Rajoy reaparece y deja un recado a Pablo Casado
El expresidente del Gobierno subraya que el PP ya tiene unos principios y alerta sobre el riesgo que conllevan "el sectarismo" y "los doctrinarios"
No, Mariano Rajoy no es José María Aznar. Tampoco a la hora de asumir su rol de expresidente del Gobierno y vieja gloria del PP. Lo dejó claro este viernes en su intervención en la Convención Nacional de los populares, en la que, fiel a su estilo, evitó pisar cualquier charco y deslizar cualquier crítica a la actual dirección del PP, encabezada por su presidente, Pablo Casado. Aunque, en el estilo elusivo que le caracteriza, sí le lanzó una advertencia sobre el riesgo que conllevan el «sectarismo» y «los doctrinarios».
Rajoy insistió en la importancia que tiene en política «cuidar a la gente, escucharla y tratarla bien», y en la solera y la solidez del partido, así como en la importancia que ha tenido en la consolidación de la democracia a lo largo de las últimas cuatro décadas. Rajoy abogó por «tener claridad en los principios», e insistió en que el PP sabe muy bien que lo que defiende es «la unidad de España, la Constitución y la libertad de empresa».
Con esa premisa ideológica clara y la larga trayectoria de la formación, entiende Rajoy que el PP no necesita competir con nadie por demostrar nada. «Creo que lo tenemos muy claro, pero luego hay que estar en la realidad. No es bueno el sectarismo ni son buenos los doctrinarios. En ninguna faceta de la vida, y en política, tampoco», zanjó, en lo que puede entenderse como una alusión a Vox y al giro a la derecha practicado por un Casado, en parte impelido por la competencia que le puede suponer por ese flanco el partido de Santiago Abascal.
Rajoy no fue más allá, en todo caso, y reservó las pullas para el gobierno de Sánchez, con quien insinuó que se ha disparado la inmigración ilegal. Rajoy afirmó que hace un año, mientras en Italia había más de 150.000 inmigrantes ilegales, en españa estaban «por debajo de 10.000». «Lo que pasa ahora, con otros en el gobierno, no lo voy a contar porque no merece la pena», espetó.
Vigencia de la Constitución
El expresidente también reivindicó la vigencia de la Constitución «porque nos ha permitido vivir la mejor etapa de la historia de España», y a los que, como el gobierno de Pedro Sánchez, aboga por reformarla, les instó a que expliquen «qué es lo que hay que reformar» en concreto y «con cuántos apoyos cuentan», porque en el 78, recordó, se consiguió un consenso que alcanzó el 80%.
Casado asistió sonriente a la intervención de Rajoy, que adoptó la forma de una conversación con Ana Pastor. La presidenta del Congreso le presentó como un político «discreto, tranquilo, integro, serio y eficaz», y como «un líder sólido», una categoria en la que incluyó a los actuales dirigentes del PP, y que comparó con otros líderes actuales que no es que sean líquidos, consideró, sino que son «gaseosos».
«No me voy a convertir en tertuliano»
Pastor dijo que estaban ensayando un nuevo género, «entre la entrevista, la conversación y el privilegio» que para ella suponía, dijo, hablar con el expresidente. «Espero que no sea una tertulia, porque a estas alturas de la vida, no me voy a convertir en tertuliano», ironizó Rajoy.
El expresidente admitió que durante sus 37 años en política tuvo momentos en que lo pasó «francamente mal», pero volvió a tirar de pragmatismo y evitó pasar cuentas. «Tengo la suerte de que las cosas malas que me pasan en la vida las olvido. Y oye, es muy importante, porquie vives feliz», zanjó.
Y, de su vida actual, también, un solo apunte, también en positivo y rebañado de ironía: «Estoy estupendamente. La gente me trata muy bien, y aquellos a los que no les gusto tienen el buen gusto de no contármelo».