Rato trataba de eludir el pago de sus responsabilidades en Bankia
El fiscal sospecha que el ex vicepresidente puso sus bienes a nombre de familiares y en el extranjero para que la justicia no le cazara
Tras pasar siete horas detenido, el tiempo que necesitó el Servicio de Vigilancia Aduanera para registrar su domicilio y su despacho madrileños, Rodrigo Rato permanece en su casa, a disposición del juez.
Él mismo dijo al regresar a su casa del barrio de Salamanca ya de madrugada que estaba en libertad y tranquilo, que confía en la justicia.
Los agentes tratan de encontrar documentación que acredite las sospechas del fiscal sobre fraude a la Hacienda pública, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes.
Bienes a nombre de otros
El último de los presuntos delitos cometidos por el ex vicepresidente del Gobierno de José María Aznar tiene que ver con la creación de numerosas sociedades en distinto lugares del mundo –desde Gibraltar a Suazilandia, pasando por Estados Unidos y Holanda– donde habría aparcado sus bienes, puestos ya a nombre de sus hijos, su ex esposa –María Ángeles Alarcó, la actual presidenta de Paradores– y otros familiares.
El fiscal también sospecha que habría cometido un delito de tráfico de divisas por un valor aproximado de 12 millones de euros.
Responsabilidades económicas
Rato trataba de eludir así el pago de las responsabilidades económicas que se le imputen en los dos sumarios por los que está encausado: la salida a bolsa de Bankia y el fraude de las tarjetas opacas al fisco del mismo banco.
La policía, que en las próximas horas registrará otro domicilio del ex director gerente del FMI fuera de Madrid, también está tratando de averiguar el papel que ha jugado un bufete de abogados de Sotogrande (Cádiz) en el entramado societario con el que trataría de eludir sus responsabilidades económicas.
Pena de Telediario
Pero Rodrigo Rato tardará en olvidar el día de ayer, cuando fue detenido tras una semana de especulaciones por presuntas irregularidades en la amnistía fiscal de 2012, proceso que puso en marcha su propio partido, el PP, y al que él se acogió. El artífice del milagro económico a finales de los noventa, en palabras del propio Aznar, era el jueves un hombre abatido, expuesto a la pena de televisión durante los registros de su domicilio y su despacho.
La imagen de Rato durante los registros era la de la misma derrota. Salió del inmueble donde reside, en la calle Don Ramón de la Cruz, escoltado por varios agentes de paisano. Acababan de pasar horas poniendo patas arriba su casa. Entró en un coche, con un agente protegiendo su cabeza para que no impactara con el techo, como se suele hacer en estos casos, y fue trasladado hacia otro registro, esta vez el de su despacho. No iba esposado. Eran las siete de la tarde, y la jornada aún se antojaba larga.
La Agencia Tributaria había solicitado que Rodrigo Rato durmiera en prisión. Pero a última hora la Fiscalía se opuso. Tampoco ha pedido prisión provisional.
La amnistía fiscal
La actuación policial puso fin al runrún de los últimos días. El martes trascendió que Rato figuraba en la lista de 705 investigados por el Servicio Ejecutivo de Prevención y Blanqueo de Capitales (Sepblac). Desde entonces, diferentes miembros del Gobierno han dado la cara ante los medios de comunicación por el asunto. El mensaje era claro: la justicia actúa por igual para todos.
¿Rato es un cabeza de turco? ¿El PP expía sus pecados de cara a las municipales en su antiguo referente? La oposición no dudó en plantear estas cuestiones a lo largo del día. En el lado del Gobierno, los populares entonaban la letanía ya conocida: tristeza, decepción pero sobre todo respeto a la presunción de inocencia. Esteban González Pons, Celia Villalobos, o Rafael Hernando, defendieron esas palabras. Fueron de los pocos que se dejaron ver.