Quim Torra hostiga a ERC por su apoyo a Sánchez
El presidente de la Generalitat censura a Esquerra por apoyar a un Gobierno que permite que haya "presos políticos" y aprovecha para alejar las elecciones
No es ya el horizonte electoral ni el relator de la mesa de diálogo lo que divide a Junts per Catalunya y Esquerra Republicana. Al menos no esta semana. El arma arrojadiza en la guerra independentista estos días, y especialmente en los plenos de este miércoles en el Congreso y en el Parlament, es el acuerdo de ERC con el Gobierno de Pedro Sánchez para facilitar la sexta prórroga del estado de alarma.
Los socios del Govern intentaron disimular las desavenencias en la víspera de estos plenos con una presentación conjunta protagonizada por el presidente de la Generalitat, Quim Torra (JxCat), y el vicepresidente, Pere Aragonès (ERC) de un plan para diseñar con un comité de expertos la Cataluña de 2022, la Cataluña postpandemia. Eludieron hablar de asuntos incómodos, como las elecciones con el argumento de que no era el momento «oportuno», pero 24 horas sí que es el momento de que JxCat pase factura a ERC por apoyar a Sánchez y también de que Torra alejara el calendario electoral.
El universo de Junts per Catalunya se empleó a fondo para castigar a ERC por sus acuerdos con el PSOE. Uno de los ideólogos de JxCat, Agustí Colomines, por ejemplo, se refirió al «Majestic de ERC» y vaticinó que los pactos con Sánchez tendrán para los republicanos «el mismo coste político» que el pacto con el PP de José María Aznar tuvo para Jordi Pujol.
ERC: «No somos la criada de nadie»
Gabriel Rufián, en Madrid, reaccionó así este miércoles: «A mí no me consta que Pujol fuera independentista, nosotros sí; a mí no me consta que Pujol fuera de izquierdas, nosotros sí; a mí no me consta que hayamos investido a Aznar, CiU sí». Y revivía también el portavoz de ERC viejos rencores, dirigiéndose a la portavoz de JxCat en el Congreso, Laura Borràs, para asegurar que su partido trabaja por los intereses de los catalanes, que buscan «los hechos, no la magia», recurriendo al mote de «independentismo mágico» que acuñó, para irritación de JxCat, en 2018.
Nada más iniciar su intervención en el Congreso, Rufián le recordó a JxCat que ERC ganó las elecciones generales en Cataluña, que tiene trece diputados frente a los ocho posconvergentes, y que «no somos la criada de nadie». Es decir, pactarán con Sánchez cuanto quieran. Asimismo, listó los «logros» de su formación durante el mandato de Sánchez: mesa de diálogo, desmilitarización y moratoria de la vivienda durante el estado de alarma, y, tras su abstención de este miércoles, una gestión territorial de los fondos europeos.
Borràs calificó el discurso de Rufián de «ofensivo» e «innecesario», situando la raíz de los reproches de Rufián en el «pasado». La portavoz de JxCat recurrió a otro tradicional recurso en la pugna independentista: mirar al futuro, dejar los ataques mutuos y redirigir la energía contra «quien trata de impedir que podamos sobrevivir como nación», porque «la única solución es un estado propio y para ello las fuerzas independentistas tenemos que ir juntos».
Torra ‘alza la mirada’
En Cataluña, la animosidad era la misma pero con la ventaja de jugar en casa. Quim Torra preludiaba en una entrevista por la mañana de este miércoles su primer pleno en el Parlament con interpelaciones al Govern y debate sobre mociones desde el inicio del estado de alarma, en el ecuador de marzo. Afirmaba sin pudor el president en Catalunya Ràdio que la legislatura «no tiene recorrido». Lo mismo dijo a finales de enero, antes de la pandemia, cuando aseguró que convocaría elecciones tras aprobar los presupuestos.
Torra también aprovechó para pedir a ERC que no apoye la concesión del suplicatorio en el Congreso para que Laura Borràs sea juzgada, porque no podrá tener «un juicio justo» si queda «en manos» del magistrado y juez del 1-O Manuel Marchena. El Congreso debe votar en las próximas semanas el suplicatorio contra Borràs para que el Tribunal Supremo pueda proceder con su causa por presuntos delitos de prevaricación y malversación, entre otros, en la etapa en la que fue directora de la Institució de les Lletres Catalanes.
Ya en el Parlament, Torra entró en modo «unidad» y pidió al independentismo reflexionar sobre la causa compartida «por encima de nuestros rifirrafes de bajos vuelos, alzar la mirada y ver el país que queremos construir». En esa Cataluña del futuro, el president ve que hará falta «una regeneración democrática», incluyendo también a los partidos, sugiriendo que en el formato actual de la política catalana los militantes de las formaciones políticas no pueden «intervenir sin sentirse coaccionados por nadie».
Torra contra el «gobierno progresista»
Torra fue ácido sobre el pacto de ERC con Sánchez. Se preguntó, por ejemplo, como algunos dirigentes osan llamar al Gobierno «progresista» si aún hay «presos políticos» en la cárcel. «Cataluña debe hacer todo lo contrario de lo que ha hecho el Estado español en el tema del aplastamiento de los derechos», exclamó, lamentando también que la comunidad autónoma esté en «la peor situación» si se compara con País Vasco porque «tenemos la soberanía que tenemos y no tenemos recursos».
De entrada, el discurso de la unidad no convenció al presidente del grupo republicano en el Parlament, Sergi Sabrià, que pidió a Torra que salga de «la queja» y «el no a todo». Los derechos a los que alude el president para cargar contra el Estado, añadió, «se conquistan» haciendo «que las cosas pasen», porque en general «pasan mejor trabajando y acordando que no con reproches». El portavoz de Esquerra evitó preguntar sobre el horizonte electoral, que Torra no revela porque aún quiere «tomar decisiones».
De vuelta en el Congreso, en otro turno de réplicas, Gabriel Rufián daba la razón a Borràs al decir que «conviene la unidad» del independentismo, para acto seguido ironizó con que JxCat considerase su discurso anterior «ofensivo». Si los diputados posconvergentes no son de CiU, «no se tienen por qué enfadar», ha señalado.