Albert Rivera se lo juega todo al largo plazo

La crisis interna del partido ante la negativa continuada de Albert Rivera a facilitar la investidura de Pedro Sánchez es una estrategia a meses vista

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Ni un paso atrás. La intervención este lunes de Inés Arrimadas dejó claro que la salida de miembros de la ejecutiva, por muy importantes que sean, no van a mover al partido de su compromiso de no apoyar la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno. «Es algo por lo que nos han votado más de cuatro millones de personas», insistió.

Arrimadas hizo con sus palabras un dique en torno a Albert Rivera, tras las dimisiones de Toni Roldán y Javier Nart, después que en la reunión de la ejecutiva presentaran la moción de flexibilizar su postura respecto al apoyo al PSOE y se conociera que de los 24 componentes, cuatro habrían votado para cambiar la política y otros tres se habrían abstenido. Por la tarde, también abandonó su escaño Juan Vázquez.

Este reparto demuestra que, por ahora, la mayoría de la ejecutiva de Ciudadanos apoya la línea dura hacia los socialistas, aunque públicamente Albert Rivera esté sufriendo rifirrafes con miembros de su partido o que han apoyado políticamente y públicamente a la formación –Macron, Valls, Francesc de Carreras y ahora Nart, Roldán y Vázquez-.

Sin un calendario para la investidura todavía cerrado, y con Podemos negándose a ser un mero apoyo en el gobierno del PSOE, Rivera está jugando a la estrategia de dejar pasar las horas y esperar a que Sánchez tenga que moverse. El líder de Ciudadanos siempre ha mantenido públicamente que no le apoyaría y le ha reprochado todas las cesiones a los partidos independentistas catalanes para conseguir que le apoyaran en la anterior investidura. Arrimadas ha insistido en ello cuando el lunes ha recordado cómo se podría configurar el gobierno en Navarra.

Rivera siempre ha afeado a Sánchez los gestos hacia los independentistas. Uno de los puntos críticos fue el cambio de posicionamiento de la Abogacía del Estado, dependiente del Ministerio de Justicia, respecto al juicio del procés, que renunció a exigir el procesamiento por el delito de rebeldía para rebajarlo sólo en el de sedición.

La cuestión ahora es si el PSOE y Sánchez estarían dispuestos a indultar a los políticos catalanes presos si fueran condenados por los actos alrededor del 1-O y la declaración suspendida de independencia. 

Presión desde el Ibex 35

La semana pasada el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ya dejó caer que para él lo más razonable es que se acercaran el PSOE y Cs para pactar la investidura de Sánchez. «España ha demostrado en las elecciones que es más moderada», señaló Garamendi, que ya dio por hecho que no habría investidura hasta octubre.

Garamendi aunque presionaba con sus palabras a Rivera también le daba tiempo para reflexionar sobre qué hacer al insistir en que la economía española no se resintiría aunque la investidura se retrasara hasta la vuelta del verano. Para Rivera, apoyar ahora a Sánchez no solo sería renunciar a su palabra, sino hacerlo a cambio de nada y demasiado pronto.

Algunos militantes de Cs señalan a Economía Digital que lo que estaría haciendo el líder de Ciudadanos es una apuesta a mucho más largo plazo: dejar gobernar a Sánchez para que la peor evolución económica y el desgaste del gobierno abra la puerta a que Ciudadanos pueda ganar las siguientes elecciones. Apoyar a Sánchez y gobernar con él podría desgastarle de cara al futuro y quitarle la posibilidad de que sea Ciudadanos el que lidere un gobierno en el futuro.

Este posicionamiento, sin embargo, puede ser un mal paso para Rivera. Con Ciudadanos apoyando al PSOE la mayoría absoluta está asegurada y mantendría al PSOE dentro de una línea más moderada en cuanto a política impositiva; contentando al Ibex y contrarrestando los efectos de una legislatura con Podemos. Cs puede convertirse en el colaborador necesario, por su negativa, de que la economía española haya peor, se aprueben impuestos más altos, o ser el culpable de que vaya que repetir elecciones.

Además, el paso del tiempo puede volver a fortalecer al PP e impedir a Ciudadanos darle el sorpasso al que aspira. Por el momento, Pablo Casado está jugando a un doble juego. Este lunes acudió a una reunión urgente con Pedro Sánchez por la investidura y para tratar otros aspectos, como los acuerdos en Europa. Aunque se mantiene en su no a la investidura -también en el PP han surgido voces contrarias-, ahora está jugando el papel de derecha moderada. Rivera y Sánchez solo se han entrevistado una vez y la reunión apenas duró media hora.

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