Quim Torra rompe su compromiso presupuestario al cabo de un mes
El Govern admite ahora que no volverá a intentar aprobar las cuentas de 2019, pese a principios de junio el president prometió que lo haría
El gobierno de Quim Torra sigue renunciando a cumplir sus compromisos. El último, uno anunciado por el president hace apenas un mes, cuando se comprometió a volver a intentar tirar adelantes los presupuestos de 2019, de los que el ejecutivo catalán no llegó ni a aprobar el preceptivo proyecto de ley, para así no tener que someterlo a una votación en el Parlament que se habría saldado a una segura y ruidosa derrota por la evidente falta de apoyos. Este martes, el govern renunciaba definitivamente a ese segundo intento que nunca ha ido más allá de ser un anuncio.
Lo hizo el president el 4 de junio, durante el balance del primer año de su gobierno, caracterizado por una inoperancia en la gestión que se admite hasta en el seno del propio ejecutivo, y por el incumplimiento incluso de la hoja de ruta independentista que él mismo vendió tras tomar posesión de su cargo.
Torra comparecía entonces con la necesidad de ofrecer nuevos argumentos con los que justificar la continuidad de su ejecutivo, tras la renuncia definitiva de Carles Puigdemont a ser restituido, objetivo que hasta entonces se había vendido como una prioridad absoluta del ejecutivo catalán que integran Junts per Catalunya (JpC) y ERC y, muy singularmente, de la presidencia ejercida por Torra, que había llegado a definirse como un «custodio» del cargo a la espera del retorno del Puigdemont, pese a que ahora asegura que nunca dijo que fuera un presidente provisional.
ERC ignora el brindis al sol de Torra
A falta de algo mejor que ofrecer, Torra se aferró en esa comparecencia al fin del ciclo electoral para vender un segundo asalto por las cuentas, pese a que los comunes, únicos con los que el govern había llegado a negociar, sin éxito, las cuentas, no daban ninguna señal de querer replantearse su rechazo a las cuentas. Algo que quedó claro tanto en el Parlament como en la resolución del pulso por la alcaldía de Barcelona, que Colau conservó al decantarse por el PSC (y el apoyo de Manuel Valls) en detrimento de Esquerra y su alcaldable, Ernest Maragall.
El vicepresidente y conseller de Economía, Pere Aragonès, hombre fuerte de Esquerra, no secundó de ninguna forma el compromiso por Torra, y en su departamento nunca recibieron la orden de reactivar los presupuestos de 2019. El martes, Aragonès dio en cambio el pistoletazo de salida a los trabajos para diseñar los del año que viene, al publicar en el Diario Oficial de la Generalitat de Catauña (DOGC) la orden que fija las normas para elaborar las cuentas.
Veinticuatro horas después, era la portavoz del govern, Merixell Budó, quien admitía públicamente lo que ya era una evidencia cuando Torra lanzó su último brindis al sol: que «en la fechas en las que estamos ya sería difícil» aprobar las cuentas. Y, preguntada al respecto durante la rueda de prensa posterior a la reunión semanal del gobierno catalán, alegaba que para llevar a cabo las políticas del ejecutivo para lo que queda de año bastará con los presupuestos prorrogados de 2017 (los últimos aprobados, porque en 2018, con la Gneeralitat intervenida hasta junio en aplicación del artículo 155, tampoco hubo cuentas) y con el plan de contingencia también aprobado en dos fases por la Generalitat para hacer frente a sus necesidades de gasto.
Lo que el president definió reiteradamente como «los presupuestos más sociales de la historia» de la Generalitat no pasará de ser, ya definitivamente, una propuesta fantasma.