de presidencia diseñada para permitir la teleinvestidura de Puigdemont llevándola al Tribunal Constitucional.

Sin agotar el plazo legal

En el comunicado con que el departamento de Presidencia informó del nuevo gobierno sin restitución de exconsellers se anuncia también que la primera medida que tomará el nuevo ejecutivo será querellarse contra Rajoy por prevaricación. Pero está por ver que pueda hacerlo, porque Torra ni siquiera ha esperado para capitular y firmar el nuevo decreto a que se agotaran los 10 días hábiles que por norma hay de plazo para publicar cualquier documento en el DOGC, y que en el caso del decreto bloqueado por el Gobierno, vencían este jueves.  

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