Torra, en línea con Puigdemont: «Solo nos queda la confrontación»
El president cierra la puerta a cualquier apoyo a Sánchez si no acepta el referéndum, pide unidad y dice que el independentismo tendrá que "arriesgar"
El presidente de la Generalitat, Quim Torra, empezó este martes a marcar la línea a seguir por el independentismo los próximos meses. Y es una línea dura, la misma que traza su antecesor, Carles Puigdemont, en su nuevo libro, Reunim-nos.
Torra dio una conferencia en la Universitat Catalana d’Estiu, en la localidad francesa de Prada de Conflent, en la que dejó claro que mantendrá su maximalismo separatista contra viento y marea. El president suscribió la tesis de su antecesor de que no es realista aspirar a un referéndum pactado con el gobierno central. «Solo nos queda la confrontación democrática y pacífica», concluyó, contra lo que considera «un estado demofóbico».
Torra cerró así la puerta a cualquier diálogo con Sánchez mientras este no acepte negociar el referéndum y, en consecuencia, a facilitar su investidura en septiembre. «Votamos no a los presupuestos y la investidura, y volveremos a votar no toda propuesta que no incluya el diálogo sobre el derecho de autodeterminación», zanjó.
La conferencia en Prada es el primer movimiento con el que Torra trata de retomar el pulso político tras el parón estival, y con el que intenta asumir el liderazgo de un independentismo desunido como nunca y fijar el rumbo de cara a un otoño marcado por la sentencia del juicio del procés.
El presidente catalán, que lleva meses dejando claro que no está por la labor de convocar elecciones anticipadas, pidió que se acaben las batallas intestinas entre los distintos partidos y sectores independentistas en aras de un bien mayor, el del «impulso republicano», y advirtió que, para mantener el pulso con el Estado y «desobedecer» las leyes que considere injustas, que es la estrategia por la que aboga, hará falta «arriesgar mucho».
Torra: contundencia sin concreciones
Pese a la contundencia, Torra se movió en el terreno habitual, carente de concreciones. Y eso vale también para la respuesta unitaria y «de país» que pretende dar a la sentencia, y cuya naturaleza siguió sin aclarar, más allá de insistir en percibirla como lo que en varias ocasiones ha calificado como un nuevo momentum (o impulso) para culminar el proceso independentista.
«La sentencia marcará la línea que situará al Estado español en la lista de las democracias avanzadas o de los estados autoritrios, pero, en cualquier caso, tiene que ser el pistoletazo de salida del proceso de independencia», vaticinó. Un proceso en el que entiende que será clave el «debate constituyente» que quiere impulsar los próximos meses para fijar las bases de un nuevo estado catalán. Es el «ho tornarem a fer» que esgrimió el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ante el Tribunal Supremo, y que Torra ha hecho suyo como lema.
En todo caso, antes de esa sentencia para la que no hay fecha concreta prevista, el independentismo tiene marcado en el calendario otra cita, esta sí, con día y hora: la Diada, que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se plantea este año como un toque de atención a los partidos independentistas, lo que ha generado nuevas tensiones, especialmente entre la entidad que preside Elisenda Paluzie y ERC.
La Diada como «punto de inflexión»
Torra abogó porque el 11 de septiembre supongo «el punto de inflexión» de la recuperación de la confianza y la iniciativa por parte del independentismo, que, en su lectura voluntarista del futuro inmediato, aspira a una reconciliación de las distintas familias soberanistas y la elaboración de un programa de acción que puedan suscribir todas ellas, un programa «solvente y que tenga en cuenta las lecciones aprendidas». «Es tras el deshielo cuando florecen las flores más bellas», pronosticó, insistiendo en la necesidad de «ser generosos con el país y muy poco egoístas en lo que respecta al partido», algo de lo que se puso como ejemplo: «A mí no ve veréis en luchas partidistas», prometió.
Pero de nuevo, pareció que hablaba más por él que por el conjunto de su gobierno,en el seno del cual, ERC ya se había desmarcado abiertamente de la tesis de Puigdemont sobre la inevitabilidad de la confrontación con el Estado ahora hecha suya por Torra.